Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
La semana pasada CFK anunció, con bombos y platillos, una inversión de solo 12 millones de pesos. Mientras ella hace su discurso se fugan por día 76 millones de dólares. El gobierno ha perdido el sentido de la realidad.
Si uno entra al sitio de la Casa Rosada se encontrará con un discurso de Cristina Fernández destacando la inversión de una empresa para fabricar cámaras de fotos digitales en Tierra del Fuego. La presidente trató el tema como todo un acontecimiento. ¡Un logro del modelo productivo! Ahora bien, si uno lee en detalle la información, la inversión comprometida es de 12 millones de PESOS. La palabra pesos la puse en mayúsculas para que el lector no se confunda con dólares. Si esa inversión la pasamos a dólares, estamos hablando de una inversión de algo menos de 3 millones. Es decir, una gota de agua en el océano. Para que tengamos una idea de la desproporción de hacer un discurso por una inversión de menos de 3 millones de dólares, las estimaciones dan que en el primer semestre de este año la fuga de capitales llegó a los U$S 10.000 millones. Esta cifra da un promedio diario de fuga de capitales de U$S 76 millones. Es decir, mientras la presidente hacía una gran alboroto por una inversión de menos de U$S 3 millones, al mismo tiempo se le fugan por día el equivalente a 25 fábricas (76/3), sobre la que montó un show para mostrar que tenemos inversiones. Dicho en otras palabras, mientras hace su tipo discurso alejado de la realidad para destacar que tenemos una nueva fábrica, su modelo de inclusión fuga 25 fábricas diarias, con lo cual le queda un neto negativo de 24 fábricas. Es como si en Argentina hubiese 25 fábricas, 24 se van por inseguridad jurídica, y Cristina Fernández muestra como un logro de su modelo de inclusión la única fábrica que quedó. Lo importante para ella es que quedó una fábrica, no que se fueron 24.
De acuerdo a la información del sitio de la Casa Rosada, esa inversión creará 100 puestos de trabajo. Siguiendo con el mismo razonamiento de CFK, la fuga de capitales equivalente a 24 fábricas netas por día como la que ella se encargó resaltar como la gran hazaña argentina, a 100 puestos de trabajo, resulta que, por las barbaridades económicas que hace este gobierno, hay 2.400 puestos de trabajo por día que no se crean. Es decir, 52.800 puestos mensuales que nunca vieron la luz.
Desde que el kirchnerismo llegó al poder, se fugaron del país U$S 69.556 millones, el equivalente a 23.185 fábricas como las que ella anuncia por cadena. ¿De qué estamos hablando? ¿Tendrá noción esta señora de lo que está diciendo? ¿Puede un presidente de la nación hacer un discurso por una inversión de menos de U$ 3 millones cuando mientras está hablando se le fugan U$S 76 millones en el tiempo que dura su discurso? ¡A este paso va a terminar hablando por cadena nacional para inaugurar un maxikiosco!
Es alarmante el sentido de falta de la realidad que se observa en el discurso oficial. Porque la realidad argentina no es una fábrica que se instala en Tierra del Fuego con una inversión de menos e U$S 3 millones. La realidad es una Argentina que desde que llegó el kirchnerismo vio fugarse un sistema financiero entero de depósitos del sector privado.
La realidad argentina el consumo de 15 millones de cabezas de stock ganadero que generó la política gubernamental. La realidad argentina es que la política demagógica consumió reservas gasíferas que hoy tienen un costo de reposición de U$S 100.000 millones. La realidad argentina es que el gobierno confiscó ahorros de la gente en las AFJP para gastar alegremente en populismo. La realidad argentina es un BCRA que, si se hacen las cuentas bien hechas, tienen un patrimonio neto negativo de, por lo menos, $ 60.000 millones.
Muchos años atrás leí un artículo de Henry Hazlitt titulado “¿A cambio de qué?” En esa nota, Hazlitt demostraba cómo el intervencionismo puede engañar, porque los gobiernos suelen mostrar, por ejemplo, una inversión estatal innecesaria que la gente ve, pero la gente no ve todo lo que se dejó de hacerse porque el Estado les quito dinero a los contribuyentes para hacer esa inversión estatal. El argumento de Hazlitt era que la gente ve lo que le muestra el político, pero no ve todo los puestos de trabajo que dejaron de crearse al quitarle poder de demanda al contribuyente. Si el contribuyente no hubiese tenido que pagar más impuestos para financiar esa obra que muestra el político, podría haber adquirido otros bienes y servicios, creando puestos de trabajo e inversiones en otros sectores de la economía.
Justamente, recordando esa nota de Hazlitt, cuando la presidente se enorgullece de una inversión de menos de U$S 3 millones mientras al mismo tiempo que hace su discurso, por detrás de la escenografía que monta, se le fugan U$S 76 millones, uno debería preguntarle: ¿a cambió de qué? La respuesta sería a cambio de 24 fábricas por día que nunca veremos. En rigor son más de 24 fábricas por día que nunca veremos. Porque en un país con seguridad jurídica, estabilidad monetaria y disciplina fiscal, no sólo no se fugarían U$S 76 millones por día, sino que ingresarían más capitales, con lo cual a las 24 fábricas que nunca se crearon por la inseguridad jurídica que tenemos, se le agregarían muchas más empresas que invertirían en un país racional.
El punto a resaltar, y que es difícil de hacer comprender, es que la gente ve la camarita digital que muestra en cadena la presidente y piensa en los 100 puestos de trabajo. Pero no piensa en los miles de puestos de trabajo que dejan de crearse por tener un gobierno que espanta capitales. Esta es la cuestión que debería tenerse en cuenta. Lo difícil de hacer entender es que mientras la presidente inaugura un maxikiosco, hay miles de millones de dólares que escapan de tanta arbitrariedad e incertidumbre. La habilidad del kirchnerismo es mostrar por televisión una escenografía fantástica, pero que todos sabemos que es de cartulina y aglomerado. Algo absolutamente irreal, que el gobierno vende como real y, lo que es más preocupante, hasta ellos creen que esa escenografía de ficción es real.