Se conoció la Resolución 9 del Ministerio de Economía que pone en marcha el control de la producción e importación del papel para diarios por parte del gobierno, que surgía como objetivo principal de la ley 26.736 sancionada por el Congreso a fines de 2011.
Entonces, muchos advertimos que se transformaría en un instrumento de control de la prensa independiente; ya que le permitiría determinar arbitrariamente las cantidades disponibles de dicho insumo y, luego, su distribución entre los distintos medios. No es muy optimista el rumbo que tomará esta política, dada la experiencia con la asignación de la publicidad oficial durante los últimos años. Los periódicos “amigos” recibieron mucha más pauta publicitaria de la que les correspondía por sus tiradas; mientras se castigaba con relativamente menores montos a los más críticos. Incluso, algunos de estos últimos obtuvieron fallos judiciales a favor de sus reclamos, que el gobierno desoyó.
Hasta los diarios del interior, supuestos beneficiados de la ley, denunciaron públicamente que se estaba creando un “arma” para reprimir la libertad de expresión. La solución para asegurarle a todos los medios la provisión de este insumo pasaba por garantizar que se podría importar todo el papel prensa que se quisiera sin arancel; ya que es un commodity. Es decir que tiene una fluida oferta y precios internacionales; por lo que la apertura del mercado hubiera evitado cualquier rol monopólico de Papel Prensa, única fabricante local.
Notablemente, la Resolución 9 determina que, durante el primer trimestre, solamente se podrán importar 20.000 toneladas y que la empresa productora local deberá producir 42.500 toneladas, haciéndola pasible de graves multas por incumplimiento. Es decir, que será el Ministerio de Economía, a través de la Secretaría de Comercio Interior, quien manejará la oferta de este insumo; ya que controlará la producción local y autorizará las compras al exterior. Conclusión, nuestros legisladores sancionaron una ley para combatir un inexistente monopolio privado y le dieron el monopolio del manejo de su oferta de papel para diarios al gobierno.
Si bien “no hay peor sordo que quien no quiere escuchar”, es útil anticipar cuáles serán las futuras medidas que se tomarán. Es probable que se busque obligar a Papel Prensa a vender a precios de quebranto y a realizar inversiones para ampliar su producción, que no sean convenientes ni rentables. Recordemos que el papel para diario se puede importar de muchos países, incluso algunos de la región; por lo tanto, no tiene sentido producirlo más caro en la Argentina. Sin embargo, las imposiciones del gobierno, las multas y sanciones por “incumplimientos” de las órdenes oficiales terminarán ahogando a la empresa y, probablemente, termine en manos del Estado, total o mayoritariamente. Así, se habrá reprimido la libertad de prensa y expresión en la Argentina; con el peligro de que se imponga un único relato: el oficial.
En la Argentina, nunca tuvimos una verdadera república, es decir, respeto por la división de poderes y por los límites para el ejercicio de las funciones de quienes nos gobiernan. Sin libertad de prensa, no hay democracia; ya que ésta se basa en la posibilidad de cualquier ciudadano de proponer y proponerse para que lo voten. Esto será imposible sin medios independientes y con una posición gubernamental dominante en las comunicaciones. Los argentinos, ¿estamos dispuestos a resignar esta conquista cívica que tanto nos costó conseguir? Y vos, ¿qué vas a hacer al respecto?