Viernes, 13 de abril de 2012
[L]a elección de Daniel Reposo como candidato de Cristina Kirchner para suceder a Esteban Righi al frente de la Procuración General de la Nación podría ser tomada como una definición del modelo de Justicia que anhela el Gobierno: carente de méritos profesionales, de una obediencia rayana en el servilismo y también prepotente con los enemigos del oficialismo hasta llegar al extremo del patoterismo. Porque ésas son las cualidades de Reposo, quien hasta el momento se desempeña como síndico general de la Nación.
El procurador general es el jefe de todos los fiscales y éstos son los funcionarios encargados de impulsar las causas judiciales. Si tras una denuncia el fiscal no promueve una investigación, ésta jamás se realizará.
Si el Gobierno llegara a contar con los dos tercios de los votos de los senadores para concretar la designación de Reposo -algo que por ahora está en duda-, la Cámara alta estaría colocando al frente de la Procuración General y de los fiscales a un hombre que hasta hace pocas horas se definía a sí mismo en su perfil de Twitter como “ex gerente de prestaciones Anses, laboralista, veroniquense, peronista K y amante del golf”. Tras ser elegido por la Presidenta, borró ese perfil y también sus mensajes repletos de elogios a “Amado” (Boudou), el vicepresidente sospechado por su vinculación con la causa Ciccone.
Por lo tanto, estamos ante un genuino militante K y seguramente ha sido esta condición la que ha prevalecido en su elección ante la ausencia de genuinos pergaminos. Reposo, muy allegado a Boudou, fue gerente de la Anses cuando el actual vicepresidente era titular de aquel organismo. Luego se desempeñó como síndico del Ministerio de Economía, hasta llegar a presidir la Sindicatura General de la Nación (Sigen), órgano encargado del control de gestión del sector público nacional que además maneja a los síndicos que se desempeñan en las empresas donde el Estado tiene participación accionaria.
Bajo la titularidad de Reposo, la Sigen llegó al extremo de negarle información oficial a la Auditoría General de la Nación (AGN), obligando a este organismo a presentar un amparo judicial. La conocida independencia del titular de la AGN, Leandro Despouy, contrasta con el alineamiento oficialista de Reposo, quien dispuso dejar de publicar en la página de Internet los informes de control del Poder Ejecutivo, que antes eran de acceso público. Algo muy grave ocurre cuando un gobierno no vacila en llegar a esos extremos con tal de no brindar información, ignorando por completo la división de poderes y la necesidad de su mutuo control y equilibrio. De esa manera, pone de manifiesto su temor a ser investigado.
Bajo la dirección de Reposo, la Sigen se convirtió en un organismo de presiones de todo tipo, incluidas las físicas, como lo demostró el propio síndico general al atacar a golpes a José María Soaje Pinto, abogado particular del jefe de Finanzas de Papel Prensa. En esta empresa, Reposo representa los intereses del Estado. A los puñetazos.
Un mes después acompañó a Guillermo Moreno, quien llegó con guantes de box y casco a una asamblea de accionistas de Papel Prensa. Reposo apagó las luces de la sala y tapó las cámaras de televisión mientras Moreno increpaba a los presentes.
La agresión a Soaje Pinto le valió una denuncia penal de los accionistas privados de Papel Prensa. Esa causa ya fue archivada por el juez federal Ariel Lijo, pero en el marco de la investigación surgió el testimonio de un mozo que fue testigo de las agresiones en Papel Prensa y declaró que Reposo le ofreció dinero para modificar su declaración ante la Justicia. Esta nueva investigación quedó a cargo del fiscal federal Carlos Stornelli y del juez federal Daniel Rafecas, a cargo del caso Ciccone. Rafecas sobreseyó a Reposo, pero Stornelli apeló y la Sala II de la Cámara Federal revocó el sobreseimiento, por lo cual el posible futuro jefe de los fiscales es objeto de una investigación penal aún en marcha.
También se investiga actualmente a Boudou, mentor de Reposo, porque éste autorizó al entonces ministro de Economía a comprar 19 automóviles de alta gama sin una licitación pública. Uno de los vehículos adquiridos por Boudou se le asignó a Reposo, quien luego tuvo que devolverlo cuando el hecho trascendió.
El anterior jefe de la Sigen, Carlos Alberto Pacios, había tenido que renunciar tras haber resistido presiones para aumentar auditorías internas en Papel Prensa. El fiel Reposo reunía el perfil adecuado para reemplazarlo. El mismo perfil que, para el Gobierno, conviene para el reemplazante de Righi, y que se sintetiza en su falta de transparencia, su inexperiencia como profesional de la abogacía, su cercanía extrema con Boudou y su patoterismo.
Estas son tan sólo algunas de las pésimas condiciones que los senadores deberán tener en cuenta antes de decidir quién será el futuro jefe de los fiscales, incluidas aquellas que se investigan en decenas de expedientes sobre los escandalosos casos de corrupción del Gobierno.