El invento de la conspiración para no hacerse cargo

Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.

ECONOMÍA PARA TODOS.- Recurriendo a las típicas frases hechas y vacías, la semana pasada y en el marco de la Cumbre Social del Mercosur realizada en Mendoza, el canciller Héctor Timerman afirmó que los grupos concentrados de poder y los medios están conspirando contra Cristina Fernández de Kirchner. También habló de oscuros intereses sectoriales. Según Timerman, todos ellos se ven afectados por el modelo nacional y popular, por lo que quieren voltear a la Presidente.

Hablar de “oscuros intereses sectoriales” y “grupos concentrados de poder” es no decir nada en concreto. Puro verso para tratar de sacarse de encima la responsabilidad que le cabe al Gobierno por los desastres económicos que viene generando. Puesto de otra manera, el problema que tiene el Gobierno esta vez es que, a diferencia de otras oportunidades, son ellos mismos quienes armaron el desastre y sin ellos quienes tienen que hacerse cargo de los costos de arreglarlos. En su ambición por acumular poder, heredaron sus propios desastres y ahora tienen que, al más puro estilo autocrático, buscar enemigos imaginarios para tratar de justificarse ante la sociedad por los conflictos económicos que comienzan a aparecer, todos juntos como si fueran un tsunami.

El cierre del frigorífico Carnes Pampeanas (en realidad todo el sector frigorífico está en crisis por las políticas de Guillermo Moreno, el secretario de Comercio Interior), de la empresa Nucete de La Rioja que no puede exportar a Brasil, y las suspensiones en la industria automotriz y en Alpargatas son solo una muestra de muchas empresas grandes, medianas y chicas que están sufriendo los efectos de los groseros errores de política económica de todos estos años. Como el modelo se agotó, ahora buscan culpables imaginarios para no hacerse cargo de las consecuencias de tanto populismo. Que el modelo se agotó significa, en castellano básico, que no hay más plata para financiar el populismo y la fiesta de consumo. Por algo Hugo Moyano, líder de la CGT, dejó de ser aliado para transformarse en opositor y hasta en enemigo en términos K. Que no quieren hacerse cargo implica, también en castellano básico, falta de honestidad intelectual, por no decir un comportamiento bajo.

Tan bajo es el comportamiento del Gobierno que, más allá de la gestión que puede estar haciendo Daniel Scioli como gobernador en la provincia de Buenos Aires, Cristina Fernández de Kirchner dijo que las provincias tenían que aprender a administrar como “administra esta Presidenta”. Siempre autorreferencial, se puso como ejemplo, como si lo suyo fuera un ejemplo de buena administración.

La realidad es que esta Presidente (y no presidenta) se financia vaciando al BCRA, con emisión monetaria y confiscando activos como fueron nuestros ahorros en las AFJP, por no volver a citar el caso de la destrucción del sistema energético, ganadero y lácteo. Eso no es administrar, eso es financiar el populismo más barato y, además, son mecanismos que las provincias no pueden usar.

Volviendo al tema de la inventada conspiración, lo que tenemos es a una población cada vez más preocupada por la situación económica por culpa del famoso modelo Nac@Pop.

¿Por qué la gente se queda desocupada en empresas que no pueden exportar? Porque Moreno, al ponerle trabas arbitrarias a las importaciones recibió represalias de los países afectados. Por eso es una ironía que Cristina Fernández de Kirchner haya dicho que este modelo cierra la economía para defender el trabajo nacional. Que le vaya a preguntar a los operarios de la industria automotriz, de las papas congeladas, de las aceitunas y de los frigoríficos, si el modelo Nac@Pop les defiende las fuentes de trabajo con las medidas de Moreno.

Pero más irónica resultó la afirmación de Cristina Fernández de Kirchner cuando dijo que había que exportar carne de cerdo. ¡No podemos cumplir con la cuota Hilton, rubro en el que seríamos competitivos, y quiere exportar carne de cerdo!

La inflación que genera el Banco Central con su emisión desmesurada es la causante de los problemas de caída del salario real y, encima, el aumento del impuesto a las ganancias al no actualizarse el mínimo no imponible. El descontento de la gente es fogoneado por el mismo Gobierno y no por supuestos grupos concentrados, intereses oscuros y demás inventos del canciller.

La caída del tipo de cambio real es consecuencia de haber tenido clavado el tipo de cambio durante años con una inflación galopante que, ahora, le pega en el sector externo achicándole el saldo de balance comercial. La solución genial de Moreno, con el visto bueno de Cristina Fernández de Kirchner, fue frenar las importaciones, profundizando la recesión, frenando más la actividad industrial y abriendo frentes de conflicto en todo el mundo con nuestros socios comerciales (Brasil, Uruguay, EE.UU., toda la Unión Europea, entre otros).

La locura de los proyectos de pesificación y la existencia de un dólar virtual oficial al que nadie puede acceder, paralizó la actividad inmobiliaria y frenó la construcción, dejando gente en la calle.

El gasto público récord, en nivel e ineficiencia, obligan al Gobierno a llevar a cabo un ajuste que consiste en aumentos de salarios menores a la inflación real y el pago de más impuesto a las ganancias.

Este Gobierno, que tanto critica a Cavallo, está haciendo lo mismo que hizo el ex ministro de economía en 2001 cuando ya no había caja. Al menos Cavallo fue más honesto y bajó en términos nominales los salarios para reducir el gasto. Esta gente baja los salarios licuándolos con la inflación y aumentando la presión del impuesto a las ganancias.

Mientras tanto, como la Nación no puede financiarse a sí misma, deja a las provincias libradas a su suerte y, como medida precautoria, ya anunció que retira a la Gendarmería de las provincias para que cada una se haga cargo del orden público. ¿Qué hay detrás de esta jugada? El Gobierno sabe que el país es un polvorín por el acelerado deterioro económico, por lo tanto, ante un posible desborde social en las calles tampoco quiere hacerse cargo y asumir el costo político de controlar el eventual desorden en las calles. Que los gobernadores se arreglen. Esa es la forma en que les paga a todos los besa manos que durante todos estos años fueron clapers en sus discursos desde el atril.

En síntesis, la destrucción económica que ha generado el Gobierno con su modelo económico, que está totalmente agotado, está produciendo ese malestar social al que hacía mención anteriormente. El Gobierno sabe que hay creciente malestar y sabe que puede haber conflictos sociales, porque está fumando en la destilería. Como no quiere hacerse cargo del problema que ellos generaron y decir que toda la fiesta de consumo de todos estos años fue una mentira basada en artificios, ahora pretende inventar culpables hablando de grupos concentrados, intereses oscuros y demás sandeces con intensiones destituyentes. Es decir, una expresión tan vaga e imprecisa que, llegado el momento, cualquiera puede ser señalado como conspirador y sufrir las consecuencias de un gobierno autoritario.

Que quede claro, acá no hay ninguna conspiración. Lo que hay es un Gobierno que no quiere hacerse cargo de pagar el costo político de haber lanzado al país al populismo más exacerbado.

*Publicado en Economía Para Todos
Buscar