Consejero Académico de Libertad y Progreso
LA RAZÓN.- Vistas las múltiples referencias a la «cesión de soberanía» a propósito de la victoria de los gobernantes de España, Italia y Francia sobre Angela Merkel, convendrá repasar lo que dice nuestro diccionario sobre la soberanía popular: «La que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos». El pueblo, por tanto, no es la autoridad suprema, sino un soberano peculiar que, como decía Kant, calla, obedece, y paga. Se habló de concesiones alemanas. A primera vista, parece que es así, por la recapitalización directa de los bancos, con lo cual los países dejan de ser responsables únicos de los rescates financieros, rescates en donde serán auxiliados por el Tesoro europeo; asimismo, se podrán utilizar esos fondos comunitarios para comprar bonos, se elimina la preferencia de la UE a la hora de cobrar, y habrá un mecanismo único de supervisión bancaria en el Banco Central Europeo. Habremos conseguido «el asunto capital», como dijo Barbie, a saber: rebajar la prima de riesgo y el coste de nuestro endeudamiento. Éste, por cierto, era el objetivo de los eurobonos, que Merkel juró que no existirían mientras lo hiciera ella.
Entonces, ¿por qué aceptó Alemania? Por dos razones. La primera es que habrá condicionalidad para las ayudas a la banca, incluso aunque broten del fondo de rescate y no aumenten la deuda pública. Esta condicionalidad no es sólo para cada entidad socorrida, sino también para el sector financiero en general y «para el conjunto de la economía». Aquí hay una clave: estas condiciones equivalen a las subidas de impuestos que ahora nuestros gobernantes pueden perpetrar, pero centrifugando parte de los costes políticos hacia Europa; mientras que las autoridades alemanas puede replicar: sí, esto se parece a los eurobonos, pero el coste lo pagan en mayor proporción los contribuyentes de los países indisciplinados.
La segunda razón es que Alemania y sus aliados obtienen más poder sobre la banca de la eurozona a través del nuevo supervisor único. Y no olvidemos que hasta que eso no se produzca, hasta que los alemanes no «toquen» ese poder acrecentado, no habrá recapitalización directa alguna.
¿Gana todo el mundo? Es dudoso. Los políticos sí ganan. Pero el supuesto soberano, el pueblo, verá muchos juegos malabares con «cesiones de soberanía», cuando la única que está realmente en riesgo es la suya. Dirá usted: quizá con esto dejemos atrás la crisis. Puede ser, pero, primero, no es una crisis que haya provocado el pueblo, sino el verdadero soberano, y segundo, todos los riesgos los ha soportado el pueblo que, cuando amanezca, comprobará que los méritos se los atribuirán los mismos que le han subido los impuestos.