Nicolás Maduro

Presidente del Consejo Académico en 

Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.

 

El primer día del año Telesur de Caracas emitió un programa desde La Habana al efecto de que una así llamada periodista -desempeñando el papel triste de cortesana- entrevistara al vicepresidente y canciller venezolano durante una hora quien hizo una apología del régimen cubano y del establecido en su país.

Resultó notable este monólogo por varios motivos. En primer lugar, porque desconoció la historia de Cuba: a pesar de las inaceptables barrabasadas de Batista, debido a los esfuerzos de otros, antes de la tiranía castrista era la nación de mayor ingreso per capita de Latinoamérica, eran sobresalientes en el mundo las industrias del azúcar, refinerías de petróleo, cerveceras, plantas de minerales, destilerías de alcohol, licores de prestigio internacional; tenía televisores, radios y refrigeradores en relación a la población igual que en Estados Unidos, líneas férreas de gran confort y extensión, hospitales, universidades, teatros y periódicos de gran nivel, asociaciones científicas y culturales de renombre, fábricas de acero, alimentos, turbinas, porcelanas y textiles. La revolución comunista convirtió la isla en una cárcel inhumana en la que se impone la miseria moral y material desde hace 54 años   con partido y prensa única, alimentados primero por la Unión Soviética y ahora por el petróleo venezolano que Chávez maneja como propio.

En segundo lugar, el entrevistado hizo las de Woody Allen al mencionar como uno de los objetivos de la revolución socialista venezolana “la construcción con todo humildad de la salvación del planeta tierra y de la especie humana”. Tercero, se refirió reiteradamente a Simón Bolívar cuidándose de mencionar dos de sus célebres dichos: “Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes, es un país de esclavos” (enero 2 de 1814), “La propiedad es el derecho de gozar y disponer libremente de sus bienes y del fruto de sus talentos, industria o trabajo” (febrero 15 de 1819).

Cuarto, alabó al cubano José Martí sin percatarse la admiración que sentía por Estados Unidos. Una de las veces que Martí residió en ese país escribió que “estoy, por fin, en un país donde todos aparecen como amos de sí mismos. Uno puede respirar libremente, aquí la libertad es el fundamento, el escudo y la esencia de la vida”. Y quinto, aludió a los problemas que crea la alta inflación venezolana a “grandes componentes especulativos”. Mucho más podría decirse de este tragicómico parloteo pero los espacios de una nota periodística no lo permiten.

*PUBLICADO EN LA SEGUNDA, SANTIAGO DE CHILE, JUEVES 10 DE ENERO DE 2013.

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