Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
La gente tiene que hacerse a la idea que hemos llegado a un punto en que hoy la prioridad es tratar de salvar los valores republicanos y las libertades individuales.
Presentadas las alianzas y candidatos para las PASO, comienza el típico discurso de que hay que mejorar el modelo. Hacer lo que no se hizo y discursos por el estilo. La realidad es que los políticos hablarán como políticos y los economistas hablaremos como economistas. ¿Cuál es la diferencia? Que los economistas no ponemos en riesgo votos.
En rigor, el modelo no es para mejorarlo, sino que hay que cambiarlo. El famoso modelo le ha hecho perder a la Argentina una década, desaprovechando una de las coyunturas internacionales más favorables que se presentaron en décadas, condiciones internacionales que comienzan a cambiar. Basta ver como sube el dólar en Brasil para advertir que el flujo de capitales está cambiando de rumbo.
Por otro lado, uno no puede mejorar una política de consumo artificial cuando se acabaron los recursos para sostenerla. Ahí no hay nada para mejorar. Hay que cambiar el modelo y pasar primero a producir más y mejores bienes para luego incrementar el consumo. Es la única forma de salir del ajuste que, sin decirlo, está llevando a cabo el gobierno.
Tampoco uno puede hablar de mejorar una política que se consumió el stock de capital en infraestructura (caminos, energía, stock ganadero, rutas, etc.). Habrá que invertir mucho para recuperar, por ejemplo, el sector energético, por citar un solo caso, y ese caso requiere de un cambio, no de mejorarlo.
Ni que hablar de decir que hay que mejorar la política monetaria. Un país no puede tener moneda con una expansión monetaria del 35% anual y un Banco Central con patrimonio neto negativo.
¿Puede mejorarse el cepo o hay que eliminarlo? ¿Puede mejorarse la situación fiscal o hay que cambiarla para reducir la asfixiante presión tributaria y la emisión que hace el Central para financiar el déficit? Ni que hablar del nivel y calidad del gasto público. ¿Alguien puede afirmar con seriedad que las intervenciones de Moreno son mejorables? ¿Qué es mejorable de la prohibición de girar utilidades y dividendos?
Insisto, no es que hay que mejorar el modelo. Hay que cambiarlo porque está sepultando la economía argentina y arrastrando a la gente a un creciente grado de pobreza por la sencilla razón que no es que ya no se invierte. Directamente las empresas se van de país. Empiezan a faltar y faltarán puestos de trabajo.
Claro que hablar de medidas económicas en forma aislada del contexto institucional, es hablar en el aire. Ninguna economía puede crecer sin seguridad jurídica. Sin un contexto de seguridad jurídica que atraiga las inversiones es impensable atraer capitales que son los que generan puestos de trabajo, aumentan la productividad de la economía y permiten incrementar el salario real. No hay otro camino para mejorar el consumo en forma genuina y sostenida que el mencionado arriba. El resto es puro populismo que se agota en la inflación y la destrucción del stock de capital, que es, justamente, lo que estamos viendo ahora. El modelo se agotó no por qué cumplió un ciclo, sino que se agotó por qué se acabaron los recursos para seguir con la fiesta de consumo artificial. Y esa fiesta no es mejorable. El modelo siempre fue inconsistente, pero tuvo la suerte de tener recursos para financiar las inconsistencias. Eso se acabó y no es mejorable.
Ahora bien, ¿qué es el que uno puede esperar de la oposición en materia de política económica si gana las elecciones en octubre? Muy poco por la sencilla razón que los legisladores no hacen la política económica. Lo máximo que pueden lograr es frenar algunas de las disparatadas leyes que el Ejecutivo suele mandar al Congreso. Dicho en otras palabras, el oficialismo intentará llegar como pueda hasta octubre sin que se le desborde la economía,pero luego tendrá que hacerse cargo de todos los problemas que viene emparchando, parches que, por cierto, ya no duran como antes. Seguramente el oficialismo, si pierde las elecciones, dirá que ni el Congreso ni la Justicia lo dejan gobernar, pero la realidad es que ya no le queda pólvora en la santabárbara para seguir con la fiesta de consumo artificial. El solo hecho de haber cerrado las importaciones es un indicador de ajuste. Si antes la economía tenía una capacidad de producción de 100 unidades y la gente consumía 120 unidades, era porque las 20 unidades de diferencia se importaban. Ahora le dicen a la gente que se tienen que conformar con 100 unidades. Eso es ajuste. Que tampoco son 100 unidades porque faltan insumos y la producción sigue bajando. Cuando uno quita el velo monetario y habla de cantidad de unidades consumidas, advierte que el gobierno está aplicando un fuerte ajuste y que será cada vez más intenso.
Pero, insisto, eso no podrá cambiarlo la oposición en el corto plazo por más buenas ideas o voluntad que tenga. Para cambiar el rumbo hace falta ejercer la administración del país y, por ahora, eso no se vislumbra.
Lo máximo que uno puede esperar y pedirle a la oposición es que, desde el Congreso, frene esta locura de carrera autoritaria. Insisto, la oposición y la Justicia pueden detener esta carrera hacia el autoritarismo, pero no van a poder mejorar la situación económica. En el mejor de los casos podrán amortiguar algunos daños. Frenar algunos destrozos mayores. Pero nadie puede engañarse creyendo que si el oficialismo no logra los 2/3 en el Congreso para buscar la re re, eso significará cambiar la política económica. En todo caso, redoblarán la apuesta y dejarán tierra arrasada al que venga luego, si es que la economía aguanta 2 años más con viento de frente externo, y agotados los recursos para continuar con el populismo.
La gente tiene que hacerse a la idea que hemos llegado a un punto en que hoy la prioridad es tratar de salvar los valores republicanos y las libertades individuales. Si se logra ese objetivo, entonces, con otro gobierno, cuando llegue el momento, habrá que ver como se reconstruye la economía de argentina. Desde el punto de vista económico, es fundamental salvar el país del autoritarismo. Conseguir ese objetivo es como poner los pilares básicos para poder empezar a reconstruir la economía. Primero asegurar los límites al poder absoluto. Eso es calidad institucional. Luego, en su momento, las disciplinas monetaria y fiscal y la seguridad jurídica reconstruirán la economía.