Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
INFOBAE.COM.- Hace unas semanas, los creadores de “me quiero ir” y “es totalmente falso decir que la emisión genera inflación” nos ofrecieron un nuevo blooper para atesorar en el baúl de los recuerdos. En una entrevista con Tiempo Argentino, el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, hablando de la importancia de “cuidar el bolsillo de los argentinos”, afirmó sin anestesia que los precios son altos porque los supermercados“¡Son Chorros, amigo!”.
Ahora bien, lo que parece un mero exabrupto es sólo la punta del iceberg de la teoría oficialista para explicar que el gobierno no tiene nada que ver con la inflación y que los culpables, en realidad, son los supermercados y las grandes cadenas. De hecho, en un reciente artículo del semanario Miradas al Sur busca instalar que el problema es, en realidad, que “aumentaron los márgenes entre los valores mayoristas y los minoristas”.
La culpa de la inflación, entonces, no la tiene el gobierno, sino el súper de la vuelta de tu casa, que te cobra $ 6,85 (¿ya aumentó?) la leche que compra a $ 1,96.
Ahora bien, lo que denuncian tanto Yauhar como Miradas al Sur no tiene nada que ver con la inflación. De hecho, de lo que se quejan es de un supuestamente excesivo margen de ganancia bruta que, por supuesto, ignora todos los costos de alquiler, logística, salarios e impuestos que los supermercados también tienen que pagar para poder llevar adelante su negocio.
Entonces ¿qué pasaría si, en aras de combatir la inflación, el gobierno forzara la reducción de estos márgenes inadmisiblemente explotadores?
En el mejor de los casos (suponiendo, mal, como el oficialismo, que no existen otros costos dentro del margen) el precio se reduciría drásticamente de un día para el otro. Sin embargo, con el pasar del tiempo los precios seguirían aumentando porque nadie combatió la inflación sino que simplemente se redujo la rentabilidad de los supermercados. Inflación y ganancia bruta son cosas distintas.
Por otra parte, en el peor de los casos (es decir, en el caso real) forzar la reducción del margen bruto complicaría la subsistencia de los supermercados. El supermercado se vería obligado a reducir el precio de venta y, como no sólo tiene que pagar la materia prima (la leche a 2 pesos) sino también el alquiler, la publicidad, las góndolas, los salarios, la luz y los impuestos de todo tipo, sus costos superarían a sus ingresos y, finalmente, este quebraría.
La brillante solución propuesta por el ministro Yauhar y el statu quo gobernante, entonces, posibilitaría un mayor consumo en el cortísimo plazo a costa de una recesión de magnitudes espectaculares a los pocos meses junto con la destrucción de la calidad de vida de la gente que, ahora, se quedaría sin supermercados (cosa que a Pimpi Colombo no parece preocuparle).
Para concluir, cualquier libro de texto explica que la inflación es el aumento generalizado de los precios. Es cierto que existen otras definiciones, pero ciertamente “el tamaño del margen bruto de ganancias de los supermercados y los grupos concentrados” no es una de ellas.
La confusión de los funcionarios supuestamente especialistas en estos temas (que esperemos sea sólo una cuestión de ignorancia) es tal que puede dar lugar a problemas graves en el futuro.
Para evitarlos, y ya que está de moda el avance de la democratización, propongo que democraticemos el Ministerio de Economía a ver si la gente, cansada de que la estafen con la inflación, elige a alguien que le dé al tema una solución verdadera y definitiva.
*PUBLICADO EN INFOBAE.COM, MIÉRCOLES 3 DE JULIO DE 2013.