Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
David Theroux, el presidente del Independent Institute, me invitó a presenciar por la vía cibernética la conferencia en vivo de Ron Paul copatrocinada por esa entidad y pronunciada en el auditorio de la Universidad de California en East Bay el 9 de abril del corriente año.
Como es sabido, Ron Paul fue elegido por cuatro períodos consecutivos miembro del Congreso en Washington DC y en tres oportunidades fue candidato presidencial (una por el Partido Libertario y dos por el Partido Republicano). Es médico y autor de veinte libros sobre economía, educación y filosofía política, la mitad de ellos estuvieron en la lista de “best-sellers” durante varios meses en The New York Times. Actualmente conduce un programa de televisión y preside varias fundaciones.
Muchos son los temas que el orador abordó en la mencionada ocasión, pero para esta nota periodística selecciono algunos de lo que estimo fueron los puntos sobresalientes de su disertación. En primer lugar, se mostró alarmado por lo que dijo viene ocurriendo en la configuración social en su país. Señaló que en este sentido que la característica tradicional en Estados Unidos ha sido una amplísima franja de personas de ingresos medios y en las puntas los más exitosos y, por ende, muy prósperos por haber sabido satisfacer las necesidades de sus semejantes y en la otra los de menores ingresos con grandes aspiraciones y posibilidades de ascender en la escala social debido a su dedicación, esmero y cultura del trabajo.
Sin embargo, manifestó que lo que viene sucediendo es realmente alarmante: en una punta se destacan nítidamente los amigos del poder que se han enriquecido como consecuencia del privilegio otorgado por el aparato gubernamental de turno, la franja del medio, en gran medida se ha erosionado y el extremo más bajo se ha engrosado exponencialmente con pocas perspectivas de mejorar. Esto dijo se debe a las políticas intervencionistas de las últimas largas décadas que básicamente se tradujeron en subas extraordinarias de impuestos, incrementos impagables de la deuda pública, déficits fiscales esporádicos pero incompatibles con la prudencia financiera más elemental y regulaciones crecientes que recortan peligrosamente las libertades individuales, en un contexto de dependencia cada vez mayor del gobierno central y desmoronamiento del federalismo.
Ahora se publicó un libro de David Stockman en el que enfatiza lo dicho por Ron Paul en cuanto a los peligros de la modificación del cuadro social debido a los inmorales bailouts y equivalentes realizados con el fruto del trabajo de quienes no tienen poder de lobby. El libro se titula The Great Deformation. The Corruption of Capitalism in America. Es parecido a lo que señala Dinesh D´Souza en el también reciente libro titulado America: Imagine a World Without Her y a la colección de Thomas Sowell bajo el muy sugestivo título Desmantling America. Esta triada se ha traducido en un muy llamativo y gratificante éxito editorial en el mercado estadounidense.
En la referida exposición, Ron Paul subrayó que a los habitantes de su país se los perjudica dos veces todos los días: cuando se les cobra impuestos desmedidos y cuando se les da destino a esos ingresos tributarios dirigidos a recortar los espacios de libertad de cada uno, en cuyo contexto se detuvo a considerar numerosos ejemplos de lo que consideró un inaceptable desborde de las funciones del aparato de la fuerza incompatibles con los preceptos constitucionales.
Se detuvo a analizar el escandaloso programa de espionaje a ciudadanos pacíficos denunciados por quienes calificó como héroes por denunciar a quienes violaron de modo grotesco el espíritu y la letra de la Constitución estadounidense. En esta línea argumental subrayó que los rechazos mayores a esta política partieron de gobernantes de otros países al verificar que estaban siendo espiados pero poco se dijo de lo más bochornoso, como queda dicho, el ataque a la privacidad de los mandantes, es decir, los gobernados que de este modo se convierten meros súbitos.
Destacó la irresponsabilidad del gobierno al insistir en la frustrada e inconveniente guerra contra las drogas alucinógenas para usos no medicinales en el contexto de la fenomenal corrupción de políticos, policías, jueces y miembros de oficinas encargadas de combatir la producción, distribución y consumo de las drogas en cuestión (salvo la Guerra del Opio en China debido precisamente a los controles, desde 2000 AC no hubo problemas con las drogas hasta que Nixon impuso la prohibición en 1971 que, además, los márgenes operativos justifican al irrupción de las sintéticas). Se quejó de la impertinencia que los gobiernos consideraran vicios como crímenes y del encarcelamiento de personas que nunca lesionaron derechos de terceros así como también del crecimiento de la drogadicción debido al estímulo de márgenes operativos enormes resultado de la prohibición, todo lo cual mantuvo que se genera por las mismas causas a que condujo la llamada Ley Seca (ahora hay un push para liberar el consumo solamente lo cual favorece aun más a las mafias del narcotráfico).
Se extendió en la malsana tendencia al igualitarismo de ingresos y recalcó que se debe no solo a la ignorancia en temas económicos puesto que las diferencias dependen de las decisiones de los consumidores en el mercado libre cuando no hay privilegios ni empresarios prebendarios, sino también al resentimiento y la envidia que finalmente producen igualdad en la pobreza de la que principalmente escapan los burócratas y sus amigos.
Volvió sobre los resultados catastróficos de la política exterior estadounidense en cuanto a las intervenciones militares en otros países que han perjudicado gravemente las vidas de los soldados y sus familias, han desmembrado la economía local, han exterminado a inocentes y torturado y han creado una muy mala predisposición contra Estados Unidos debido a sus arbitrariedades difundidas con una propaganda digna de la Gestapo. En este capítulo manifestó que no deberíamos hacer a otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros.
Se detuvo a analizar la política monetaria que apuntó nos conducirá tarde o temprano a otra crisis severa. Resaltó lo contraproducente de la Reserva Federal y sus nefastas decisiones, lo cual dijo es advertido cada vez por una mayor cantidad de economistas apoyados en una nutrida bibliografía y en investigaciones de envergadura.
Aludió a la importancia de trabajar en el terreno educativo al efecto de que se comprendan y acepten los valores y principios que son consubstanciales a la mejor tradición de Estados Unidos para obligar a los políticos a exponer un discurso muy distinto a la demagogia que se viene practicando hace ya muchas décadas.
Apuntó que la idea de la libertad es en realidad reciente en la muy larga historia de la humanidad, lo corriente era el despotismo. Dijo que solo hacen ochocientos años que comenzó una lucha abierta y sistemática a favor de la protección de los derechos individuales, pero, comentó que de un tiempo a esta parte se ha tendido a revertir esa dirección para aceptar nuevamente el autoritarismo. En este contexto puso en evidencia que en los momentos que corren hay mucha gente que se ha percatado de este serio problema y hacen esfuerzos muy fértiles para frenar la avalancha y volver a las fuentes de la libertad y no solo en Estados Unidos sino en muy diferentes países. Consignó que esto último constituye indudablemente una esperanza cierta y muy vigorosa para el futuro.
Lo mencionó a Leonard Read que en la década de los cuarenta comenzó la lucha intelectual de modo sistemático y metódico a favor de la libertad al crear la Foundation for Economic Education en New York, pero estaba muy solo. Hoy, en cambio, pasó revista a una larga serie de nuevas instituciones y cátedras que le dan sustento al optimismo del distinguido orador. En sentido opuesto, se explayó sobre las buenas intenciones de tantas personas que para salir de la pobreza aconsejan recetas dañinas para la gente y sus posibilidades de progreso, pero dijo que las intenciones nunca resuelven los problemas si no se ha entendido cual es el diagnóstico y su correspondiente tratamiento.
Finalmente, en el período de preguntas luego de la disertación tuvo la oportunidad de ampliar los fundamentos de sus sugerencias y agregar otros temas como el último punto que encaró sobre la llamada ayuda externa a países denominados subdesarrolados, lo cual criticó con vehemencia al mostrar los perjuicios de apoderarse de recursos coactivamente a través de organismos internacionales para entregarlos a gobiernos estatistas y, muchas veces, corruptos. Luego de lo cual obtuvo de la nutrida audiencia una larga ovación de pie.
Por nuestra parte observamos tal como lo habíamos hecho en otras oportunidades, que la honestidad intelectual de Ron Paul se destaca nítidamente en las épocas que corren: es un ejemplo de integridad y conducta frente a todos los cómplices de la decadencia y timoratos que les da pánico pronunciarse por algo “políticamente incorrecto”, incapaces de abrir cauce a ideas nobles.