Otro año de cepo a la producción y alta inflación

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ÁMBITO.- Lo primero que debemos entender es por qué la Argentina entró en recesión a finales de 2013. La naturaleza del cepo cambiario es no reflejar en el valor del dólar oficial todo lo que el Banco Central está efectivamente devaluando el peso para cobrar el impuesto inflacionario que necesita para financiar el exceso de gasto público. El problema es que los precios de los bienes que se pueden importar o exportar dependen de la evolución del tipo de cambio cepo, que se atrasa; pero los costos de sus productores locales sí se ven plenamente impactados por la depreciación de la moneda local, o sea la inflación. De esta forma, quedan en una prensa que los va asfixiando cada vez más cuanto menos realista es el valor de la divisa oficial.

Así es como, dado que se mantendrá el control de cambios, es previsible que continúe la caída del nivel de actividad durante 2015, más cuando es la voluntad del gobierno que el tipo de cambio se atrase más aún. En todo caso, el punto a discutir es cuán profunda será la recesión. Eso dependerá de factores como un eventual acuerdo con los holdouts que permita salir de la actual cesación de pagos selectiva. Será una negociación conflictiva y llevará algunos meses; pero lo relevante es que se prevea que el tema se cerrará. Mientras así sea, se habilitará un flujo de crédito voluntario del exterior que podría financiar parte de las abultadas necesidades del sector público previsibles para 2015. Hay sólo dos formas en las que se puede mejorar la evolución de la demanda interna, y por ende, moderar la recesión: una es con recursos del exterior, y la otra con uso de reservas, este último instrumento está muy acotado.

Muchos consideran que la perspectiva de un nuevo gobierno que resuelva los problemas que está dejando el actual implicará un incentivo a que ingresen capitales, más si las PASO confirman un cambio de rumbo. No obstante, las grandes inversiones ingresan por el mercado oficial de cambios, que al no reconocer el verdadero valor del dólar, se transforma en una quita al ingreso de capitales (estimada en un tercio) (estimada en un 30%).

No hay muchas oportunidades de negocio que sean rentables asumiendo que uno tiene que pagar semejante impuesto para poder realizarla. Por lo tanto, este tipo de inversiones desde el exterior esperarán a que se abra el cepo para venir masivamente. Sólo queda como posibilidad fluida de ingreso de divisas el mercado de capitales, que es muy pequeño, y en consecuencia no tiene mucha capacidad dinamizadora; pero que se moderará aún más si el gobierno sigue acotando las posibilidades del “contado con liquidación”.

Otro factor relevante es la inflación que este año terminará levemente por debajo del 40%ia. Es previsible que se desacelere durante el primer trimestre de 2015, por el elevado punto de comparación del mismo período de este año cuando el salto del dólar oficial elevó los precios, y por una mejor evolución de la demanda de pesos. La dificultad es que se prevé que el gobierno continúe con un ritmo de crecimiento del gasto primario superior al 40%ia., lo que podría incrementar sus necesidades de financiamiento en más de $100.000 millones respecto a este año. A esto hay que sumarle algo más de $60.000 millones de vencimientos netos de las renovaciones intrasector público. Así que, cuanto menos crédito voluntario obtenga el gobierno, mayor cantidad de estos recursos van a tener que salir del Banco Central y mayor será su necesidad de cobrarnos impuesto inflacionario. De hecho, podríamos encontrarnos con una suba de precios interanual que nuevamente ronde el 40% a finales de 2015.

Es un error pensar que atrasar el tipo de cambio oficial reduce la inflación, sólo genera un cambio de precios relativos. Si bien contiene la suba de todos los productos que son importables o exportables (los que se adquieren en el hipermercado), la gente puede gastar más en los sectores de bienes y servicios domésticos, que tienden a subir mucho más de lo que lo hubieran hecho de otra forma. Sin embargo, es cierto que esto tiene un beneficio político para el gobierno, ya que genera una mejora del poder adquisitivo de los salarios, que es el servicio por excelencia, respecto a la canasta básica de consumo.

Si bien la voluntad del gobierno es que el tipo de cambio oficial se mueva despacio durante 2015, eso dependerá de la cantidad de divisas que puedan conseguir del exterior para evitar que las reservas internacionales caigan demasiado. Esto es fundamental para evitar la merma de la demanda de pesos y esto último también lo es para moderar el alza del dólar paralelo, que ya tendrá el impulso de la emisión para financiar los excesos de gasto público.

Para colmo, cuanto menor sea el alza del valor oficial de las monedas extranjeras, menor será la ya diluida competitividad de las exportaciones, que tienen que lidiar con bajas de precios internacionales y la debilidad económica de Brasil. Por ende, se espera que el año próximo la caída de las ventas externas supere los u$s 6.000 millones, luego de una disminución de más de u$s 8.000 millones en 2014. A esto hay que sumarle que se adelantó la liquidación de granos por u$s 1.500 millones, que se restarán a lo efectivamente vendido en 2015. Este es un factor adicional por el que sería altamente conveniente que el gobierno lograra un contexto favorable a la obtención de financiamiento externo. Si no, será otro año en el que, en materia de escasez de divisas, se podrá decir que todo tiempo pasado fue mejor.

Publicado por en Ámbito Financiero

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