Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
Requerimos una revolución educativa de magnitud similar a la llevada a cabo por Domingo F. Sarmiento, un genial innovador resistido por sacar a la sociedad de la época de su zona de confort. Qué mejor forma de homenajearlo que proponer instrumentar una provocadora reforma educativa como la ideada por uno de los grandes pedagogos de nuestro tiempo, Geoffrey Canada, quien diseñó un sistema que logró generar educación de excelencia en los barrios más pobres de las grandes ciudades norteamericanas y que ha sido exitosamente utilizado en Uruguay.
Todo comenzó años atrás en una escuela charter (las cuales reciben financiamiento público pero funcionan independientemente) en Harlem, gestionada por Canada. Michael Bloomberg, por entonces Alcalde de Nueva York, entusiasmado por sus resultados decidió utilizar recursos de la ciudad para realizar una prueba piloto del sistema en otros colegios de Harlem y luego en el muy pobre barrio latino.
Como relata en una nota publicada en el semanario de Montevideo Voces, el 4 de septiembre Ernesto Talvi, uno de los responsables de llevar el proyecto a Uruguay: “Arrancaron con chicos que vienen de familias destruidas, con hogares monoparentales, de guetos (en Harlem) donde hay drogadicción y delito. Y en tres años lograron resultados”. Talvi subrayó que “el modelo de gestión no es sólo pedagógico, sino (…) un proyecto de contención, de decirles a estos chicos que sus vidas importan y mucho”.
Con el paso del tiempo, Bloomberg generalizó la experiencia, la cual se denominó Promise Academy. En 2008, el por entonces Senador Barack Obama anunció su propuesta para replicarlo en 20 ciudades de Estados Unidos. A partir de 2010, la administración de Obama ha destinado más de u$s 60 millones a instrumentarlo en Los Angeles, Boston y Washington.
Entre otras diferencias, estas escuelas dictan una hora más de clase por día, y un mes y medio más de clase durante el verano, que las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York. La admisión es por una lotería, pues la demanda excede con creces las posibilidades.
W. Dobbie y R. Fryer, investigadores de la Universidad de Harvard, reportan en un estudio publicado por la American Economic Association que “el programa es uno de los experimentos sociales más ambiciosos de nuestro tiempo para aliviar la pobreza”; agregan que “el efecto en la escuela secundaria ha sido lo suficientemente grande para cerrar la brecha racial en rendimiento académico en matemáticas y reducirlo significativamente en lengua” y concluyen que “la evidencia sugiere que escuelas de calidad son suficientes para aumentar significativamente el rendimiento académico entre los pobres”.
Educar al soberano. ¿Qué mejor forma de hacerlo que generar incentivos fiscales similares a los existentes en Uruguay que permitan a ONGs en la Argentina llevar a la práctica las ideas de Geoffrey Canada? Los resultados alcanzados por el Liceo Impulso en Montevideo son prueba fehaciente de la pertinencia de esta propuesta en la región.
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