Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
En primer término nos generó una profunda alegría interior sentir que hemos recuperado la cordura, la sensatez y el sentido común.
En segundo lugar la descripción de la pesada herencia recibida, fue extensa, bastante detallada y certera. Reconoció todos los problemas fundamentales que tiene la Argentina, la inflación, el déficit fiscal, el inmenso gasto público improductivo, la presión impositiva más alta de la historia, el déficit en energía, en infraestructura, y en todos los servicios del Estado, en seguridad, salud, educación, justicia. Describió la destrucción de las estadísticas y hasta el robo de mucha documentación del Estado, áreas enteras donde han desaparecido los papeles de trabajo. Y se comprometió a publicar un detalle de la herencia recibida área por área del Estado.
También dedicó varios párrafos al reemplazo de la cultura del trabajo, el ahorro y la inversión, por la cultura de la confrontación y la victimización donde el gobierno se dedicaba a inventar enemigos culpables de nuestra mala suerte tanto internos como externos.
Tal vez, uno de los aspectos más valiosos del discurso es que propuso “recuperar la cultura del trabajo y del esfuerzo que aumento la autoestima”. Y también el propósito de eliminar la inflación, que es parte de la cultura de la corrupción, la desvalorización del ahorro, y genera una cuantiosa pérdida de confianza.
Hizo un diagnóstico profundo y duro, pero sin transmitir depresión sino una gran confianza en que se puede salir adelante trabajando juntos entre todos los argentinos.
Otro punto muy positivo del discurso es que mostró que en tres meses ya logró restablecer buenas relaciones con todos nuestros vecinos, con EE.UU., Europa incluyendo al Reino Unido, y también con Israel, y otros países; y al mismo tiempo mantiene las buenas relaciones estratégicas con países como China. Luego pidió al Congreso que cumpla su tarea para terminar de resolver el conflicto con los Holdouts y así salir del default en el que estamos desde el 2002.
El discurso incluyó también varios anuncios de reducciones de impuestos, por ejemplo con el Impuesto a las Ganancias, donde deja abierta la participación del Congreso para terminar de cerrar el tema. Tema en el que estamos de acuerdo, pero que tendrá un costo fiscal de tal vez $30.000 millones. Describió la eliminación de retenciones y trabas a las importaciones y exportaciones. Que también estamos de acuerdo pero que también implican reducción de ingresos fiscales.
Por el otro lado, realizó varios anuncios que implican aumento del gasto público en temas de jubilaciones, como planes sociales como la asignación universal por hijo, expandiéndolas a todos los niños, reconociendo que es un proyecto de la Dra. Carrió. O también, la obligatoriedad de empezar la educación pública desde los tres años. Estos últimos temas en los que es muy difícil estar de acuerdo para quien cree en la libertad.
Para compensar, habló de la necesidad de recuperar las tarifas, en temas como la energía donde los valores cubrían apenas el 10% de los costos, incorporando una trato especial para los pobres que consuman menos de 150 kwh mensuales.
Pero esto de ninguna manera alcanza para cerrar la brecha fiscal. De hecho, el balance del discurso puede ser negativo en términos de déficit fiscal. Si bien habló de la modernización del Estado, lo que le faltó al discurso son las medidas que puedan asegurar una rápida reducción del déficit fiscal; aunque al menos rescató que hay que volver a la idea de los superávits gemelos (resaltó que era una idea de Néstor Kirchner aunque más tarde la abandonaron).
En suma, el discurso es compatible con la idea de que obteniendo financiamiento, y sin necesidad de hacer un profundo ajuste, el gobierno logrará cerrar la brecha fiscal gracias a la mejora en la gestión, pero fundamentalmente gracias al crecimiento de la economía que debiera empezar en algún momento con la entrada de capitales extranjeros.
¡Ojalá tenga éxito!
En nuestra opinión, luego de hacer este discurso donde hizo una muy buena descripción del Estado de situación de la herencia recibida, se ha creado un momento que permite realizar una reforma del Estado mucho más ambiciosa de la señalada hasta el momento. Y de ese modo, se podrá realizar también una fuerte reforma impositiva, que podría aliviar lo que el presidente reconoce que es “la mayor presión impositiva de la historia”.