Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
IPROFESIONAL – En los últimos días hemos discutido más sobre las tasas que sobre el valor del dólar”, dijo Federico Sturzenegger, sin disimular cierto dejo de satisfacción, al presentar su programa monetario del año.
Es que el presidente del Banco Central ha trazado como una de sus principales metas lograr el ansiado “cambio cultural”.
Es decir, que se instale la idea de que la función de la entidad es velar por mantener a raya la inflación y no ya la de intervenir en el mercado para influir en el precio del billete verde.
En esta dirección, la política monetaria del BCRA en este último tiempo se ha caracterizado por mantener en un nivel “seductor” las tasas de interés de las Letras de corto plazo en pesos, en el orden del 38%.
Con esto, el funcionario busca fomentar las inversiones en moneda local y así poder retirar del mercado el exceso de pesos que contribuye a empujar hacia arriba al índice inflacionario.
Sin hacer referencia a su estrategia, lo que Sturzenegger también está haciendo con esta política de tasas elevadas es desalentar la compra de dólares.
Esto, a su vez, está dando lugar a un negocio muy redituable. De hecho, cada vez más administradores de carteras están aconsejando a sus clientes que se posicionen en títulos en pesos para aprovechar el tándem tipos de interés altos y billete verde quieto.
De la mano de un revival de la “bicicleta financiera”, quien haya realizado una colocación a comienzos de marzo hoy se está viendo beneficiado con una rentabilidad en dólares cercana al 14%, algo que no se encuentra en otras partes del mundo.
Sin embargo, esta “fiesta” de retornos elevados –aseguran en la city- no se va a prolongar en el tiempo. Consideran que se trata de una situación transitoria, de la que se podrá sacar rédito en el corto plazo.
La gran pregunta que hoy se hacen los analistas financieros y ahorristas es hasta cuándo se extenderá la posibilidad de hacer la “bicicleta”.
Uno de los “termómetros” que es mirado bien de cerca es la evolución de la inflación. Y, atada a esta variable, el movimiento que vaya teniendo el billete verde.
Desde inicios de marzo, el tipo de cambio cayó casi 10%, hasta ubicarse en los $14,40. En los últimos dos meses el Central prácticamente no intervino en la plaza para regular su precio.
Esta estrategia de respetar esa “franja verde implícita” quedó en evidencia cuando la divisa estadounidense sobrepasó los 16 pesos y el BCRA decidió desprenderse de casi u$s440 millones en tan sólo esos dos jornadas (29 de febrero y primero de marzo) para salir a calmar al mercado y hacer caer ese valor.
Como complemento a la inyección de divisas en la plaza, la entidad monetaria también aplicó otro recurso para “tranquilizar” al dólar: subir las tasas de sus Letras (Lebacs) en pesos al 38% anual y tener un mejor “anzuelo” para atraer a los ahorristas.
Desde inicios de marzo, esta decisión aún se sostiene. De acuerdo con la lógica del Central, pagar este elevado interés para mantener controlada a la divisa estadounidense va en sintonía con la estrategia de intentar contener la elevada inflación que –según estimaciones de consultoras- en abril arrojó un índice preocupante del 7%.
Sturzenegger sabe que si deja subir mucho más el tipo de cambio, en un escenario en el que recién se están absorbiendo las subas de tarifas de los servicios públicos, el índice podría verse nuevamente impulsado. En especial, por los productos que tienen un alto contenido de insumos importados, así como también los alimentos y otras materias primas que cotizan en moneda extranjera.
El segundo motivo de esta estrategia de mantener encorsetado al dólar por debajo de los $16 obedece a la idea de tener que pagar lo menos posible por los contratos a futuro emitidos de forma masiva por el anterior Gobierno hasta junio próximo.
Sucede que en ese mes vencen el 80% de todos los futuros que quedan de aquí hasta fin de año. El costo total que le implican estos contratos al BCRA se calcula en unos $83.000 millones, de los cuales ya pagó una parte.
De modo que cuanto más bajo esté el dólar, menos deberá desembolsar el Estado por estas cancelaciones.
“Efectos colaterales”
Hasta aquí, la estrategia de Sturzenegger muestra claros beneficios. Pero esta decisión de tener un tipo de cambio lo más planchado posible tampoco es inocua. Y, lo que está observando la city, es que será difícil de sostener en el tiempo.
El hecho de que la entidad monetaria deba mantener el costo del dinero a una tasa elevada del 38%, implica que cada vez se deben desembolsar más pesos para cancelar los vencimientos de estos papeles.
La cantidad emitida hasta el momento por estos títulos, según los propios datos del BCRA, es de $480.000 millones. Esta cifra representa el 85% de todos los pesos que circulan en la economía (es decir, la base monetaria).
Lo que realmente preocupa al macrismo es que más de la mitad de las Lebacs (54%) caduca a fines de mayo.
“La mochila financiera de las Lebacs no sólo dificulta la aplicación de la política monetaria, sino que siembra dudas en relación a sus resultados futuros”, es la lectura que trazan los analistas de Economía & Regiones.
“Al BCRA le vence una deuda equivalente al 7% del PBI cada 50 días. Esto es un obstáculo para manejar las tasas de interés”, agregan.
Además, desde la consultora señalan que esta estrategia de utilizar los altos rendimientos en pesos como ancla antiinflacionaria “le ponen un piso muy elevado a la tasa, impactando negativamente en la inversión y en el consumo”.
El precio del dólar, bajo debate
Desde la Consultora Ledesma suman un factor de presión extra: ante un desequilibrio fiscal persistente y una inflación que avanza, la economía local se encarece respecto del resto del mundo y la industria y el agro pierden rentabilidad y, por lo tanto, dinamismo.
“Ese proceso de encarecimiento no podrá sostenerse indefinidamente. Consecuentemente, el atraso del tipo de cambio real se va a corregir en el futuro vía ajuste del dólar en términos nominales”, afirma Gabriel Caamaño Gómez, quien destaca que “ahí es donde reside la pata floja del plan”.
Bajo su visión, una vez que el mercado entienda que el ancla del tipo de cambio nominal inevitablemente será abandonado en un futuro no tan lejano, el plan comienza a perder credibilidad y, por lo tanto, sufrirá la erosión de su nivel de eficacia en el corto-mediano plazo”.
Para Agustín Etchebarne, director general de la Fundación Libertad y Progreso, “el problema no es el tipo de cambio sino el déficit fiscal y la inflación. Todo está atado entre sí”.
Un factor clave para equilibrar todas estas variables es la llegada de un importante caudal de dólares.
Un aspecto que juega a favor del Gobierno, y que le dio una bocanada de aire en las últimas semanas, es la exitosa colocación de bonos de Prat Gay en el exterior, por unos u$s16.500 millones.
De ese total, tras los pagos de deuda a los holdouts y a los holdin, quedaron alrededor de u$s3.500 millones en concepto de reservas.
A este ingreso se le deberán sumar las divisas que de ahora en más ingresen a las arcas del Banco Central a través de la liquidación gruesa de los agroexportadores.
Si bien la última semana registró una caída del 30% y se ubica por debajo de los niveles del año pasado –por el impacto de las lluvias e inundaciones-, lo que ingrese –sumado a los dólares financieros- ayudará al Ejecutivo a que deba presionar menos sobre el tipo de cambio.
Incluso, una vez que el el BCRA liquide los contratos futuros (vendidos por Vanoli a fines de 2015 y que vencen antes de junio), en el mercado consideran que las tasas de interés comenzarán a descender de forma notoria.
Como el objetivo es reactivar la economía, la divisa estadounidense debería moverse al alza para recuperar competitividad de los productores regionales e incrementar las exportaciones.
Para el consultor Salvador Di Stéfano, el dólar se ubica muy cerca del piso de $14, luciendo “extremadamente bajo para la competitividad que tiene la economía argentina”.
En definitiva, los analistas están convencidos de que el Gobierno puede sostener la actual referencia a precio de “oferta” hasta junio, pero indican que el actual valor a menos de $15 no será la cifra definitiva que tendrá hacia fines de año.
El dólar de convertibilidad o “de equilibrio”, que es el que surge de comparar los pesos que circulan en la economía (base monetaria) con las reservas del BCRA (ahora engrosadas por las colocaciones de bonos), arroja un tipo de cambio teórico que, luego de liquidar distintos compromisos en divisas, se ubicará en un rango de entre $16,50 y 17,50.
Para Pedro Rabasa, director de Empiria Consultores y ex economista jefe del BCRA, el dólar debería estar “un par de pesos por arriba del actual” para ser competitivo.
¿Qué es lo que hará el Banco Central bajo la óptica del mercado? En la city gana consenso la idea de que la entidad no dejará que la divisa se atrase mucho más frente a la inflación. Sin embargo, el índice de precios no ofrece margen para llevarla al valor considerado “de equilibrio”.
Para Gabriel Zelpo, economista jefe de Elypsis, un valor adecuado del dólar para el funcionamiento de la economía, de cara a diciembre, debería ser del orden de los $18,50. Sin embargo, considera que Sturzenegger aplicará una estrategia “intermedia”.
“El Gobierno tratará de llevar el tipo de cambio a unos $17 para fin de año. No sería el precio ideal, pero ayudaría a mantener el nivel de competitividad”, agrega el experto, siempre y cuando la inflación efectivamente tienda a desacelerarse.
De acuerdo con la proyección realizada en abril por distintos analistas y bancos de inversión nacionales y extranjeros, reunidos por FocusEconomics, el precio promedio hacia fines de 2016 sería de $16,50.
Otra referencia muy observada es la que ofrece el mercado de futuros del Rofex, recinto donde se está negociando para diciembre un valor de $16,84. Esto representaría un alza de 16% desde mayo hasta fin de año.
Al trazar proyecciones para los próximos doce meses, los analistas consideran que hay espacio para una mayor devaluación.
Según Di Stefano, la expectativa del mercado es de una cotización de $19,22 para abril de 2017, lo que implicaría una expectativa de depreciación del 33,5%.
¿Cómo llega a esa cifra? Al precio actual le aplica la renta de los títulos en pesos (38%) y la de los bonos en dólares (4,5%).
Por lo pronto, el dólar sigue anesteciado y los inversores disfrutan “pedaleando la bicicleta” para sacar rédito de las altas tasas que ofrece el BCRA. Pero saben que esto no durará mucho tiempo más.