Por Alberto Benegas Lynch (h) – En nuestro mundo de hoy se observa que en su eje central no solo se ha hecho muy poco por conservar los valores esenciales de la civilización sino que se ha hecho bastante por demolerlos.
¿Qué significaría una presidencia de Donald Trump para América Latina? Después de la elección primaria de esta semana, el magnate es el virtual candidato del Partido Republicano. No hay que subestimar la posibilidad de que los estadounidenses elijan su versión de un populista, a pesar de que los expertos le dan la ventaja a Hilary Clinton
Los hechos son sagrados y las opiniones son libres. Por tanto, el periodismo de trinchera hace peligrar la objetividad. Sin embargo, los hechos no son sagrados, porque están sometidos siempre a refutación: los periodistas contamos las cosas como las vemos, y nos podemos equivocar, y mucho.
Cierta visión intuitiva invita a pensar que el actual derrotero tiene fecha de vencimiento y que, más tarde o más temprano, se tocará fondo para iniciar, desde ahí, una nueva era mucho más auspiciosa y prometedora.
En Estados Unidos siempre han coexistido la tentación de aislarse de los conflictos internacionales, prescrito por el famoso discurso de despedida de George Washington, y la propuesta alterna de Thomas Jefferson de concebir el “Empire of Liberty” como destino natural de un país que debía dedicar sus mejores esfuerzos a la expansión de la democracia y la protección de los desvalidos más allá de sus fronteras.
