El peronismo no es ningún ejemplo a seguir

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Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

A pesar de ser una corriente popular en Argentina y en el mundo, los resultados económicos del peronismo dejan mucho que desear.

Poco tiempo atrás leía que la agrupación populista, Podemos, de España, tenía pensado importar el peronismo a ese país. En palabras de su líder, Pablo Iglesias, “Podemos tiene rasgos peronistas” y mucho de lo que proponen en materia de políticas públicas está en línea con el célebre movimiento argentino. Sin embargo, si Podemos lograra efectivamente su cometido, ésta no sería una buena noticia.

El peronismo es el movimiento político que surgió con Juan Domingo Perón durante la década del ‘40 y que marcó un antes y después en la sociedad argentina. En economía, el de Perón posee el dudoso mérito de haber sido el primer gobierno en llevar la inflación por encima del 50% anual en 1951. Como rasgo característico, además, el peronismo fue siempre crítico del capitalismo, amante del gasto público exacerbado, adicto a los controles de precios y cultor de la tristemente célebre frase “vivir con lo nuestro”, que refiere explícitamente a cerrar las fronteras del comercio internacional.

Ahora  a pesar de tener 70 años de historia, el peronismo hasta hace pocos meses gozó de muy buena salud en Argentina. Como explica Emilio Ocampo, desde el regreso de la democracia, en 1983, 76% del tiempo el país estuvo gobernado por un presidente peronista. Entre 1989 y 1999, fue Menem quien alzó las banderas peronistas. Desde 2002 a 2015, la tarea correspondió a Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

Si bien hubo diferencias entre cada uno de estos presidentes, todos ellos ascendieron al poder por su afiliación y defensa del partido de Perón. El peronismo de Menem privatizó empresas y mantuvo el tipo de cambio fijo con déficit fiscal. El peronismo de Duhalde abandonó el “1 a 1” y devaluó la moneda, pero consiguió superávit de las cuentas públicas. El peronismo de los Kirchner fue más parecido a aquél de la década del 40 y del 50: inflación, control de precios, cierre de la economía y una profunda destrucción del clima institucional y de negocios en el país.

Durante el mismo período, algunos de los países de la región tomaban un rumbo diferente. Tanto Chile, como Perú y Colombia fueron dándose cuenta que el camino del progreso venía de la mano de la apertura al comercio, el mayor equilibrio de las cuentas públicas, una baja inflación y también una menor deuda pública.

En definitiva, una mayor cercanía con el capitalismo y el respeto por las instituciones republicanas.

Los resultados de los diferentes caminos tomados pueden observarse en el cuadro de abajo. Allí se observa la evolución del PBI per cápita de cada uno de estos países desde 1983 hasta el 2016 de acuerdo a las estimaciones y proyecciones del FMI.

2016.06.21_Peronismo

Como puede verse, el país en donde más ha crecido el ingreso promedio de sus habitantes es Chile, que pasó de tener un PBI per cápita de USD 1.754 a uno de USD 12.938. La variación es un espectacular 638%. En segundo lugar está Perú, cuyo ingreso por habitante avanzó nada menos que 445%. Le sigue Colombia, con una suba de 191% yrecién en cuarto lugar se ubica Argentina, el país que era más rico que todos los demás en el año de partida, 1983. En dicho año, Argentina tenía un PBI per cápita de USD 4.244, mientras que según el FMI en 2016 este número será de USD 10.051, 22% inferior al chileno.

Alguno tal vez piensa que esta pobre performance económica tiene como contrapartida un buen desempeño en el plano social, como si existiera un intercambio entre una y otra cosa. Sin embargo, nada de eso sucedió. En promedio, desde 1968 a 1989 la pobreza en Argentina alcanzó al 14,7% de la población. Sin embargo, de 1989 a 2015 la misma se duplicó, promediando el 29,7%.

El peronismo resultó devastador para la economía Argentina. Si nuestra riqueza hubiera crecido al ritmo de Perú, Colombia y Chile, hoy tendríamos un ingreso comparable al de un país europeo. Los rivales políticos del peronismo también tienen su cuota de responsabilidad. Es que por más críticos que hayan sido, ninguno se atrevió a rechazar con firmeza las banderas del mítico movimiento populista de Argentina.

El daño económico que el peronismo originó en nuestro país está a la vista de todos. A la luz de ellos, uno no sabe si reír o llorar cuando alguien quiere tomar a esta expresión política como ejemplo a seguir.

Publicado originalmente en PanAmPost.

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