Consejero Académico de Libertad y Progreso
La primera y sorprendente noticia fue que no hubo sorpasso. Antes de las elecciones la opinión mayoritaria, incluidas las de las diversas encuestas, era que Pablo Iglesias, tras lo que se consideraba la muy diestra maniobra de aliarse con Alberto Garzón, tenía prácticamente asegurada la victoria sobre el PSOE. Era habitual pronosticar la dimisión de Pedro Sánchez, y un escenario donde Iglesias, desde una posición encumbrada, podría pasar a engullir a los socialistas, con o sin algo parecido a un frente popular. Por lo tanto, hemos pasado de sorpasso a sorpresa.
La segunda noticia sorprendente, y vinculada con la anterior, es que Ciudadanos no se mantiene, que era lo que todo el mundo predecía, y que el PP ni se mantiene ni cae, que era lo que se anticipaba hasta en las propias encuestas a pie de urna de ayer a las ocho de la tarde. Mariano Rajoy ha obtenido un buen resultado, y posiblemente la campaña del “voto útil” haya servido para arrebatarle apoyos populares a Albert Rivera en beneficio de Rajoy y los suyos.
La tercera noticia es la frustración de la coalición Unidos Podemos, cuyos dirigentes no ocultaban ayer su decepción: las urnas les han dado unas cifras relativamente peores que lo que anticipaban casi todas las encuestas.
Pero la verdadera sorpresa es la cuarta noticia. Resulta que, después de tantos cambios y tantos sucesos no previstos, la situación es…bastante parecida a la registrada después de las últimas elecciones de diciembre. Conclusión inquietante, pues: hemos pasado de sorpasso a sorpresa, y de sorpresa a marmota.
En efecto, no se ha producido un movimiento bascular del electorado de modo que el centroderecha aventaje apreciablemente al centroizquierda, ni al revés. No habiendo una clara mayoría de izquierdas, la opción frentista se desdibuja en cierta medida.
De tal manera que empezaremos a hacer las mismas cábalas que hicimos antes. Ha dicho Rajoy que su conducta será igual que la anterior. Para seguir con la marmota, Pedro Sánchez puede repetir su oferta a Ciudadanos, y, ahora cargado de más razón, enfrentar a Pablo Iglesias a una nueva e incómoda decisión de negarse a apoyar un gobierno de izquierdas presidido por él, por Sánchez.
Por supuesto, la marmota puede cambiar, y los escenarios siguen abiertos, incluyendo alguna variante de “gran coalición”, y también otras posibles alternativas, hasta la apoteosis del “marmotismo”, que sería la repetición de las elecciones, una vez más.
Dos apuntes económicos y uno político, para terminar. El primer apunte económico es que, con todo lo que la incertidumbre puede afectar a la vida empresarial, la imposibilidad de que haya un gobierno de izquierdas con el populismo de Pablo Iglesias a la cabeza da un cierto respiro, porque se aleja el peor escenario para nuestra economía, que era el delirante programa en el que confluyeron populistas y comunistas. El segundo es que, igual que ha sucedido con el Brexit, se abren muchas oportunidades para usted y yo montemos una empresa de encuestas: no me dirá que no tenemos posibilidades…
Y el apunte político es que sospecho que, pese a todo, habrá finalmente Gobierno. Porque creo que, a pesar de sus diferencias, todos los dirigentes de todos los partidos están unidos en el interés de conservar su posición como tales. Y cuanto más tiempo pase sin que los políticos se pongan de acuerdo para gobernarnos, más probable es que una mayoría creciente de ciudadanos nos demos cuenta de que, en realidad, no los necesitamos.