Transformar la crisis energética en una oportunidad

Foto Agustin Etchebarne
Director General en 

Economista especializado en Desarrollo Económico, Marketing Estratégico y Mercados Internacionales. Profesor en la Universidad de Belgrano. Miembro de la Red Liberal de América Latina (RELIAL) y Miembro del Instituto de Ética y Economía Política de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. 

El requisito de la realización de audiencias públicas como paso previo aunque no vinculante, fue interpretado por la Corte Suprema como surge literalmente de su estipulación constitucional. Tal vez dentro de sus atribuciones para interpretar la intención de la norma por encima de su letra, la Corte podría haber recordado que en la fecha en que se instituyó la inflación había sido doblegada y cualquier aumento tarifario era real y no de mera recuperación inflacionaria. Con tarifas expresadas en una moneda que pierde valor y requiere ajustes frecuentes, una audiencia pública sólo incorpora ruido de usuarios molestos por la inflación que no fueron consultados en el día día en que las tarifas iban abaratándose en términos reales.

Pero el fallo de la Corte es el que fue, no es fácil decir que no se ajustó a derecho y la división de poderes impone obedecerlo. Debe ahora aprovecharse el fallo y las audiencias públicas como una oportunidad para que el gobierno haga algo superior a lo realizado hasta ahora.

El fallo dice que no es necesario hacer audiencias referidas al precio del gas en boca de pozo si se permite que el precio se forme por el libre juego del mercado, tal como era en los 90. Resulta que esta es la mayor parte del costo del gas que llega al domicilio y es justamente donde está el principal cuello de botella. Si el precio del gas recibido por el productor resulta del mercado,se soluciona una gran parte del problema. Sólo las tarifas aplicadas al transporte y la distribución se fijarían luego de las audiencias. Esto permitiría devolverle competitividad y previsibilidad al “up stream” del sector gasífero.

Está pasando el invierno y los consumos domiciliarios de gas serán menores, dando tiempo a la gente a ir acomodando su gasto.

El próximo salto importante en las facturas, pero de electricidad, vendrá con los primeros calores, tal vez en diciembre. En este servicio cabe otra medida para reducir el consumo. Es liberar completamente la importación de lamparitas LED, lo cual reduciría su precio a menos de la mitad. También debería liberarse la importación de artefactos eléctricos de mejor tecnología que consumen la tercera o la cuarta parte de la mayoría de los actualmente en uso. Esto reduciría el impacto de las facturas eléctricas.

Un grupo de estudiantes del ITBA acaban de ganar un concurso de ideas para el cambio climático convocado por una prestigios universidad tecnológica de los Estados Unidos, por recomendar algo simple para reducir la demanda mundial de energía.  Que los acondicionadores de aire  sean fabricados para que bajen la temperatura con un mínimo de 25 grados, no menor. De ese modo el ahorro de energía resultaría enorme. Vale para nuestra preocupación doméstica por el monto de las facturas. No creemos en imponerlo como obligación, pero sí es indispensable dar información a la ciudadanía de cuánto dinero se puede ahorrar mensualmente por cada aparato de aire acondicionado puesto en 25°.

Por último, de haber subsidios, es importante que se dirijan exclusivamente a las personas de menores recursos. Además, siendo posible ahorrar mucha energía con estos simples elementos, sería importante cobrar el costo completo del servicio a todos los usuarios y dar selectivamente subsidios en dinero efectivo a los más carenciados. De esta manera TODOS estarán incentivados a AHORRAR energía.

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