Consejero Académico de Libertad y Progreso
Hace dos siglos y medio, Adam Smith ironizó sobre “esos moralistas quejumbrosos y melancólicos, que perpetuamente nos reprochan que seamos felices cuando tantos de nuestros semejantes son desdichados, que consideran impío el regocijo natural ante la prosperidad, que no piensa en los muchos desventurados que en ese mismo instante están sometidos a toda suerte de calamidades, en la postración de la pobreza, en la agonía de la enfermedad, en el horror de la muerte, bajo los ultrajes y la opresión de sus enemigos”. Antes de Smith, y después de él, sin embargo, el quejarse sobre los males que nos asolan siempre ha sido una marca falsa de seriedad de espíritu y una muestra hipócrita de solidaridad.
Por ejemplo: ¿es España un país donde la violencia sea grave y además se agrave? Muchos dirían que así es. Muchos, pero no los datos. Como informó Roberto R. Ballesteros en El Confidencial, España era en 2015 un país más pacífico que hace 12 años, y ya está entre los tres países con menos homicidios de toda la Unión Europea. “El número de homicidios ha caído en picado desde entonces. En concreto, de los 1.366 asesinatos que se registraron en 2003 ha pasado a poco más de 300 en 2014, cifra que volverá a reducirse previsiblemente en el presente ejercicio, ya que hasta el mes de junio hubo tan sólo 125 homicidios (por los 170 que se registraron en los primeros seis meses del año anterior). En paralelo, la tasa de asesinatos por cada cien mil habitantes también se ha reducido considerablemente desde los algo más de 3 puntos que había en 2003, según señaló entonces el Instituto de Estudios de Seguridad y Policía, a los menos de 1 de la actualidad”.
Es tal el torrente de información y de opinión sobre la llamada antes violencia de género y ahora, para ser más explícito, la violencia machista, que uno podría pensar que esa violencia es la que más vidas se cobra violentamente en España. En un ámbito muy diferente, pero que también desemboca en la pérdida de vidas humanas, a tenor del interés político y mediático uno diría que en España los muertos en accidentes de tráfico representan la causa más importante de muertes no naturales en España. Sin embargo, las dos ideas son falsas. La causa más importante de muertes no naturales en nuestro país no es la violencia que los españoles perpetramos contra otros españoles sino la que perpetramos contra nosotros mismos.
Leí en un reportaje de José M. Osés en El Mundo que según un estudio del profesor José Muñoz Clares, “el número de suicidios es lo más preocupante: supera a la suma del número de asesinados, fallecidos en accidentes de tráfico y víctimas de violencia de género”.