El pensamiento único cultiva la ficción según la cual al totalitarismo se lo previene con la educación, como si Alemania no hubiese sido un país culto antes del nazismo, o Cuba hubiese sido un país atrasado en 1959.
Es un dilema que comenzó a manifestarse hace un siglo, primero levemente y luego con fuerza, después de la crisis del 30. A partir de entonces se fue abriendo una brecha cada vez más grande entre la realidad y el ideal de progreso al que aspiraba la mayoría de los argentinos.