Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
De los 102 mil estudiantes que se recibieron el último año, 34 mil salieron de las carreras de Derecho y Económicas: uno de cada tres. Mientras tanto, el país necesita incrementar considerablemente el número de ingenieros. A modo de ejemplo, según un informe del Centro de Estudios de la Educación Pública, por cada 100 abogados se gradúan solamente 31 ingenieros.
¿Cómo no perder oportunidades de desarrollo en un mundo cada vez más tecnologizado, como lo es en el que hoy nos toca competir, si no contamos con suficientes profesionales en áreas tan estratégicas como lo son las diversas ingenierías? ¿Cómo puede el Estado reorientar a nuestros jóvenes a optar por las carreras que el país realmente necesita?
Es claro que estamos partiendo de una premisa equivocada. En la Argentina no se gradúan, por ejemplo, abogados en lugar de ingenieros por error, sino porque nuestra realidad así lo incentiva. Por ende, no es posible reorientar las elecciones de los jóvenes; sus elecciones dependen de la realidad que perciben.
En la Argentina hablar de libertad carece de entidad. Pocos países deben poseer un mayor número de absurdas leyes y regulaciones. Ilustrarlo es sencillo. ¿Se imagina el lector no contar con un contador para preparar su declaración anual de impuestos? Impensable; sin embargo, en otras latitudes es innecesario, los ciudadanos la realizan por sí mismos.
Emprender cualquier proyecto de inversión puede demandar meses de trámites de abogados especializados, cuando en otras tierras puede ser cuestión de días. Por otra parte, los juicios laborales son cotidianos y no por casualidad, sino porque la legislación así lo incentiva.
¿Qué otro tema, además del blanqueo, ocupa hoy el interés de un sinnúmero de argentinos? Honestos compatriotas, que frente a episodios como los vividos en las crisis del 2001/02 optaron por preservar sus ahorros en el exterior, enfrentan ahora la decisión de blanquearlos para no ser considerados delincuentes, aún cuando muchos de ellos pagaron regularmente el impuesto a los bienes personales pero no especificaron que sus ahorros se encontraban a buen recaudo en el exterior. Hoy de optar por blanquear incrementarán ficticiamente su patrimonio con los costos fiscales que ello representa.
Por ello no existe un exceso de oferta de graduados en Derecho o Económicas, su demanda bien lo justifica.
Cuando un egresado del secundario elige la carrera a seguir toma en cuenta, además de su vocación y las becas existentes, las posibilidades de crecimiento que le brindará en un futuro. Si la Argentina necesita ingenieros eso debería verse reflejado en los salarios; pero una queja usual de quienes trabajan en áreas técnicas de empresas es el no estar bien pagos en relación a áreas comerciales y financieras, y el tener un menor techo dentro de las organizaciones.
Esta Argentina no incentiva el estudio de las ingenierías, es una Argentina distinta la que lo haría. Una Argentina mucho más libre y desregulada. Una Argentina que premiase la iniciativa privada, el invertir en actividades productivas y tomar riesgos, en lugar de poner continuamente palos en la rueda.
Hasta ese entonces, que uno de cada tres graduados provenga de Derecho y Económicas es producto de nuestra realidad. Pretender lo contrario implicaría aceptar que el Estado todopoderoso puede hasta hacernos percibir una realidad virtual distinta de la actual, una realidad que atenta contra la productividad y la competitividad de nuestro país en un mundo cada vez más tecnológico.