Nuevos datos, mismo escenario

Foto de Hernan Bonilla

Consejo Académico, Libertad y Progreso

Los datos conocidos en las últimas semanas han sido mixtos, algunos positivos, otros negativos, pero no cambian las tendencias fundamentales de la economía uruguaya para el año en curso y el próximo.

La baja de la inflación, que ahora se ubica nuevamente en un dígito, es una buena noticia, pero el nuevo dato de desempleo fue malo, aunque en línea con lo esperado para 2016. Es relevante, sin embargo, más allá de los datos puntuales, vislumbrar los desafíos de corto plazo que quedan por desbrozar.

Durante un semestre nos acostumbramos a que la inflación se ubicara en cifras de dos dígitos. Gracias a la debilidad del dólar y a la baja de tipo de cambio en el mercado local, el dato mensual del índice de Precios al Consumo de agosto fue 0,57% y la inflación anualizada fue de 9,38%. Si bien el dato de agosto fue mayor al esperado, la baja del dólar fue suficientemente fuerte para arrastrar el índice general de precios. La parte positiva de la noticia consiste en que es probable que en lo que resta del año el IPC se mantenga por debajo del 10%, pero eso no debe hacer descuidar el fenómeno inflacionario y las presiones que subsisten.

En efecto, cuando finalmente la Reserva Federal decida comenzar a subir la tasa de interés de referencia y cuando la moneda estadounidense se aprecie, vamos a estar nuevamente al límite de que la inflación vuelva a las cifras que mostró en los últimos seis meses. Para evitarlo deberán complementarse las distintas facetas de la política económica, y no dejarle esa esforzada tarea sólo a la política monetaria o cambiaria.

Otro dato que se destacó, pero en este caso en sentido negativo, fue el alza de la tasa de desempleo, que se ubicó en julio en 8,6%. Comparado con el 7% que mostraba un año atrás, da cuenta del deterioro que viene sufriendo el mercado de trabajo que hace pensar en la pérdida de unos 30.000 puestos de trabajo para el año en curso. Este dato de la tasa de desempleo, el mayor en los últimos 8 años, confirma el diagnóstico de que Uruguay ha entrado en una nueva fase del ciclo económico, y llama a ser particularmente prudente en las negociaciones en los Consejos de Salarios actualmente en curso.

Es evidente que para cualquier trabajador es más importante la preservación de su fuente de trabajo, y por lo tanto de su ingreso, que si este varía un punto o dos más o menos en términos reales. Más allá de los voluntarismos que suelen dominar los debates de esta especie, al final del día la realidad es terca y cuando el mercado —cualquier mercado— no puede ajustar por precio lo hace por cantidad. Sería sano que en este año de estancamiento y pérdida de fuentes laborales la central sindical lo tuviera en cuenta para beneficiar a los trabajadores más expuestos a la pérdida de su puesto de trabajo.

Estos datos, junto a otros internos y variables internacionales, aunque alguno puede ser llamativo, confirman las proyecciones fundamentales. De allí que sea necesario insistir en que el país necesita una verdadera consolidación fiscal, vale decir, un déficit fiscalsustancialmente menor y una trayectoria menos riesgosa de la deuda pública. Quizá el año que viene sea mejor que el actual; en este hay que ser muy prudentes, controlar daños y recuperar la solidez fiscal y la coherencia de las políticas macroeconómicas.

Este artículo fue publicado originalmente en El País (Uruguay) el 9 de septiembre de 2016.

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