Licenciado en Economía (UBA, 2002), Master en Economía y Administración de Empresas (ESEADE, 2004) y Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC, 2009).
Profesor Titular Regular de Introducción a la Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam).
Contribuye en el blog Punto de Vista Económico y en Libertad y Progreso.
La victoria electoral de Donald Trump fue una sorpresa para la prensa internacional y para la mayoría de los analistas políticos y económicos. No sólo The New York Times o el Washington Post habían apostado por Hillary Clinton; los propios representantes del Partido Republicano le dieron la espalda al Nuevo Presidente de Estados Unidos. De esta manera, lo primero que se debe notar tras la victoria de Trump es el golpe a la política tradicional. El pueblo norteamericano ya no quiere seguir por la misma línea. Surgirá a partir del 20 de enero, una nueva forma de hacer política.
Al margen del Trump persona, calificado con justicia como una persona machista, racista y xenófoba, su política económica preocupa a nivel internacional por su declarado interés en terminar con ISIS. Su declaración de que “tienen los días contados”, podría iniciar a nivel global tiempos de guerra, que claramente han asustado a los mercados globales.
No sólo ello. En su interés por cuidar el interés de los norteamericanos, Trump ha señalado que corresponde a todos los miembros de la OTAN contribuir al financiamiento de este ejército que lucha por la paz global; y si es así, solicitará a todas las economías del planeta unirse a su ofensiva contra ISIS a riesgo de abandonarlos a que se cuiden con sus propios medios.
Por otro lado, en su plan de re-industrialización, preocupa a Trump los altos déficit comerciales que Estados Unidos acumula con México y China –los dos mayores perdedores de la jornada, junto con los musulmanes-. Apoyado en esa dependencia que tienen estos países para con Estados Unidos, Trump sugirió que solicitará a México que ellos mismos construyan un muro en la frontera con Estados Unidos para detener el proceso inmigratorio y también evitar el ingreso del Narcotráfico por esa vía. México se opuso a la construcción del muro, pero la negociación que se abrirá a partir del 20 de enero es compleja, puesto que tienen mucho más para perder que Estados Unidos si de deroga el tratado de libre-comercio vigente.
Al des-aceleramiento chino, una renegociación comercial sólo puede agregarle problemas, pero Trump parece no advertir que la exportación y la importación son dos caras de la misma moneda. Si Estados Unidos deja de recibir importaciones chinas, éstos pueden dejar de comprar bonos americanos para financiar la monumental deuda norteamericana.
¿Cómo impacta esto en América Latina? Insisto en señalar que Trump significa más riesgo. Riesgo de proteccionismo y de guerra global. Con estas señales, el mercado se vuelve más conservador, y entonces surge una necesidad por cambiar activos riesgosos por otros de mayor calidad. Las oportunidades que América Latina tiene hoy para ofrecer, o incluso la Argentina, están fuera del alcance que estos inversores ahora más moderados pueden estar interesados en tomar. Trump significa entonces menos inversiones en la región, y tasas de interés más elevadas para aquellas economías, que como la Argentina, esperan continuar con políticas deficitarias y de endeudamiento.
En otros términos, si ya antes de esta noticia urgía que Macri emprendiera un fuerte ajuste fiscal, ahora el costo de tomar deuda será mayor.
Es cierto, hay algunas señales positivas en la asunción de Trump, como su promesa de “revolución fiscal”, que implicaría una fuerte baja impositiva para familias y empresas, lo que ayudará a fortalecer el endeble crecimiento económico y terminar con el Estado de Bienestar norteamericano que Obama contribuyó a formar y que han puesto a la primera economía del mundo en jaque. Pero estas políticas que terminarían con el ObamaCare, entre otros programas que hoy contribuyen al déficit fiscal norteamericano, resultan de impacto local y muy pequeñas en relación con los riesgos que Trump significa.
El primer discurso que ofreció tras conocerse su victoria electoral, mostró un Trump más moderado que aquel que conocimos en campaña. Habrá que esperar para conocer si modera también el modelo económico proteccionista que ha promovido, y hasta dónde pretenderá llegar con su nueva política exterior.