Lineamientos para la reforma tributaria

El año 2016 terminó con la noticia que debió haberlo empezado. Los titulares de los principales diarios el 31 de diciembre de 2016 rezaban “Macri planea cambiar el IVA, Ingresos Brutos y el impuesto al cheque”. Con mayor virulencia, ese debió haber sido el titular de los diarios del día 1/1/2016.

Lamentablemente hemos perdido mucho tiempo. Argentina no tiene ningún tipo de viabilidad sino debate y reformula la cuestión impositiva, el gasto público y la nefasta legislación laboral con urgencia. Cualquier otra cuestión es en el mejor de los casos paliativos de izquierda o de derecha. Meros placebos para satisfacer alguna necesidad de corto plazo.

Las causas de la debacle argentina desde mediados del siglo pasado es el tremendo crecimiento del gasto, los impuestos, las regulaciones y consecuentemente la pobreza. La única política de estado que han compartido todas las administraciones civiles y militares desde 1950 es “el incremento impositivo” y el incremento en el gasto público.

Hoy la voracidad fiscal es insostenible. Frena todo tipo de inversiones (nuevas y de reposición) e invita a comportamientos nocivos por parte de contribuyentes (evasión) y del propio estado (multiplicación de impuestos).

La reforma tributaria debe ser integral, de shock, y determinante. Será peor el remedio si el gobierno y la oposición debaten la reforma de la misma manera pueril e irresponsable que debatieron el impuesto a las ganancias en noviembre y diciembre de 2016.

El debate y la reforma deberá darse conforme a los siguientes lineamientos básicos:

  1. La necesidad de establecer un “techo legal” a la exacción impositiva: La carga tributaria total es decir la sumatoria de todos los impuestos nacionales, provinciales y municipales no podrá supera cierto límite fijo (30%, 33%, ó 35% de los ingresos). De esta manera la ciudadanía, empresas e inversores tendrán previsibilidad plena para pensar y hacer sus proyectos. Cualquier impuesto adicional que supere ese límite será confiscatorio y por lo tanto inconstitucional y no aplicable. Este principio, de llevarse a cabo generará un tsunami de inversiones puesto que por primera vez en la historia el límite estará a favor del contribuyente. Sería ideal que la Corte Suprema establezca una acordada de techo impositivo que funcione como límite institucional a la voracidad fiscal.
  2. Olvidarse de la falacia del “impuesto progresivo”. No existe tal cosa como “impuesto progresivo” pues toda exacción tributaria redunda en menores ingresos reales para los más pobres. El “impuesto progresivo” no es otra cosa que una excusa para crear más impuestos. Cuando los impuestos los pagan “solo los ricos” lo que sucede es que éstos pierden capacidad de compra que a su turno redunda en menor demanda para bienes y servicios provistos por los pobres. Por tanto, el impacto negativo reduce la capacidad de compra de éstos últimos tanto como a los ricos. La  historia tributaria argentina muestra además que todos los impuestos inicialmente diseñados “para castigar a los ricos” terminaron gravando también las rentas de los pobres. (Impuesto a los combustibles, ganancias, bs. Personales, etc).
  3. Menos impuesto es más recaudación. Los políticos hacen cuentas lineales donde concluyen que tasas más bajas representa menos ingresos tributarios. Eso es falso. La curva de Laffer lo demuestra. En el caso argentino superamos largamente el punto óptimo fiscal (aquella presión tributaria que maximiza la recaudación) por tanto toda reducción de impuestos generará más incentivos al blanqueo de los flujos, y a la creación de mayores “bases imponibles” debido a la inversión.
  4. El contribuyente no es un esclavo. Debe eliminarse todos los mecanismos de retenciones y percepciones en todos los niveles (Nación, provincias y ahora ¡municipios!). Los contribuyentes no pueden estar obligados a realizar trabajos no remunerados (cobranzas a favor de los gobiernos) y mucho menos a pagar el costo financiero de anticipar el tales impuestos.
  5. Los bancos deben estar al servicio de la producción y no de los fiscos nacionales y provinciales. El sistema financiero argentino es en rigor una red de sucursales de la AFIP. Basta ver un estado de cuenta bancario para observar que por cada movimiento privado hay no menos de cinco movimiento referido a impuestos y pagos a cuenta de tributos provinciales.
  6. Debemos recordar los principios tributarios formulados en La riqueza de las naciones de Adam Smith en 1776:
    • Principio de certidumbre: “el impuesto que cada individuo está obligado a pagar debe ser fijo y no arbitrario. Cuando esto no ocurre todos los que están sujetos al impuesto se encuentran más o menos a merced del recaudador”.
    • Principio de comodidad: “Este principio señala que todo impuesto debe de ser recaudado en el tiempo y lugar que más convenga al contribuyente. Este principio no solo señala que debe existir un proceso de recaudación eficiente y amigable con los ciudadanos, si no que debe tomar en cuenta el lugar y la fecha del pago del tributo, la cual debe ser en la época del año donde sea más probable que se disponga de los medios para pagarlo”.
    • Principio de justicia y equidad: que los súbditos de cada Estado deben contribuir al sostenimiento del gobierno en una proporción lo más cercana posible a sus respectivas capacidades.
    • Principio de economía: “Un impuesto puede tomar o quitar del bolsillo de la gente bastante más de lo que ingresa en el tesoro público”.

Adam Smith, menciona las cuatro causas que pueden hacer que un impuesto sea calificado de incosteable y por lo tanto antieconómico: “El empleo de un número innecesario de funcionarios para el cobro de los impuestos. Los impuestos opresivos a la industria que merman el desarrollo económico. Las confiscaciones y penalidades que la mayoría de las veces pueden resultar molestas para el contribuyente”.

Argentina necesita una reforma fiscal de shock, sin miedos ni culpas ni falsos conceptos. Es necesario bajar y simplificar los impuestos en todos los niveles, sin titubeos ni excepciones.

En el mundo hay reformas tributarias exitosas como los casos de Estonia e Irlanda, donde establecieron impuestos únicos y abolieron toda la estructura tributaria sin temor de un día para el otro. El éxito en la recaudación fue tal que año tras año continua baja de impuestos y pari pasu las inversiones externas han convertido a estos dos países en los milagros económicos de Europa.

La economía Argentina es un paciente que requiere un shock urgente. Está convaleciente, con signos vitales débiles, buena parte del cuerpo quebrado y principios de gangrena social. No hay tiempo para el debate.

“Gradualismo o shock” es una falsa disyuntiva cuando el paciente está muriendo. Espero que nuestra dirigencia política esté a la altura que la historia lo demanda. No hay tiempo. Las mochilas son muy pesadas y los contribuyentes agonizan.

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