Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
EL CRONISTA – Ha sucedido una cosa horrible en la Casa Blanca. El presidente Donald Trump ha expresado oficialmente que los neo-nazis, los KKK y los llamados partidarios de la supremacía blanca que iniciaron el acto de violencia el sábado 12 del corriente en Charlottesville están a la misma altura moral que la manifestación que luego se apersonó en el lugar.
El sábado 12 fue la primera declaración del presidente en el sentido consignado, el lunes 14 leyendo en su telepronter (apuntador electrónico manejado por el orador con un pedal) a raíz de muchas protestas de sus colegas en el Partido Republicano, corrigió sus dichos pero el martes 15 volvió a las andadas en la misma dirección de su aseveración inicial.
Esta manifestación provocó el rechazo de empresarios que habían sido designados en el Manufacturing Council Strategy por lo que renunciaron a sus cargos en señal de protesta. También varios generales y almirantes en actividad protestaron aireadamente por lo que había expresado su Comandante en Jefe (por ejemplo, el General Robert B. Neller y el almirante John Richardson) y varios senadores y ex presidentes del partido del presidente rechazaron con vehemencia sus comentarios (por ejemplo, los Bush, padre e hijo, John McCain, Marco Rubio, Paul Rayan, Jeff Flake, Todd Young, Orrin Hatch, Ileana Ross-Leuthien).
En los medios fue criticado con la severidad del caso por muchos periódicos locales y, a nivel nacional, especialmente The New York Times y The Washington Post y en televisión CNN (detenidamente con la conducción de Anderson Cooper) y en Fox News principalmente por el colaborador de esa emisora Charles Kranthammer.
Donald Trump había mostrado su xenofobia en la campaña electoral y fue lo que explicó su trifulca inicial ya en el gobierno con fallos del poder judicial sobre la materia, también sus inapropiadas expresiones con sus colegas en el poder legislativo cuando sucumbió su proyecto respecto a la salud que no pocos sostuvieron que era peor al vigente de Obama.
Inauguró su gestión con insultos a periodistas que en lugar de manifestar las razones de sus desacuerdos, decidió agredirlos con insultos como el señalar que son deshonestos y echarlos de conferencias de prensa en la Casa Blanca como si el lugar le perteneciera.
En otros temas Trump insiste con el establecimiento de un sistema cerrado al mejor estilo latinoamericano en el peor sentido de la expresión. Asimismo, propone reducir impuestos lo cual es muy loable pero henos aquí que simultáneamente sugiere elevar el gasto público lo cual sería financiado con nuevo endeudamiento, el cual ya se encuentra en más del cien por ciento del producto bruto.
Pero el eje central de la presente nota se refiere a la posición de nada menos que del gobernante del país otrora el bastión del mundo libre y que ahora refleja en la persona del presidente una actitud repugnante e inaceptable.