Revista Prensa Económica Año XLIII- Nro 335 – 2017 Página 33 Perspectivas 2017 – 2018
Si se le pregunta a un empresario o trabajador del sector productivo qué piensa del ajuste gradual que planteó el Gobierno, lo mirará a uno como a un loco y le dirá que fue de shock y no gradual. Lo cual es cierto; ya que él tuvo que hacer ajuste que le tocaba para sacar el país del desmadre que dejó el anterior Gobierno, más el que no hizo el Estado. De hecho, la única baja de gasto fue la reducción de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, o sea que también lo hizo la gente y las empresas. Así es como, también, ha sido lenta la reactivación; ya que el sector productivo está saliendo de un profundo pozo cargado una pesada mochila con un monstruo inútil, el Estado Nacional, provincial y municipal. Es una suerte que a duras penas esté logrando salir y, lo peor, es que si el sector público sigue sin hacer su parte del ajuste, cuando el sector productivo asome afuera del pozo, le vamos a pedir que corra y mejor agradezcamos si puede caminar. O sea, en el caso más optimista nos espera un crecimiento mediocre de alrededor de 3% para los próximos años, cuando podríamos desarrollarnos a tasas de hasta el doble de eso.
Las elecciones legislativas tendrán un impacto fuerte sobre el nivel de actividad de los próximos años; ya que mostrarán en qué medida los argentinos queremos mantener este esfuerzo de encaminar al país a ser uno normal o estamos más dispuestos a volver al anterior rumbo a ser Venezuela. Ese dato será determinante para que los argentinos y extranjeros queramos invertir más o menos en el país. En el primer caso, estaremos en el sendero anteriormente descripto; pero, en el segundo, difícilmente logremos mantener esas tasas de alrededor al 3% e, incluso, podría abortarse la reactivación. Un factor adicional de riesgo es la debilidad fiscal de la Argentina, la decisión de no hacer un ajuste del gasto público implica mantener niveles elevados de déficit y con dificultades para bajarlo, o sea tenemos una alta demanda de endeudamiento. Si hubiera una crisis internacional en los próximos dos años sería difícil que eso no impactara duramente en nuestro país, incluso al punto de internalizarla.
La inflación muestra dificultades para bajar y para cumplir las metas planteadas fundamentalmente porque el Banco Central (BCRA) tiene un solo instrumento de política para actuar, la monetaria. O sea, emitir más o menos pesos. Sin embargo, con una bala pretende darle a varios blancos, por lo que no le da a ninguno. Emite pesos para financiar el déficit del Gobierno ($150.000millones); para bajar la tasa de interés y aumentar el crédito interno porque el Estado toma gran parte de él dejando poco al sector privado; y para comprar dólares y sostener el tipo de cambio porque la Nación y provincias se endeudan en el exterior e inunda el mercado doméstico de divisas, haciendo bajar su valor interno. O sea, por licuar los problemas que genera el enorme gasto público de los tres niveles de Estado, que deriva en un peligroso déficit fiscal, termina incumpliendo las propias metas de inflación. Dado que esto no se prevé que cambie, la situación seguirá igual y el régimen de metas de inflación habrá dejado de existir, no porque fueran muy duros los objetivos o no funcione, sino porque el BCRA optó por no priorizar su cumplimiento o fue incapaz de lograr el compromiso asumido.
Lo malo es que los problemas que el BCRA pretendió resolver no tuvieron real solución. Alimentar el crédito interno con emisión sólo transfiere capacidad de compra a los beneficiados por los préstamos a costa de la pérdida de poder adquisitivo que le generó la inflación al conjunto de la gente; por lo que no aumenta la demanda interna ni el nivel de actividad. Sostener o subir el tipo de cambio depreciando el peso hace que primero suba el valor local de las divisas extranjeras; pero luego, como el metro que se achica es el mismo, lo veremos reflejado en el precio de los bienes en las góndolas y, con algo más de tiempo, en los de los servicios. O sea, volverán las quejas por un atraso cambiario que no existe; ya que lo que hay es un dólar barato debido al fuerte endeudamiento externo del Estado y a una economía todavía muy cerrada que demanda pocas divisas para importar bienes. Por lo tanto, o exigimos a los gobiernos Nacional, provinciales y municipales que resuelvan el enorme problema que generaron con el excesivo gasto público o los pronósticos futuros para la Argentina son, con suerte, pobres y, en el peor de los casos, vivir alguna nueva crisis.
Variables | 2017 | 2018 |
PBI (% var. ia) | 2,9 | 3,2 |
Consumo (% var. ia) | 3,1 | 3,0 |
Inflación (% var. ia) | 23,0 | 16,7 |
Inversión (% var. ia) | 7,5 | 9,3 |
Tipo de Cambio ($ / US$) | 18,0 | 20,2 |
Exportaciones (F.O.B.) | 59.594,6 | 60.471,0 |
Importaciones (C.I.F.) | 60.042,4 | 63.505,7 |
Balance Comercial (F.O.B. / C.I.F.) | -447,8 | -3034,7 |
Reservas int. (MM de US$) | 56.295,0 | 58.681,7 |
Resultado Primario (% PBI) | -4,7 | -4,0 |
Desocupación (% fin de año) | 7,3 | 6,8 |