Consejero Académico de Libertad y Progreso
El Periódico de Sotogrande – Además de las graves tensiones políticas, en las últimas semanas la economía ha adquirido protagonismo en Cataluña, a raíz de la salida de bancos y empresas, que empezó siendo un goteo y puede convertirse en riada.
Esta posibilidad fue una y otra vez negada por las autoridades nacionalistas. Ya en 2015 los bancos advirtieron del riesgo si la independencia era declarada de manera unilateral. Pero Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, lo desmintió de manera tajante: “no se marchará nadie”, aseguró.
En realidad, sucedió justo lo contrario: las empresas se marcharon, y lo hicieron además en un número superior a las previsiones. Si la situación no se encauza, y en particular si empeora, todo indica que esa huida de empresas alcanzará dimensiones significativas.
¿Qué impacto puede tener eso sobre la economía? Luis Garicano y Francisco de la Torre, economistas del Partido Ciudadanos, analizaron el tema desde el punto de vista de la Hacienda Pública de una posible Cataluña independiente. Su conclusión fue que, como el Impuesto de Sociedades es un gravamen del Estado (salvo en Navarra y el País Vasco), el cambio de sede de empresas no tendrá un efecto cuantioso sobre la recaudación. Pero añadieron que el impacto más importante no será ese, sino que una Cataluña independiente no podría cobrar impuestos, porque le faltaría no sólo el sistema informático o el personal especializado para hacerlo, sino especialmente la información que la Agencia Tributaria recibe de bancos y empresas: “Sin grandes empresas, incluso teniendo una Hacienda propia que la Generalitat no tiene, no es posible la recaudación”.
Ahora bien, dejando aparte la cuestión fiscal, las consecuencias que la fuga de empresas tendrá sobre la economía catalana será muy probablemente negativa, aunque no sepamos con exactitud el porcentaje que representará en la caída del PIB. El efecto de imagen es muy perjudicial, y dañará al ahorro, la inversión y el empleo.
Cabría argumentar que una Cataluña independiente podría convertirse, como dijeron algunos líderes nacionalistas, en una nueva Suiza, en un marco de libertad y seguridad jurídica que dieran lugar a un paraíso de prosperidad. Puede ser. Pero yo que usted no apostaría.
Este artículo fue publicado originalmente en El Periódico de Sotogrande (España) el 23 de octubre de 2017.