Fundador y Presidente de @FundacionBases (Rosario, Argentina). AEIOU.
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Con tan sólo un centavo el gobierno nacional puede hacer mucho para bajar el gasto.
Todos sabemos que el Estado gasta mal, muy mal. También sabemos que la filosofía del gobierno es el gradualismo. Entonces, ¿qué puede hacer el gobierno para bajar el gasto en forma gradualista? Acá va una propuesta imposible de resistir.
De cada peso que el gobierno nacional tiene presupuestado gastar en 2018 que se ahorre un centavo. Es decir, que cada programa, plan, ministerio, proyecto, obra, etc. presupuestados para el año próximo sufra una “poda” de un centavito por cada mango que tienen para gastar.
De esta manera, tan sencilla y gradual, bajamos el gasto público nacional proyectado para 2018 en un 1%.
Pero… ¿se puede hacer esto? No le estaríamos sacando fondos imprescindibles a ciertas áreas “clave” tales como los “planes sociales”, Asignación Universal por Hijo (AUH) y demás partidas asistencialistas.
Para contestar sobre la factibilidad de esta propuesta, tenemos que pensar un poco en cómo gasta el Estado.
En Canadá también pasa
Esta es una historia real, se los juro. La pueden corroborar acá, acá y acá.
En el Distrito de Etobicoke (Ontario – Canadá) vive un señor de 72 años llamado Adi Astl. Astl tenía un problema. Para acceder a un jardín del Tom Riley Park sus vecinos debían hacerlo a través de una pendiente bastante inclinada e incómoda. Tanto el Sr. Astl como su esposa vieron a varios de sus conocidos rodar barranca abajo debido a lo malo del acceso.
Por tanto, Astl decidió tomar cartas en el asunto. Con algunos vecinos que aportaron los fondos necesarios para comprar la madera para ocho escalones y un pasamanos. Contrató a un homeless y con su ayuda construyó una bonita escalera para acceder al parque de una manera más segura y civilizada. El costo total de la obra: 550 dólares.
Viene al caso recordar que, según Transparency International, Canadá es el 9no país con menor percepción de corrupción del mundo. ¿Por qué? Porque las autoridades municipales habían calculado la obra entre unos 65 mil y 150 mil dólares.
Nótense dos cosas. La primera: el presupuesto municipal, por llamarlo de alguna manera, es disparatado. Nadie en su sano juicio contrataría a alguien para hacer una reforma en su casa que le pase un presupuesto con una posible variación de 130%. La segunda: el Sr. Astl gastó entre 118 y 272 veces menos de lo que planeaba hacer la municipalidad con “la plata de todos”.
Y esto no termina aquí. En una muestra de fervor burocrático delirante, las autoridades demolieron la escalerita del Sr. Astl.
El intendente admitió que el presupuesto de entre 65 y 150 mil dólares era muy exagerado pero explicó que “todo el mundo entiendo que no vamos a poder construir la escalera por 550 dólares”. La municipalidad estima hacerlo por unos 10 mil dólares. Tan sólo 18 veces más caro que lo del Sr. Astl.
Brasil, la la la la
Puede que las mentes escépticas estén pensando que un caso como el de Astl es posible en países como Canadá, con una sociedad civil más fuerte que las nuestras. Los latinoamericanos no estamos para esas cosas… Si pensás así, estás completamente equivocado.
Barra Mansa es un municipio a 130 km de la ciudad de Río de Janeiro. En dicho ciudad hay dos barrios muy pobres llamados Nova Esperança y São Luiz. Entre ellos se interpone un riachuelo. Para que sus habitantes crucen al otro barrio, debían caminar más de dos km. Hartos de esta situación, peticionaron al gobierno municipal la construcción de un puente. La respuesta municipal fue que no había dinero, dada la crisis financiera.
Los vecinos no se quedaron de brazos cruzados. Para ellos era fundamental disponer de un puente ya que, mientras uno de los barrios tenía un centro de salud, el otro poseía la parada del colectivo que iba al centro. Ambos eran motivos importantes para moverse de un barrio al otro casi constantemente. Decidieron entonces hacer ellos mismos el puente.
Y tal como en Canadá, las diferencias entre lo efectivamente gastado por los vecinos y lo presupuestado por la municipalidad es escandalosa: El costo del puente fue de 5 mil reales, mientras que el gobierno tenía pensado gastar 270 mil reales. En dólares del momento en que terminó la obra (mediados de 2016) fueron 1500 contra 81 mil.
Los vecinos lo hicieron 54 veces más barato de lo que lo hubiera hecho el municipio.
Mal/Gasto
En 2004 el gasto público argentino total era de alrededor de 25% del PBI. Hoy es de 45%. Muchos consideran que el Estado debe brindar seguridad, justicia, salud y educación. ¿Alguien cree que dichos servicios estatales son casi el doble de mejores que en 2004? Por supuesto que nadie piensa eso. El Estado por definición malgasta nuestro dinero. Por eso, a la explosión de gasto público no la siguió una mejora substancial los servicios que el Estado dice brindarnos sino la multiplicación de “cargos”, burocracia, corrupción, empleados públicos y programas delirantes como el “Fútbol para todos”.
Tal como explicó el Premio Nobel Milton Friedman, no hay peor manera de gastar que cuando uno gasta plata de otros en otros. Eso es lo que hace el Estado. Les saca plata a los contribuyentes para subsidiar a otras personas. Es la manera más irracional de gastar. Por eso, ya sea en Canadá o en Brasil, los presupuestos estatales no tienen nada que ver con la realidad. Por ello, las diferencias entre lo que efectivamente gastan los vecinos y lo que gastaría la subsecretaría X son tan abismales.
Y esto va más allá de un tema de simple corrupción. Los incentivos estatales para el gasto son todos perversos. En el paraíso de la transparencia de Canadá, lo que a un ciudadano de a pie le salió 550 dólares, al Estado le iba a salir entre 65 mil y 150 mil.
Ninguna persona de bien puede rasgarse las vestiduras porque le pidamos al Estado argentino que nos devuelva un centavo por casa peso que tiene pensado gastar en 2018. De hecho, podrían hacer un esfuerzo mucho mayor racionalizando la administración. Pero hoy estamos en el gradualismo. Muy bien, seamos gradualistas.
En septiembre el Ministro Nicolás Dujovne presentó el presupuesto. De dicha propuesta, que tengan la decencia de quitar solamente un centavo por cada pesito que piensan gastar. Sería sin dudas una muy buena señal de que la política también está dispuesta a hacer un esfuerzo por ajustarse y ayudar a las cuentas públicas. Y con este mero gesto, bajaríamos el gasto público del estado nacional en un 1% con tan sólo un centavo. Sí, se puede.
* Federico N. Fernández es Presidente de la Fundación Internacional Bases (Rosario, Argentina) y Senior Fellow del Austrian Economics Center (Viena, Austria).
Fuente: La Opinión Incómoda (https://medium.com/la-opinión-incómoda)