Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
Los que quieren incrementar las ventas externas olvidan un dato clave.
José tiene un almacén. Ayer por la tarde, se puso a repasar los números del año. Sus ventas crecieron 1,6% en términos reales. En comparación con lo que venía sucediendo, no se ve tan mal. Entre 2011 y 2015 habían caído un suculento 32% real, mientras que en los últimos dos años se recuperaron un 3,5%.
Sin embargo, siempre se puede estar mejor, y a José –como a todos– sin dudas le gustaría vender mucho más.
Algo similar está sucediendo con las exportaciones argentinas. Durante los años del cepo cambiario, las ventas externas se desplomaron 32% en dólares, recuperándose levemente en 2016 y 2017.
¿Metas de Exportaciones?
Aun cuando las ventas externas estén creciendo más que durante el cepo, es cierto que -en perspectiva- parecen estancadas. Más todavía cuando se las compara con lo que avanzan las importaciones, que terminarán el año con un aumento de 20,1% anual.
A raíz de esto, Eduardo Levy Yeyati sostenía hace poco que exportar era una cuenta pendiente de la economía argentina de estos años.
Más importante aún, sin embargo, es la respuesta que el gobierno le da al mencionado estancamiento. De acuerdo con Infobae, el cerebro detrás del cambio en las metas de inflación, el economista Vladimir Werning, recomendaba tener una desinflación más lenta que permita:
…bajar la tasa de interés, lograr una suba del valor del dólar y así mejorar la competitividad del tipo de cambio para poder aumentar las exportaciones.
El planteo es algo absurdo.
Por un lado, porque el Banco Central no tiene “metas de exportaciones”, sino “metas de inflación”. Por el otro, porque si de la tasa dependiera la capacidad de exportar de un país, habría que pedir que la pongan en cero, que el dólar vaya a infinito y fin del problema.
Obviamente, así no funciona la cosa.
Exportamos para importar
Otro punto a destacar es que las exportaciones no son un bien en sí mismo, sino la actividad que un país debe realizar para pagar por sus importaciones.
Volviendo al caso del almacén de José, si él pudiera consumir todo gratis, sería feliz, pero no le queda otra que vender provisiones para hacerse de los recursos necesarios paga pagar su consumo.
En los países sucede lo mismo, especialmente cuando no hay financiamiento externo. Para poder consumir bienes importados, se necesitan dólares, y esos dólares se consiguen con la exportación.
Exportar, entonces, no es un “motor de crecimiento económico”, sino una simple necesidad para poder consumir lo que no se produce localmente. Si el país produjera una cantidad y variedad tales que no fuera necesario consumir productos importados, nadie se preocuparía por el estancamiento exportador.
Apertura comercial para aumentar la exportación
Ahora bien, asumiendo que sí consideramos de importancia aumentar las exportaciones. ¿Qué deberíamos hacer?
Ya sabemos que el gobierno propone bajar la tasa de interés para que suba el dólar… En su artículo, Yeyati es más sofisticado: pide un “menú de productos exportables”, un “nuevo modelo de negocios” y “esfuerzos por reducir costos burocráticos y logísticos”.
Todo muy interesante hasta ahí, pero lo que realmente se necesita para exportar más es una verdadera y agresiva apertura comercial.
¿Cómo es esto? La explicación la dio hace 80 años el economista moldavo Abba Lerner, en el trabajo que tituló “La simetría entre los impuestos a la importación y a la exportación”.
Allí, argumentó que existía una simetría (que luego se conocería como Simetría de Lerner) entre gravar las importaciones y gravar las exportaciones. De acuerdo con Lerner, frenar las compras externas es equivalente a detener las ventas al extranjero. Por el contrario, permitirlas fomenta las exportaciones.
Para Douglas Irwin, profesor de Dartmouth College:
El motivo fundamental de esta verdad es que las exportaciones son la contracara de las importaciones. Son necesarias para generar ingresos que paguen por las importaciones.
(…)
Si los países extranjeros no pueden venderle bienes a nuestro país, por ejemplo, entonces no tendrán el dinero necesario para comprar bienes fabricados por nosotros.
Otra manera de ver esta relación estrecha entre importaciones y exportaciones es el tipo de cambio. Si, para proteger a los fabricantes locales se impone un arancel a la importación, entonces el mercado cambiario tendrá una menor demanda para la moneda extranjera.
Esto generará que el tipo de cambio baje o sea menor al de un contexto de libertad. Ahora un tipo de cambio bajo afecta las exportaciones, ya que restan ingresos a ese sector, presionando su rentabilidad. Siendo Argentina una de las economías más cerradas del mundo, ¿por qué habría de exportar más?
Los datos avalan la simetría. Si miramos un registro histórico de compras y ventas externas en Argentina, observamos que suelen moverse siempre de manera conjunta.
Exportaciones e importaciones son dos caras de la misma moneda. Si queremos aumentar las primeras, hay que pedir apertura al mundo y no tenerle miedo a la “avalancha importadora”.