LA NACIÓN – Aldo Abram es un hombre de definiciones precisas y contundentes. Como economista y director de la Fundación Libertad y Progreso, opina que, en lo que hace a reforma del Estado, el Gobierno más que gradualismo lo que aplica es el “inmovilismo” y afirma que es mejor no tener metas de inflación que tenerlas y no cumplirlas. Desde su punto de vista, el mayor problema argentino no es el déficit fiscal, sino el gasto público excesivo e inútil. Pero, por sobre todas las cosas, lo que quiere dejar en claro es una advertencia: “Se aproxima una crisis mundial y la Argentina debe estar preparada para eso”.
-¿Cómo ve la economía en la actualidad?
-Está bien encaminada, aunque es cierto que falta mucho para hacer y lo que se viene haciendo se hace a pasos muy lentos. En lo que hace a reforma del Estado, no se ha avanzado. Más que gradualismo, hay inmovilismo. Yo creo que la lectura de que los argentinos no avalaríamos ciertos cambios es equivocada. Millones de argentinos avalaron con su voto a este gobierno y quieren que se hagan los cambios necesarios.
-¿Qué reformas cree que habría que hacer?
-Lo más urgente es avanzar en una reforma del Estado. El principal problema de la Argentina no es el déficit fiscal, sino un gasto público excesivo e inútil. En todo caso el déficit es una consecuencia de este último. Si resolviéramos el desequilibrio en las cuentas públicas y no el del Estado excesivo e inútil, la mejor perspectiva que tendría el país sería la de un crecimiento lento, muy por debajo del potencial. Hay que imaginarse a un sector productivo tirando de un carro con un monstruo gigantesco e inútil arriba. Lo malo es que menos crecimiento es menor baja de la pobreza. Para disminuirla rápido necesitamos resolver los problemas rápido.
-¿Qué opina de la toma de deuda que hay en la actualidad?
-El gran problema que tenemos hoy es para qué se usa la deuda. Si se usara para reformar el Estado y hacerlo más chico, estaría bien. Para financiar la transición al sector privado de gente que se queda sin trabajo en el Estado. Pero veo que en parte se usa la deuda para megaobras de infraestructura y la reparación histórica a los jubilados, que son dos cosas necesarias y loables, pero los políticos deciden hacerlas sin ver si tienen los recursos o no.
-¿Por qué es tan difícil en la Argentina crear empleo genuino?
-Creo que los inversores locales y extranjeros, que son los que pueden crear empleo, ven que el rumbo es bueno, pero no están seguros de que sea irreversible. Por otro lado, en el país hay una legislación laboral que es sumamente litigiosa y tiene muchos costos; entonces muchas empresas en lugar de tomar un empleado nuevo prefieren dar horas extras a los que ya tienen. Creo que de a poco vamos a ver la llegada de inversiones y la creación de empleo productivo.
-¿Por qué la inflación no baja todo lo que sería deseable?
-Hay una falta de convicción o de capacidad en el Banco Central en términos de avanzar en las metas de inflación. Yo soy fanático de las metas de inflación, pero es preferible no tenerlas, que tenerlas y no cumplirlas. La ventaja que tiene sobre otros esquemas es que si uno cumple esas metas, se evitan todos los líos de las negociaciones paritarias y se da más certidumbre en la economía. El Banco Central es el que regula la inflación: cuanto más emita, más inflación va a haber.
-O sea que se toma deuda, pero a la vez también se emite…
-Sí, se emite, porque el Banco Central hoy no tiene como prioridad el cumplimiento de las metas de inflación, porque lo que ha mostrado es que trata de licuar los costos que impone tratar de mantener un Estado excesivamente grande. Acá se estuvo emitiendo al 37% el año pasado y se lo sigue haciendo. La prueba está en que no logran bajar la inflación, porque la realidad es que ésta subió en el segundo semestre de 2017, respecto de igual período de 2016. Y como van las cosas, para mediado de año vamos a tener más de 10% acumulado de inflación. Conclusión: no se va a volver a cumplir la meta de inflación.
-¿Cree que, como dicen algunos, este es un gobierno para ricos?
-No, para nada. Creo que es un gobierno que considera que tiene muchas más restricciones para avanzar que las que realmente tiene. De hecho, las últimas encuestas muestran que la confianza que mejora es la de los sectores de menores ingresos y que por ahí los que empiezan a cansarse un poco son los de ingresos medios y altos. Lo que sí uno puede decir es que hubo un cambio de modelo: el anterior gobierno saqueaba al sector productivo y con esos fondos subsidiaba un consumo artificialmente alto en la ciudad, con un fin netamente electoral; este gobierno actual dejó de saquear al sector productivo y eso permite seguir produciendo. Esta fue la apuesta para evitar una crisis. El costo que eso tiene es que vamos a tener que pagar mucho más por los servicios públicos, lo cual es justo, pero implica que hay que dejar de gastar en otras cosas.
-Dice que hay que hacer una reforma del Estado ¿Por dónde empezaría usted?
-Puntualmente, no se necesita tener 21 ministerios, habría que tener ocho como mucho, y las subsecretarías no deberían existir. Otra medida sería ser mucho más eficiente con los subsidios, porque hay muchos superpuestos y absurdos. La apertura económica es otra medida que se debe tomar de manera urgente, porque el país aún es una economía sumamente cerrada. También hay que ser consciente de que hay un montón de obra pública que hoy no se puede hacer y habrá que dejarla para más adelante.
-¿Por qué cree que todo eso no se hace?
-Porque los políticos no tienen conciencia de restricción presupuestaria, porque no lo hacen con su bolsillo, sino con el nuestro. Te sacan la plata con impuestos o con inflación. Si no lo pago yo, lo van a pagar mis hijos o mis nietos, con todos sus intereses. Todo esto más allá de que este enorme Estado, aunque logre ser financiado, va a ser una carreta que va a caminar despacito, a no más del 3% anual.
-¿Cómo ve el contexto económico internacional, ahora que se terminó el viento de cola?
-Creo que las probabilidades de que haya una crisis económica mundial igual a la de 2007/08 son muy altas. Por eso creo que es urgente que el Gobierno arme una red de seguridad financiera, con organismos internacionales y con bancos privados. Creo que se aproxima una crisis mundial y la Argentina debe estar preparada para eso. Deberíamos tener armado un financiamiento de no menos de un año. Eso es vital.