Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
ÁMBITO.- La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de Argentina publicó los números de la pobreza.
Luego de años de cifras poco confiables, producto de la manipulación de los datos de inflación, el INDEC hoy tiene recuperada gran parte de su credibilidad. El miércoles divulgó una caída en la tasa de pobreza, que pasó del 30,3% a fines del año 2016, al 25,7% del segundo semestre de 2017.
Al mirar la foto, lo divulgado por el INDEC no es para festejar. Una de cada cuatro personas en el país vive por debajo de la línea de pobreza. Es decir, que no tiene ingresos suficientes para alcanzar una Canasta Básica de bienes y servicios.
Si uno observa la película, sin embargo, la buena noticia es que, antes, este número era aún peor.
Datos que incomodan algunos relatos
Una vez conocida esta nueva realidad, gran parte de los opinadores de televisión, periodistas progresistas y líderes de partidos de izquierda, comenzaron, o bien a ponerle reparos a la metodología utilizada, o bien a rechazar directamente la información.
Uno puede detectar aquí el cinismo de estos opinólogos. Es que cuando durante el segundo trimestre de 2016 el INDEC reveló que la pobreza era de 32,2%, ninguno dudó en fustigar al gobierno porque sus políticas “neoliberales” y “de derecha” habían empobrecido a la gente.
Curiosamente, cuando el dato refleja una caída de 4,6 puntos, se multiplican los planteos acerca de si la línea de pobreza no será arbitraria, si realmente representa a una persona pobre, y si debería o no incluir el costo de un alquiler, el seguro del auto, o la compra de bombitas de luz en el almacén del barrio de la esquina de mi casa.
“Andá al Supermercado”
La polémica por los números me llevó a debatir personalmente con un periodista que estaba indignado por lo mucho que su señora, quien había ido al supermercado recientemente, había gastado allí.
“Mi mujer gastó casi $ 8 mil en llenar el changuito del supermercado. Está bien, yo vivo en una zona acomodada del partido de Tigre, pero a mí no me podés decir que una familia no es pobre porque ingresa más de $ 17 mil.”
El error en esta argumentación tal vez no salte fácilmente a la vista. Pero, precisamente, la “línea de la pobreza” busca identificar un número que, si es superado, permita una familia sencillamente no ser considerada pobre. Está claro que estar por encima de ese umbral no equivale a poder vivir en una zona acomodada del partido de Tigre.
He aquí la gran contradicción de algunos que, con su mirada de burbuja sobre la vida, luego andan acusando al resto de “no salir a la calle”, “no ir al supermercado” o “no tener contacto con la realidad”.
¿Quién tiene más contacto con la realidad, me pregunto: aquél que sostiene que como su gasto es de $ 50 mil por mes, la línea de pobreza en $ 17 mil por hogar debe estar manipulada; o quien entiende que, precisamente, la línea de la pobreza está muy lejos de representar un ingreso “razonable” para una persona que vive en los círculos acomodados de una de las ciudades más ricas del país?
Sin sorpresas, este mismo periodista afirmaba que nadie podía sentarse a comer en un restaurante sin pagar menos de $ 700 por persona.
¿Quién tiene menos contacto con la realidad: los números del Instituto Nacional de Estadísticas, o nuestros periodistas falsamente solidarios con los que menos tienen, pero que creen que no se puede comer en ningún lado por menos de $ 700?
“Recorran los barrios”
Otro de las estrategias cliché a la hora de no admitir la realidad es la siguiente.
Toda vez que alguien diga que bajó la pobreza, el medio de comunicación o el político en cuestión, pondrán una cámara dentro de un barrio carenciado, merendero, o alguna parroquia que asista a la gente que sufre necesidades.
“¿Dónde bajó la pobreza? Mentira, mentira, miren cómo vive esta gente”, argumentarán, utilizando así a los pobres para su propia causa política o de negocios.
La falacia aquí es más evidente y grosera.
En un país con 10 millones de personas bajo la línea de la pobreza, y con 4,8% de personas viviendo en la indigencia (con menos de $ 72 diarios en la Provincia de Buenos Aires), es obvio que siempre va a existir la posibilidad de encontrar algún lugar que la esté pasando muy mal… ¿Pero de qué manera es eso una refutación de los datos?
La falacia es análoga a tratar de contradecir la idea de que hay 25,7% de personas pobres en Argentina, mostrando una cena de 10 empresarios millonarios y argumentar, en base a ello:
“No ve la riqueza que hay aquí, ¿cómo va a haber 25,7% de pobres?”.
Sí, así de ridículo.
La pobreza en Argentina es elevada. En los países desarrollados, utilizando nuestra misma vara de medición, los niveles no superan el 8%.
En este sentido, uno bien podría discutir si no hay todavía mucho para mejorar. También podría discutir si la mejora que mostraron los datos del INDEC no podrá ser revertida por políticas erróneas en el futuro cercano…
Todos estos debates son más que válidos y bienvenidos.
Pero seguir discutiendo los números, como si viviésemos en la época del kirchnerismo, o hacerlo desde la estrecha óptica de la realidad de un “hippie con OSDE” es poco serio, extremadamente ignorante, y de enorme deshonestidad intelectual.
Fuente: Ámbito Financiero