LA NACIÓN – Ante un “estornudo” de los Estados Unidos, la Argentina se pesca una pulmonía, mientras que el resto de los países de América Latina (excepto Venezuela) solo se resfrían. Esta alegoría médica circuló en los últimos días para ilustrar la realidad de la economía local ante la suba de la tasa americana y un contexto internacional menos benévolo para la región. Pero la pregunta que surge es: ¿Por qué los otros pacientes presentan mayores defensas? Déficit fiscal alto, mercado de capitales chico y elevada exposición al endeudamiento aparecen como las principales explicaciones.
Mientras que el resto de los países de la región devaluó su moneda 10% en promedio, la Argentina devaluó 15% desde el 25 de abril pasado y, a diferencia de ellos, viene depreciando el peso 35% desde julio de 2017 y 47% desde mayo del año pasado, según precisa Ariel Coremberg, director del Centro de Estudios de la Productividad de la Universidad de Buenos Aires. Es más, ninguno de sus vecinos tuvo que correr a pedirle prestado al Fondo Monetario Internacional ( FMI ), ante una fuga de dólares y una repentina crisis de confianza de los inversores internacionales.
Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres & Asociados, dice que la Argentina tiene una debilidad fundamental con respecto al resto de los países de la región, que consiste en un déficit fiscal muy alto, con un sistema financiero chico (su crédito al sector privado es de 14,3%, mientras que en Colombia, por caso, es de 42% y en Brasil, de 60%). Como no hay modo de financiar ese déficit internamente, se depende del financiamiento externo, y eso te hace vulnerable a los contratiempos internacionales”, explica.
Al subir la tasa del bono a 10 años en EE.UU. en coincidencia con la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera (ambos hechos, el 25 de abril), se cortó el negocio delcarry trade (vender dólares para comprar Lebacs y,con la ganancia, comprar dólares) y los fondos que estaban ahí se esfumaron (US$7000 millones). “Todo esto generó una salida de capitales inicial muy grande, que corrigió el tipo de cambio e hizo perder reservas. Los grandes inversores se empezaron a preocupar”, agrega Spotorno.
Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com, argumenta que la Argentina es estructuralmente más débil en lo financiero que el resto de países de América Latina, a excepción de Venezuela. “Además, la suba de tasas en los Estados Unidos, tomó al país en un momento complicado, con todo el pico inflacionario, la suba de tarifas y la sequía. Todo ese cóctel no lo sufren los vecinos”, comenta.
Según Sica, en general, todos los países de América Latina (excepto Venezuela) tienen mercados de capitales mayores, déficit fiscal más bajo y son menos débiles financieramente. Por otra parte, su tipo de cambio estaba más en línea con la moneda estadounidense. Así, por ejemplo, Perú solo devaluó 2% y Brasil, 4%, mientras que acá el peso se depreció 15% y además se perdieron US$5000 millones de reservas y se llevó la tasa de referencia a 40%
¿Por qué los otros países no salen corriendo a pedirle al FMI? Pues, porque tienen un alto nivel de reservas, señales de orden fiscal importantes y un gran mercado de capitales. Brasil, por caso, tiene muchísima liquidez y 20 años de metas de inflación con una suba generalizada de precios de menos de 5% anual.
Encima de eso, analiza Sica, el Banco Central (BCRA) dio pocas señales de coordinación a los agentes económicos: quiso planchar el dólar cuando el resto de los países dejaba, tranquilamente, que se devaluara. “Eso incentivó la salida de capitales. Ahí empezaron las dudas de los inversores sobre la consistencia de la autoridad económica”, concluye.
Para Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, la Argentina se distingue del resto por tener un “prontuario” de incumplimiento de sus compromisos y por haber tendido casi siempre a gastar más de lo que le ingresaba al Estado. “No es casualidad que la devaluación aquí sea más alta, porque hay historia en bastardear la moneda. Desde 1970, se le quitaron 13 ceros a la moneda y se llegó hasta 2015 con un gobierno que nos tenía que obligar a través del cepo a tener pesos”, señala.
En opinión de Abram, el BCRA y el nuevo gobierno ganaron algo de credibilidad al inicio, pero luego, en lugar de priorizar el cumplimiento de las metas de inflación y defender el valor del peso, se dedicó a licuar los problemas que genera tener un Estado excesivo apelando a la emisión. “Eso en otros países no pasa”, indica el economista.
En tanto, para Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI, la Argentina tiene desequilibrios mucho mayores que el resto de la región, con una situación fiscal heredada y muy endeble. “Ese desequilibrio fiscal que se financió con endeudamiento en el exterior generó mucho ingreso de capital financiero, que es el que se va más rápido. Esto no ocurre en los otros países; por caso, Brasil recibe US$60.000 millones por año en inversión extranjera directa, que es la productiva”, resume.
Elizondo también introduce una razón histórica: la Argentina declaró 8 veces el default de su deuda pública en los últimos 60 años y eso se paga. A esto se suma la situación política, con “ruidos” que el mercado no interpretó bien, como la discusión sobre las tarifas, que afectaría la política fiscal; la falta de certeza sobre si el sistema político está comprometido en la corrección de sus desequilibrios, y la entrada en vigencia del impuesto a la renta financiera.
Además, hay una variable nueva. Se trata del déficit de cuenta corriente, que en 2017 fue muy alto (US$18.000 millones, solo tomando la balanza de bienes y la de servicios). “Esto hace que los operadores financieros desconfíen de la sostenibilidad del valor del tipo de cambio. Los otros países de la región no tienen déficit o tienen menos”, subraya Elizondo.
Ahora bien, ¿qué impacto puede tener en el país la devaluación del resto, por menor que sea? Daniel Marx, exdirector del BCRA, dice que el caso de Brasil es el que más influye. “Es una influencia doble: en lo comercial y en lo financiero. Lo primero, porque si el principal socio del Mercosur devalúa, sus productos se abaratan en relación con los nuestros y eso impacta sobre nuestra exportaciones. Y lo segundo, porque los que manejan monedas en distintos países suponen que la Argentina también va a devaluar y huyen de acá”, analiza el economista.
Coremberg señala que el resto de América Latina, dado que tiene sus cuentas equilibradas, puede acomodarse al shock externo con una depreciación de sus monedas y un casi nulo traslado a precios. “Pero eso, justamente, afecta a la Argentina, ya que no somos competitivos en terceros mercados, como China y otros países asiáticos, adonde Brasil, por ejemplo, también exporta soja”, advierte.
Sica se muestra más tranquilo ante esta cuestión: su análisis es que las últimas devaluaciones hechas por los vecinos están en parte compensadas por la depreciación local del peso. “La mayor vulnerabilidad del país ante los vientos externos es un problema; lo otro, por el momento, está equilibrado”, remarca el economista.