Pasó el Supermartes, quedó el Superdéficit

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Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.

CONTRA ECONOMÍA – A pesar de los temores, el Banco Central renovó el martes el total del vencimiento de Lebacs. Sin embargo, los problemas de fondo de la economía siguen vivos.

La última que escribí esta columna, el miércoles de la semana pasada, el dólar había cerrado en $ 22,9. Este martes que pasó, el valor de la divisa arrancó en los $ 25,5, lo que implicó un salto de 11,3% en menos de siete días.

Obviamente, los opinadores de turno pasaron rápidamente de preocuparse por el feroz atraso cambiario a enfocarse en la despiadada devaluación.Economía argentina, inflación y recesión

Ahora bien, los mayores temores estaban puestos en el tantas veces invocado “Supermartes”, donde vencían alrededor de $ 600.000 millones de LEBAC.

Antes de continuar, aclaremos que las LEBAC (Letras del Banco Central) son títulos de deuda de la propia autoridad monetaria, que sirven para regular la liquidez del mercado. El origen de las mismas fue explicado recientemente por Mario Blejer, presidente del Banco Central por 6 meses durante el año 2002:

Necesitábamos un papel para intervenir. Los únicos bonos que teníamos eran del Gobierno y estaban en default. No podía absorber con bonos en cesación de pagos.

Para que se entienda (y abstrayéndome de mis propias consideraciones sobre la salida de la convertibilidad), los Bancos Centrales venden y compran bonos para regular la liquidez del mercado. Si consideran que hay “muchos pesos” (pocos pesos) dando vueltas, salen a vender bonos (comprar bonos), lo que termina absorbiendo (inyectando) liquidez.

Ahora bien, por lo general, estos entes utilizan bonos del tesoro, que suelen ser considerados títulos de deuda seguros. Eso es lo que hace por ejemplo, la Fed de los Estados Unidos. Sin embargo, como explica Blejer, eso no era posible en un país donde todos los títulos del tesoro valían $ 0, producto de la cesación de pagos.

Conclusión: fue el propio Banco Central el que salió a colocar su propia deuda, algo que no es anormal en países de la región como Chile, Perú o Uruguay.

La “bomba de LEBAC”

Hasta acá, todo muy bien. Las LEBAC se usan para hacer política monetaria, y dado que la inflación es alta, deben colocarse Letras en el mercado para absorber pesos. Claramente, esas letras deben ofrecer una tasa de interés, sino nadie las compraría.

¿Cuál es el problema? Que el día que los inversores se cansan, o esperan que la tasa de devaluación sea superior a la tasa de interés ofrecida, entonces no renuevan sus títulos. Cuando eso sucede, el Banco Central debe emitir pesos para pagar el capital más los intereses, y se desata una corrida cambiaria con un estallido inflacionario.

Ese, de hecho, era el temor de muchos economistas previo al día martes. Un analista, por ejemplo, sostuvo el lunes 15 que “la corrida recién ha empezado”. Otro destacado profesional, por ejemplo, pedía efusivamente que el gobierno “elimine las lebacs” el día lunes y las canjee por un título de deuda del tesoro de más largo plazo.

Sin minimizar la delicadeza de la situación, nosotros no estábamos tan alarmados. Después de todo, las LEBAC, como todo título de deuda que cotiza en el mercado, tiene la capacidad de ser vendida y comprada. Por tanto, el que no quería una LEBAC se la sacaba de encima en el mercado secundario en lugar de esperar al vencimiento.

Efectivamente, eso fue lo que sucedió. Los inversores vendieron, sus precios cayeron, las tasas subieron, y el dólar también subió. El día martes, quienes se habían quedado con esos títulos en la mano, estaba claro que querían seguir quedándoselos.

El BCRA no tuvo problemas en renovar el total del vencimiento. Obviamente, pagando la tasa que el mercado pedía, que para el plazo más corto fue 40%.

Debe adicionarse aquí que también ayudó a la renovación el ofrecimiento del central de vender USD 5.000 millones  de sus reservas a $ 25 por dólar. Esa movida no fue más que la concreción de algo que había dicho Sturzenegger hace un tiempo.

Es que para Sturzenegger la emisión de LEBAC responde a la política de acumulación de reservas, por lo que es lógico que ambos stocks se muevan juntos. Si aumentan las reservas, aumenta el stock de LEBAC. Si este último cae, entonces caerá también el primero.

Una de cal, una de arena

La renovación del martes fue una buena noticia. En primer lugar, porque se disiparon las dudas acerca de un mayor salto del dólar y de la inflación. Ahora en segundo lugar, porque el Banco Central recuperó su independencia.

Tras el nefasto 28-D, ahora los funcionarios de Cambiemos parecen ser súper respetuosos de la independencia de la autoridad monetaria, y casi ni se animan a opinar del tema.

La mala noticia, sin embargo, es que la debilidad argentina en el frente fiscal sigue tan vigente como antes. Es decir, el déficit presupuestario del país es enorme y todavía queda saber cómo ayudará el FMI a resolver esta cuestión, o si sólo será una medida para prolongar la agonía.

En un contexto mundial en donde el financiamiento es cada vez más difícil, la necesidad de revisar el gradualismo y encarar una reforma de fondo del tamaño del estado se hace cada vez más notoria.

Es por eso que, si bien el SuperMartes puede haber pasado, el SuperDéficit sigue estando, y las consecuencias que éste genera (en términos de vulnerabilidad externa, presión cambiaria, e incertidumbre) están más latentes que nunca.

Publicado originalmente en ContraEconomía.

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