Por José María Romero Maletti.
Según Piaget se aprende por comparación, por lo tanto para aprender se requiere poseer una teoría. El aprendizaje se logra comparando los resultados logrados con las metas las políticas y decisiones inspiradas por la teoría incluido el diagnóstico de situación, si no se lograran las metas se aprendería reformulando la teoría aplicada o perfeccionando el diagnóstico o la forma como se implementaron las decisiones tomadas.
Lord Kelvin refiriéndose a los hombres prácticos, los que no aplican teorías, dijo que “los hombres prácticos no saben que son esclavos de teóricos que hace más de cien años que descansan bajo tierra”. Quien crea que no aplica o no necesita una teoría es víctima de una ideología de la que no es consciente por lo que no comprende que es dominado por la misma que lo obliga a aplicarla automáticamente. Son los modelos mentales limitantes de los que no somos conscientes que señala Peter Senge en su Quinta Disciplina. Sin embargo la complejidad del mundo actual y su velocidad de cambio determinan según el mismo Peter Senge que el factor mas competitivo de toda organización sea su capacidad de aprender.
Un pueblo políticamente estructurado, constituye un Estado que es una organización cuyos componentes tienen el objetivo común del bienestar común y cuyo gobierno es el primer responsable de aprender para estar en condiciones de enfrentar la complejidad y el cambio. La importancia del aprendizaje también lo señala otro destacado investigador en desarrollo organizacional, Russell Ackoff que en su libro Planificación de la Empresa del Futuro (Ed. LImusa 1967) señala que es más importante el planeamiento como proceso, que como producto, porque el proceso obliga a pensar y eso capacita y desarrolla a la organización creándole las condiciones necesarias para competir en un mundo complejo cuya velocidad de cambios se está acelerando impulsado por el avance de la tecnología.
Pongamos un último ejemplo de la importancia de tener una teoría para aprender, el caso de Toyota que ha conseguido el primer puesto a nivel mundial en la fabricación de automóviles. El espíritu abierto de esta empresa hace que permita que la competencia visite sus fábricas extendidas por todo el mundo, sin embargo la misma no puede entender el por qué del avance de la misma, porque no pueden inferir la teoría que está detrás de la forma de trabajar, según S. Spear y H. K. Bowen (Descifrando el ADN del Sistema de Producción Toyota, publicado en la revista Harvard Business Review de Sept- Oct 1999), donde se explica detalladamente cual es la teoría que aplica.
El gobierno aplica seguramente una teoría que podría haber estado incluida en un plan general que no elaboró o no se atrevió a explicarlo a la sociedad, ni a darle participación para que lo ayudara a elaborarlo lo que le restó posibilidades de una mejor comunicación.
En el primer programa de Periodismo para Todos de Jorge Lanata del corriente año, el domingo 20 de mayo, un funcionario israelí explicó que Israel llegó a tener una inflación de cuatrocientos cincuenta por ciento anual, que tardaron veinte años en bajarla hasta el nivel cero del día de hoy, a tal punto que la juventud actual ni siquiera conoce que es la inflación. Pero lo mas interesante es que para bajarla hicieron también, como los españoles un acuerdo general con todos los sectores. ¿Que nos impide copiar el sistema israelí?, ¿acaso el gobierno no lo conoce?.
El plan general así elaborado le permitiría aprender a toda la sociedad, porque con la participación de todos los sectores lo llevaríamos a cabo, única forma de conseguir la voluntad política para hacerlo, para ir perfeccionándolo sobre la marcha porque seguramente que nos encontraremos con diferencias entre lo que es el pueblo judío, que ha sufrido situaciones muy difíciles y el pueblo argentino que, según Juan Bautista Alberdi, siempre esperó que el Estado lo asistiera.
Si Israel pudo hacerlo en condiciones mas difíciles que las nuestras porque durante todo los años que empleó para bajar la inflación tuvo que defenderse de los ataques de los árabes, resolver el problema del agua y no contar con los ricos recursos naturales con que contamos nosotros. ¿Cómo no podríamos hacerlo nosotros?. Oigamos y apliquemos de una vez por todas el consejo que nos dio Ortega y Gasset hace noventa años, “argentinos manos a las obras”.