ENFOQUE POSITIVO – ¿Entenderá el Gobierno el riesgo que corre con sus medidas?. Hay críticas unánimes a la gestión
Una vez más el prestigioso Economista ALDO ABRAM, quien es Licenciado y Master en Ciencias Económicas, Director Ejecutivo de LIBERTAD & PROGRESO, Profesor e Investigador de ESEADE, además de Consultor económico y financiero, aceptó la entrevista de ENFOQUES POSITIVOS.
ABRAM es un conocido profesional argentino que es tenido en cuenta por numerosos Analistas económicos y financieros, porque sus pronósticos –y esto es lo que le ha remarcado el Portal en otras ocasiones-, han mostrado un muy alto grado de acierto, tanto en los años del kirchnerismo como en la actualidad. Su frecuente presencia en los distintos Medios es también un signo de su prestigio.
En la ocasión, estas son las respuestas que brindó al Portal:
¿De dónde cree usted que el Gobierno podrá sacar el dinero que requiere para equilibrar sus cuentas, aun contando con el apoyo del FMI?
“En primer lugar, los recursos no pueden salir de más impuestos; ya que tenemos la presión tributaria más alta de la región. Por eso, tenemos que comprometernos a bajarla o ni argentinos ni extranjeros vendrán a invertir acá y a olvidarse de la posibilidad de desarrollarnos. Es mala idea que se empiecen a evaluar nuevos impuestos o eliminar la baja de retenciones pautada; ya que daremos la imagen de que prometemos bajar los gravámenes, pero luego cambiamos las reglas de juego cuando se nos da la gana.
Debemos tener en cuenta que durante décadas hemos dejado que los políticos construyan un Estado al servicio de la política y que se sirve de los argentinos. Como ciudadanos tenemos que exigir que se encare una reforma para que nos sirva a nosotros y sea pagable. Por su parte, el Gobierno debería encarar este desafío en profundidad y celeridad. No sólo por lo comentado, sino que daría muestra que avanza en resolver los problemas que amenazan con llevarnos a una quiebra y, como sucedería con una empresa en esa situación, permite mejorar la credibilidad de la gestión y, por ende, el crédito disponible para minimizar el costo de lo que hay que hacer.
Por ende, habría que volver a una estructura con 6 o, como mucho, 8 ministerios que cumplan funciones útiles para la sociedad y que le son propias. Esto implicará que queden sin un puesto unas 200.000 personas que antes no servían a sus conciudadanos o, peor, les complicaban la vida con trámites absurdos creados al solo efecto de justificar su puesto.
Otra realidad es que habrá que imponerse prioridades para encarar la reconstrucción de la infraestructura que dejo destruida la anterior gestión. Si uno hereda una casa a la que quiere ir a vivir; pero que está en muy mal estado por una década de descuido a lo largo del juicio sucesorio, pide presupuesto para hacer los arreglos. Luego, se fija cuánto puede ir erogando y va priorizando la obra según sus posibilidades. Un país, al igual que una familia, quebraría si intentara hacer todo de golpe y sin tener los recursos, por necesarias que parezcan la reconstrucción de dicha infraestructura.
En la provincia de Buenos Aires se relevaron unos 90 programas sociales, entre nacionales, provinciales y municipales, que se superponen; porque fueron creados para armar redes de clientelismo político. De hecho, no hay una repartición en ningún nivel del Estado que sepa qué subsidios dan otros. Esto pasa en mayor o menor medida en todo el país e, incluso, se dan casos de pueblos donde una enorme proporción de sus pobladores son “inválidos”. Hay que reorganizar este desastre para ayudar a los que verdaderamente lo necesitan y que no haya gente que aprovecha la acumulación de planes para evitar trabajar.
Podemos seguir con la lista y seguramente iremos decreciendo en ahorro logrado; pero hay que acordarse de que este impagable Estado que tenemos lo fuimos construyendo con la sumatoria de infinidad de pequeños despilfarros, más allá de los grandes gastos. Si queremos que adelgace, habrá que ponerlo a dieta y recortarle, no el alimento principal, sino todo lo que no sirve para que cumpla bien con su rol principal”.
La Argentina ya ha atravesado estos capítulos en los que pide dinero al FMI, promete portarse bien y finalmente sigue cometiendo los mismos desatinos y excesos. ¿Cuál sería esta vez el comportamiento más visible y eficaz para advertir que el país caerá en los mismos errores de siempre?:
“Es un error hablar de que el FMI va a imponernos ajustes y, por ende, no hay que ir a un acuerdo con él. La realidad es que estamos al borde de la quiebra como país; porque, mientras el sector privado productivo sí hizo un tremendo ajuste, el Estado siguió gastando mucho más de lo que podía. En el conjunto de las provincias y municipios el gasto y la presión tributaria aumentaron en 2016 y 2017. En la Nación, el único recorte de erogaciones fue en los subsidios a las tarifas públicas; por lo que también lo hizo el sector privado que tuvo que pagar facturas más altas. Sin embargo, sí hubo una inicial baja de la presión tributaria y con la reforma impositiva de fines de 2017, esperemos que siga bajando a futuro. No hay margen para mayor imposición para cubrir el malgasto. Un trabajador formal que NO paga “Ganancias”, trabaja alrededor de la mitad del mes para el Estado. Argentina está en el puesto 21, entre 190 países, entre los que más exprimen con impuestos a sus empresas. Imposible tener así una “lluvia de inversiones” que nos permita desarrollarnos. Hay 178 países que les ofrecen a inversores argentinos y extranjeros un mejor trato tributario.
Por ende, lo real es que el gasto público debe bajar, para ello se debió haber usado el crédito voluntario que tuvimos durante estos dos últimos años. Para llevar a un mínimo el costo social y político de las reformas que hay que hacer. Por ejemplo, como permite la Ley de Empleo Público, poniendo en disponibilidad a los que se quedan sin una función pagándole un sueldo por un año o dos, capacitándolos y subsidiando al sector privado productivo para que los tome. También, usando retiros voluntarios o jubilaciones anticipadas, etcétera. Es cierto, todo lo cual demanda recursos y también habría que haber usado el crédito; pero ahora tendríamos la deuda y habríamos resuelto el problema que actualmente amenaza llevarnos a una crisis.
Ahora, las opciones son tres. Una, con el mayor costo social posible, con una crisis que es la forma en la que hemos solucionado estos desajustes del gasto históricamente; ya que todas las debacles que vivimos en el pasado responden a haber erogado más de lo que podíamos. Dos, vamos a un acuerdo con el FMI que nos vuelva a dar financiamiento y seguimos haciendo lo mismo que hasta ahora, con lo que sólo postergaremos y agravaremos la debacle. Tres, aprovechamos los recursos para hacer las reformas estructurales pendientes, minimizando los costos sociales, y nos evitamos chocar contra la realidad de nuevo.
Esto no solamente depende del Poder Ejecutivo Nacional, aunque sea el responsable primario. También lo es el resto de Cambiemos que debería apoyar homogéneamente este esfuerzo. Y, sin lugar a dudas, de la oposición; ya que el oficialismo no tiene mayoría en el Congreso y, por ende, sería muy difícil encarar el desafío de evitar una crisis si ellos ponen palos en la rueda”.
¿Alcanzará con que la reducción prevista del gasto público en el orden de 20.000 millones de pesos sea soportado sólo por el Gobierno Nacional, o se requerirá también el aporte de las provincias?
“El objetivo de mínima debe ser llegar a 2,5% de déficit primario en 2018, bajarlo a 1,5% o menos en 2019 y estar equilibrados en 2020. Para esto, los recortes que se han ido anunciando van en buen camino. El problema es que probablemente haya que dar señales aún más contundentes de reducción del Estado, como las que propusimos antes. Si se hicieran, seguramente madurarían en 2021, garantizando que se vaya a un superávit primario que permita enfrentar gran parte de los vencimientos de intereses. El riesgo de no realizar este esfuerzo significaría no recuperar la credibilidad lo suficientemente rápido y fuerte; por lo que la recesión que tendremos en este y parte del próximo trimestre se extendería y con suerte encararíamos con un estancamiento los comicios de 2019, complicando las posibilidades de una reelección”.
Yendo más al terreno político, ¿Ve usted que será fácil que las decisiones del Gobierno, especialmente las relacionadas con la Economía, que deban pasar por el Congreso Nacional, salgan airosas del mismo?:
“Lo más importante a hacer es la reforma del Estado y eso no necesita de la sanción de ninguna ley. Todos los resortes dependen del Poder Ejecutivo. Luego hay otros cambios que si necesitan del Congreso, como una reforma para salir de la Coparticipación e ir a un Sistema Tributario Federal. También, la reforma laboral que permitiría amortiguar el impacto sobre el empleo de los cambios a hacer; ya que aumentaría la creación de puestos de trabajo en el sector productivo. Reformas al sistema previsional, cuya quiebra hoy sólo estamos administrando; pero incluso son necesarias leyes para postergar su default definitivo.
La realidad es que hay que empezar por el gasto público y tratar de avanzar lo que se pueda en el resto. Seguramente no será fácil; porque la oposición habrá entrado en modo “priorizar el resultado de las elecciones”. De todas formas, esperaría que los que están gestionando (Gobernadores e Intendentes) aporten a evitar una crisis, que sin dudas los afectaría gravemente en sus propias gestiones. Aun así, mientras todos estemos tratando de sacar el agua del bote y parchar los agujeros, seguramente habrá algunos que estarán sentados al lado de un agujero tratando de agrandarlo para que el barco se hunda y llegar al poder. Lo malo es que, si lo logran, naufragaremos todos los argentinos”.