Ha publicado artículos en diarios de Estados Unidos y de América Latina y ha aparecido en las cadenas televisivas.
Es miembro de la Mont Pèlerin Society y del Council on Foreign Relations.
Recibió su BA en Northwestern University y su Maestría en la Escuela de Estudios Internacionales de Johns Hopkins University.
Trabajó en asuntos interamericanos en el Center for Strategic and International Studies y en Caribbean/Latin American Action.
EL COMERCIO – PERÚ – ¿Qué significa tener líderes populistas a ambos lados de la frontera mexicano-estadounidense? Tras la elección el domingo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), estamos por enterarnos. Habrá sorpresas, pero tanto en sus choques como en sus coincidencias, los dos presidentes se retroalimentarán y un gran beneficiario de esta relación será la izquierda latinoamericana.
A pesar de ser el primero de derecha y el segundo de izquierda, el presidente Donald Trump y el presidente electo AMLO son parecidos en su estilo. Ambos llegaron al poder con la bandera de ‘outsider’ sin importar que Trump sea parte de la élite y que AMLO haya pasado toda su vida dentro de la política mexicana. La retórica de los dos es antisistema, populista y nacionalista. Los adversarios –ya sean empresarios, periodistas o políticos– son corruptos y mentirosos. Los hechos importan menos que los sentimientos. Eso facilita que las propuestas de política pública –que a menudo son grandiosas y tienen como fin nada menos que transformar a sus países– sean vagas y carezcan de detalles.
AMLO y Trump son maestros en explotar el justificado disgusto de sus pueblos frente al statu quo para promover sus agendas. El sentimiento mexicano –“Que se chinguen todos”– también tiene su variante estadounidense y de la misma manera ayudó a catapultar a Trump a la presidencia. Que sus posturas contra la apertura económica, por ejemplo, podrían dejar peor a sus propios pueblos es otra cosa.
En cuanto a sus políticas, los líderes también se parecen. AMLO ha sido crítico de la reforma energética que ha permitido la inversión privada en ese sector. Su política de agrandar el papel del Estado en la economía sin duda espantará la inversión extranjera en esa y otras áreas; algo consistente con el deseo de Trump de desalentar al capital estadounidense de ir a México. Como Trump, AMLO ha criticado el libre comercio, pero, dado que el tratado con EE.UU. y Canadá es popular en su país, ha minimizado sus críticas durante la campaña. Veremos hasta dónde pondrá trabas en el comercio internacional sin abrogar los múltiples compromisos que tiene México con el resto del mundo.
La afinidad entre los dos populistas, sin embargo, tiene sus límites justamente en áreas de suma importancia para los dos países: la inmigración, el narcotráfico y las relaciones interamericanas. La política y la retórica agresivas de Trump contra los inmigrantes mexicanos son bien conocidas y no podemos esperar que se moderen. Así como ayudó a la campaña de AMLO, seguirá reforzando su agenda nacionalista. Y en la medida en que AMLO confronte a Trump, el líder estadounidense volverá a echar la culpa a los mexicanos por no querer aceptar la responsabilidad por tantos males que viven los estadounidenses.
Lo mismo ocurrirá respecto a la guerra contra las drogas. Ha sido un desastre para México que lógicamente se cansó de poner miles de muertos por el consumo descontrolado de sustancias ilícitas al otro lado del Río Bravo. Si en algo tiene sentido que los mexicanos echen la culpa a los estadounidenses, es respecto a esta política. AMLO quiere un cambio radical mientras que Trump quiere reforzar la política fallida. Choques fuertes están garantizados.
En todo esto, la tan desacreditada izquierda latinoamericana a la que le hacen falta líderes atractivos recibirá un refuerzo. No solo dejará AMLO de criticar a los regímenes autoritarios de la región, como finalmente empezó a hacer México en este siglo, sino que Trump convertirá a AMLO en el nuevo líder regional de izquierda.
Si AMLO se comporta como otros populistas de izquierda y Trump sigue comportándose como Trump, la economía mexicana se deteriorará, aumentará sustancialmente el número de inmigrantes ilegales hacia EE.UU. y la agenda estadounidense contra el autoritarismo castro-chavista se debilitará.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 3 de julio de 2018.