En diálogo exclusivo con La Mañana, el economista Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación “Libertad y Progreso”, indicó que de acuerdo a estimaciones personales, sin tener aun datos estadísticos precisos, en 2018 el poder adquisitivo de los asalariados perdería un 5% frente a la inflación. Además, aseguró que la devaluación del peso que se produjo este año no se trasladará de manera total a los precios finales de los bienes y servicios; y especificó el modo en el cual se reorganizarían los costos de los productos y las prestaciones.
“El precio de los productos finales aumentará, pero los salarios no van a subir en el mismo porcentaje. Por este motivo, el consumidor no podrá comprar la misma cantidad de productos que antes. Los artículos que más aumentan son, principalmente, los de mayor importancia en la Canasta Básica Familiar, como alimentos, medicamentos y vestimenta. De este modo, la persona no puede restringir demasiado su nivel de compra. Por lo tanto, para poder pagar más en concepto de esos bienes, hay que reducir el gasto en lo referente a servicios, que tendrán menos margen para subir sus valores. Así, esas compañías tardarán más en reacomodar sus facturaciones”, explicó Abram a este diario.
En lo referente a la pérdida que tendrán los salarios con respecto a la suba de la inflación, Abram afirmó: “Siempre avalé las negociaciones con cláusula ‘gatillo’. En un país donde no se priorizó el valor de la moneda y no se cumplieron las metas de inflación, sin ese ítem los contratos salariales se vuelven imposibles de sostener. Ahora, ese tipo de negociación no garantiza que si el convenio era del 15% y el nivel anual de suba de precios es del 30%, se podrá solicitar un 15% de incremento. Si hay una recesión y las empresas no venden lo suficiente para pagar los salarios, los empleados tendrán que recibir actualizaciones salariales menores. Si no, habrá mayor desocupación. Lo conveniente es priorizar el mantenimiento del empleo y, de ser posible, bajar el desempleo”.
A continuación, el profesional señaló que la transferencia de la devaluación a los servicios se dará de manera más lenta, pero se notará con mayor rapidez en los productos finales. “Aunque la inflación anual llegue al 30%, los costos de los artículos en algunos casos suben más de un 40%, porque hay bienes que cotizan en dólares debido a que se pueden exportar o importar. En otros aspectos, el costo no se equipara al de la divisa norteamericana porque lo que actúa como ‘colchón’ es la intermediación comercial, el margen de servicios que existe desde el momento que el producto sale de la fábrica y llega al consumidor. En esta cuestión, se decide no subir porque si se incrementa de acuerdo a la suba real del costo, luego la mercadería no se vende”, sostuvo.
“Una menor suba en esos servicios permitirá cubrir la diferencia entre lo que muestra la suba del dólar y el incremento real de la canasta básica de los argentinos. Y esto es una mala noticia, porque el principal servicio en una economía es el trabajo”, agregó.
Naftas
Por otra parte, al ser consultado sobre la política que debe mantenerse en materia de combustibles, Abram remarcó: “Las naftas son productos que si no se elaboran en nuestro país, deben ser importados a valor internacional; y si se genera en nuestro país, se puede exportar. Existen personas que creen que cada producto debe subir solo de acuerdo a su componente importado. Pero si uno produce un bien que no tiene ningún componente importado, la divisa aumenta y se tiene que elegir entre vender a un cliente nacional y a otro extranjero, la mejor opción sería comercializarlo, tanto al comprador local como al otro, teniendo en cuenta la suba del tipo de cambio. De lo contrario, solo resulta conveniente vender el artículo en el mercado externo. Este es el caso de los combustibles”.
“Tendremos que pagar los combustibles de acuerdo a lo que valgan. Si no, nos vamos a quedar sin naftas. La idea de pretender precios distintos nos llevó a destruir la industria de los hidrocarburos durante el kirchnerismo. Mientras en el mundo los precios del combustible se multiplicaban por diez, hubo solo dos países productores de petróleo que bajaron su producción sin una guerra de por medio: Argentina y Venezuela. Y eso no es casual: tuvieron la misma estrategia. El problema no son las naftas, sino la política equivocada que mantuvo el Banco Central durante mucho tiempo, y que descuidó el valor del peso. Eso hizo que todo sea más caro, y que seamos más pobres”, manifestó Aldo Abram.
“Si el BCRA mantiene este tipo
de gestión, la inflación puede bajar”
En lo concerniente a la política cambiaria, Aldo Abram aseveró que el Gobierno nacional tiene que respaldar la apreciación del peso y recuperar las reservas de la entidad. Asimismo, el experto opinó: “Si se mantiene el tipo de gestión que existe hoy en el BCRA, es posible que en los próximos meses la inflación tienda a bajar; y eso es lo que necesitamos todos los argentinos: que la estabilidad del valor del peso pueda reducir la suba de precios”.
“Lo que observamos es que las actuales autoridades del Banco Central han ‘tomado mejor nota’ que la anterior gestión del organismo. Si no queremos terminar en una situación cambiaria que nos lleve a una crisis económica, el BCRA tiene que defender el valor de nuestra moneda y recobrar la solvencia de sus fondos”, apuntó.
En esta línea, el experto resaltó que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional incluye la recompra, por parte del Ejecutivo, de Letras intransferibles. “Estos títulos no valen nada. Cristina Kirchner colocó esas obligaciones para quitarle las reservas al BCRA. Pero esta nueva medida va a permitir recuperar solvencia perdida durante el Gobierno anterior”, evaluó.
“Por el uso que los funcionarios actuales hicieron de los instrumentos monetarios, se nota que entendieron que no se puede emitir moneda para pagar cualquier cosa. Eso no permite ordenar las cuestas públicas ni bajar la inflación ni recuperar la credibilidad en el peso. Hay que ver si esta estrategia del BCRA se mantiene y se consolida hacia adelante”, añadió el economista.
En otro orden, Abram subrayó que los efectos de la devaluación que se registró en el país tienen su origen en factores locales y no solo en problemas externos. Según datos de “Libertad y Progreso” que comparan los indicadores del 17 de marzo de este año con las variables del pasado 3 de junio, el tipo de cambio se incrementó un 37,7%, mientras que el Riesgo País aumentó en 181 puntos. Por otra parte, la variación de las Bolsas, calculada en dólares, cayó un 38,2%. “Este ítem se calcula de un modo particular. Como el tipo de cambio varió en muchos países y las monedas locales son más inestables, tomar la divisa norteamericana como referencia es el mejor modo de comprender la evolución de la Bolsa de cada nación”, expuso.
“Estos números demuestran el fuerte impacto que tuvieron las turbulencias internacionales en la Argentina, y teniendo en cuenta lo que sucedió en otros países. Es evidente que en nuestro país, la devaluación que tuvimos triplicó a la que sufrieron otras naciones. La única excepción es Venezuela, que atraviesa una situación muy particular”, analizó.
“Tenemos un Banco Central que en los dos últimos años no priorizó la defensa de la moneda nacional, que prefirió licuar los problemas de las cuentas públicas y que perdió toda su credibilidad. Esto motivó la crisis de los últimos meses. Si no entendemos los problemas propios que dieron origen a la situación actual, va a ser muy difícil resolver los inconvenientes que tenemos, y que nos condujeron a estas turbulencias, que casi nos llevan a la quiebra y que nos obligaron a solicitar un nuevo préstamo al FMI”, planteó Abram.