Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
PANAM POST – El problema, es que cumplir con un déficit fiscal primario de 1.3 % del PBI para el próximo año no es tarea sencilla. Más complicado puede volverse, teniendo en cuenta que es un año electoral.
Una vez más la economía Argentina se encuentra ante un punto de inflexión. Debido a que los desequilibrios macroeconómicos estructurales aún no se corrigieron; cuando cambió el contexto internacional, Argentina lo sintió de sobremanera.
Fue necesario recurrir al FMI para evitar una crisis. El préstamo por un monto que será de USD $50,000 M llegó, pero no trajo toda la calma que se esperaba. De hecho, la segunda semana de agosto mostró a los mercados muy nerviosos (devaluación del peso, bonos en caída, riesgo país ascendente, etc.). Sin embargo, el Gobierno de Macri aún se encuentra ante una oportunidad de cambiar las cosas, pero el margen es cada vez menor.
¿Cuál es la oportunidad? Que el préstamo con el FMI puede generar una disciplina que Argentina no supo generar por sí misma (en términos de reducir el déficit fiscal). Si bien el préstamo del FMI es más que generoso, los desembolsos restantes (ya arribaron USD $15,000 M) son trimestrales y no alcanzan para cubrir todas las necesidades de financiamiento del Gobierno (de aproximadamente USD $45,000 M) de acá al final del 2019.
Aproximadamente USD $18,000 M de los USD $45,000 M no estarían cubiertos por los desembolsos del FMI. En otras palabras, Argentina necesita fondearse de los mercados internacionales para poder cubrir sus gastos de aquí al final del mandato del presidente Mauricio Macri.
Es casualmente el hecho de que el FMI no cubra todas las necesidades de financiamiento lo que puede generar una auto-disciplina para volver a los mercados internacionales. Pero para eso, Argentina necesita volver a ser confiable.
¿Cómo se logra esto? Principalmente cumpliendo con las metas fiscales, monetarias, de reservas internacionales netas enviadas al FMI. En este sentido, cumplir con las metas, y mostrar que las reservas se fortalecen son dos cuestiones claves para poder financiarnos nuevamente en el mercado internacional.
El problema, es que cumplir con un déficit fiscal primario de 1.3 % del PBI para el próximo año no es tarea sencilla. Más complicado puede volverse, teniendo en cuenta que es un año electoral. Con lo cual preguntarse qué variables van a reducirse para cumplir con la meta es clave en términos de gobernabilidad. En primer lugar, valdría la pena destacar que Argentina no fue al FMI por convicción, sino por necesidad.
En otras palabras, si Argentina baja el gasto público es porque “no le queda otra” y no porque realmente lo crea prioritario. El punto es, ya sea por necesidad o convicción, que si realmente lo reduce, las perspectivas de que Argentina vuelva a crecer el próximo año se incrementan. No obstante, es de esperarse un segundo semestre con una economía que no crece.
¿Cuáles son los principales puntos que el gobierno intentará reducir para cumplir con la meta? En el 2019, la reducción del gasto vendrá principalmente por la obra pública y en segunda medida, por los subsidios económicos.
Probablemente entre estas dos variables se intente reducir el gasto público en un 1% del PBI (recordemos que el 2018 debe cerrar en 2.7% del PBI). Luego, el resto es de esperar que venga por el lado de las transferencias a las provincias y por el salario en el sector público. El desafío claramente será el “trade-off” entre ganar las elecciones y cumplir con el fondo.
Si recortar obra pública compromete las elecciones, ¿se seguirá por ese camino? ¿O se priorizará ganar las elecciones por sobre las metas del FMI? Esa es la delgada cornisa que debe caminar Cambiemos en lo que le queda de mandato. Por un lado, el desafío de bajar gasto en obra pública sin que le perjudique las elecciones, y por el otro, cintura para negociar con las provincias para que asuman parte del esfuerzo en la reducción del gasto público.
La tarea es difícil, pero no imposible. Sin embargo, también está el desafío de sobrevivir en el corto plazo. La última disparada del dólar enciende las alarmas económicas nuevamente. Para peor, las perspectivas en el contexto internacional es que el dólar continúe apreciándose y que las tasas de interés de Estados Unidos (en mayor o menor velocidad) sigan incrementándose.
Razón extra para hacer los deberes y reducir al máximo las repercusiones que puedan llegar del contexto internacional. En este sentido, una alarma adicional merece la situación de Turquía, que luego del incremento de aranceles que anunció el presidente Trump al aluminio y al acero, generó complicaciones económicas al país.
Una crisis en Turquía desde luego golpearía a Argentina (que ya se encuentra debilitada) y una caída de Argentina, también afectaría a la región. En definitiva, en un contexto que se navega contra viento y marea, se vuelve más importante que nunca arreglar, cuanto antes, el barco. Es la manera más factible de poder navegar más tranquilamente en el 2019.