INFOBAE – Hay enorme preocupación por la corrida cambiaria que vivimos. Para entenderla, hay que imaginarse un paciente que tiene una creciente infección (un Estado que gasta excesivamente) y que el médico (los funcionarios de turno) demora en curarlo. Lamentablemente, esto le genera una hemorragia interna al paciente. O sea, se genera una corrida contra el peso porque la gente observa que el Banco Central, en vez de priorizar defender el valor de su moneda, se dedica a tratar de diluir los costos de ese exceso de gasto público. Es cierto que hay que empezar a curar la infección cuanto antes, pero lo más urgente es parar la hemorragia, porque, si no, el paciente se nos va a morir desangrado.
Si le preguntamos a cualquier persona de la calle por qué le preocupa que suba el dólar, va a decir que porque sus pesos valen menos. Y, aunque muchos economistas no lo entiendan, ese es el verdadero problema hoy y no que el dólar suba; porque esa alza es porque el peso está perdiendo valor. Por supuesto, cuando esto pasa, la gente baja la demanda de moneda local y eso provoca una nueva merma de su valor que se refleja en otra alza del tipo de cambio. Por lo tanto, más gente se asusta y deja de demandar pesos y su valor merma aún más, haciendo subir el tipo de cambio y así sucesivamente en una suerte de círculo vicioso. Esta es la sangría que hoy observamos como una corrida cambiaria que, en realidad, es una corrida contra el peso.
Claramente, no se puede detener vendiendo divisas por cuenta gotas y dejando pesos que nadie quiere en el mercado, porque eso hace que valgan menos y, por ende, el tipo de cambio suba haciendo que menos gente quiera tener moneda local y así sucesivamente. Hay que sacar todos los pesos que sobran y defender su valor a un precio que no debería ser superior al actual. Esto se puede hacer dejando de emitir desde el Banco Central (BCRA), por ejemplo, para bajar la tasa de interés, que tiene que ser la que resulte del mercado y no una fijada arbitrariamente por dicha entidad. Además, el aumento de encajes de cinco puntos porcentuales debe constituirse en pesos, para que los mercados demanden parte de la moneda que sobra. Es absurdo subir los encajes y que se constituyan en títulos del BCRA, porque eso no ayuda a sacar pesos del mercado. Luego, hay que ofrecer vender las divisas que sean a ese valor que se quiere defender, por ejemplo, cinco mil millones de dólares. Si efectivamente el BCRA deja de emitir y con los dólares saca los pesos que sobra, el mercado encontrará su equilibrio. La gente comprobará la voluntad del BCRA de defender el valor de la moneda y se parará la corrida.
No existe otra opción, ya que este tipo de crisis termina en una espiralización del tipo de cambio, o sea, de la caída del valor de nuestra moneda. El resultado ya lo vivimos en 1989. Ahora, una vez que se logró frenar la corrida, no puede pasar, como ya sucedió, que el BCRA vuelva a emitir pesos, porque ya se deberían haber dado cuenta de que la gente no los quiere. Si lo hacen, volverán a alimentar otra corrida que puede ser terminal.
Lo otro importante, una vez que el BCRA detuvo la sangría y devolvió la tranquilidad a la gente estabilizando el valor de la moneda, llega el turno del Gobierno y toda la dirigencia política que debe recuperar la confianza curando la infección. Es decir, dando muestras contundentes de que va en serio la reducción del disparatado gasto estatal. Si se recupera la credibilidad, se incrementa el crédito, ya que de allí se deriva esta palabra. La gente empieza a invertir y consumir más. Saca sus dólares del fondo del placard y cambia sus depósitos de moneda extranjera a pesos. Parte de la fuga de capitales se revierte, la tasa empieza a bajar, porque aumenta el financiamiento interno y la economía se recupera. Ese es el círculo virtuoso que hay que recrear si se quiere evitar una crisis, pero el objetivo de este artículo es simplemente ver cómo parar la hemorragia. Si quieren saber cómo se cura al paciente, lean https://goo.gl/eL12s2