Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
EL CRONISTA – Después de casi tres años de gestión, en estos días debido a repetidas idas y venidas y ciertas filtraciones sobre posibles medidas de fondo y candidatos a oxigenar el gabinete con ímpetu para renovar la confianza perdida, es desafortunado tener que reconocer que nada cambió. No solo eso sino que algunos aspectos empeoraron con los últimos anuncios oficiales.
Pensaba que se eliminarían funciones incompatibles con un sistema republicano de donde procede la insoportable exacción impositiva, el exponencial endeudamiento estatal, el creciente déficit total de las cuentas fiscales y las manipulaciones monetarias y cambiarias contraproducentes.
Lamentablemente las medidas anunciadas se concretaron en la suba de impuestos a las exportaciones, enroques varios de funcionarios en un organigrama que en definitiva no modifica el resultado neto, a contramano de propuestas de gran interés y fertilidad que con la mejor buena voluntad se han hecho llegar al gobierno desde diversos rincones. Ahora se sugieren podas circunstanciales que como hemos reiterado, igual que en la jardinería crecen con más vigor y también se incluyeron subas del gasto en otros rubros. Lo anunciado es básicamente gatopardismo.
Además, los incrementos de impuestos no solo constituyen un inaudito “llovido sobre mojado” en el país que cuenta con uno de las mayores presiones tributarias del planeta, sino que en rigor no puede anunciarse como un hecho consumado ya que se trata de una medida que debería pasar por el Congreso.
Sugerí que el Presidente declarara su abstención de participar en la próxima contienda electoral designando una candidata o candidato para el cargo, al efecto de trasmitir la clara decisión que el mandatario no ocupará su tiempo y energías en una campaña electoral.
De haber sido así, junto con medidas de fondo que mitigaran los antedichos problemas, las personas de bien hubieran considerado al Presidente como un estadista que está dispuesto a concentrar su atención exclusivamente en resolver la situación que tiene a todos preocupados.
Nunca es tarde para rectificar el rumbo. El tiempo apremia. Descuento que el Presidente está imbuido de los mejores propósitos, pero por el momento las medidas no se condicen con su afirmación en el sentido de que “esta vez el cambio es verdadero”.
Por último, subrayo la errada distinción presente en los últimos anuncios del ministro del ramo al sostener que “hablamos a la gente y no solo a los mercados”. El mercado es la gente, no es un aparato ajeno a sus acciones e intereses. Todas las transacciones cotidianas que cada persona lleva a cabo conforma el proceso de mercado. Es el resultado indefectible de compras y abstenciones de comprar.
A esta confusión también debe agregarse lo que el Presidente manifestó seguramente con la mejor de las intenciones pero que también se presta a equívocos en cuanto a que “les hablo con el corazón”, lo cual trae a la memoria recuerdos sumamente ingratos.