Ha publicado artículos en diarios de Estados Unidos y de América Latina y ha aparecido en las cadenas televisivas.
Es miembro de la Mont Pèlerin Society y del Council on Foreign Relations.
Recibió su BA en Northwestern University y su Maestría en la Escuela de Estudios Internacionales de Johns Hopkins University.
Trabajó en asuntos interamericanos en el Center for Strategic and International Studies y en Caribbean/Latin American Action.
EL COMERCIO – En estas fechas, hace diez años, colapsó uno de los bancos de inversión más importantes de Estados Unidos. La quiebra de Lehman Brothers fue la más grande en la historia del país y ayudó a estallar la crisis financiera global. Contribuyó también a la idea de que el Estado tiene que intervenir como consecuencia de fallas inherentes al mercado financiero.
¿Hemos aprendido las lecciones correctas de la crisis? Cuando fracasó Lehman, el Gobierno Estadounidense decidió no rescatarlo. Esto causó pánico en los mercados. Seis meses antes, había fracasado otro banco de inversión, Bear Stearns. Pero en ese caso, el gobierno federal organizó un rescate financiero para prevenir que la crisis se extendiera.
El rescate a Bear Stearns creó un mal precedente. Creó la expectativa de que el Gobierno rescataría a las grandes instituciones financieras que entraban en problemas. En vez de alentar medidas prudentes por parte de los bancos de inversión, las desalentó. Pues, ¿para qué reducir riesgos financieros si el Gobierno te salva de tus malas decisiones? Por eso, cuando el Gobierno no rescató a Lehman, sorprendió a un mercado que no lo esperaba y que supo que la industria no se estaba manejando bien.
El gobierno federal luego empezó a rescatar a otros bancos cuando la crisis empeoró. La política arbitraria y no transparente del Gobierno agravó la crisis. Quienes criticaron al Gobierno por no ofrecer más ayuda argumentaron que las interconexiones de Lehman con otras instituciones financieras causarían un contagio en el mercado. Pero eso no pasó. Un análisis del experto financiero Hal Scott de la Universidad Harvard acordó con otros estudios al concluir que la bancarrota de Lehman no provocó el colapso de otras instituciones (las otras instituciones empezaron a fracasar por otras causas).
Lo prudente hubiera sido dejar Bear Stearns quebrar sin ayuda del Estado. Ese banco era incluso mucho más chico que Lehman. El dolor hubiera recaído sobre los acreedores, como debe ocurrir en el mercado, y no habría por qué pensar que hubiera contribuido a una crisis sistémica si, ya sabemos, la bancarrota de Lehman no causó tal crisis. El rescate de Bear Stearns, el riesgo moral que creó y la política arbitraria del Gobierno causaron el pánico. Fue tan así que el experto financiero Peter Wallison concluye que, si no se hubiera rescatado a Bear Stearns, las pérdidas habrían sido menores y manejables y es probable que la crisis financiera del 2008 no habría ocurrido.
¿Por qué, entonces, entraron en tan graves problemas los bancos? Otorgaron demasiadas hipotecas a personas de bajos ingresos y alto riesgo. Pero esas decisiones no derivaron del mercado libre. Desde los años 90, ambos partidos en el poder promovieron políticas que obligaron a los bancos a hacer préstamos riesgosos con el fin de que más estadounidenses sean propietarios. Además, dos grandes agencias creadas por el Estado compraron a los bancos gran parte de esa deuda cuestionable. El Gobierno así creo un enorme problema en el mercado financiero. Para los bancos, el negocio era redondo, siempre y cuando seguía subiendo el mercado de bienes y raíces.
La política del banco central de EE.UU. también contribuyó a la burbuja inmobiliaria. La Reserva Federal empezó a bajar la tasa de interés a niveles extremadamente bajos empezando en el 2001. Quedo allí por años. Ese crédito fácil financió el ‘boom’ inmobiliario hasta que empezaron a subir las tasas de nuevo y la burbuja finalmente explotó.
La crisis financiera representó un enorme fallo del gobierno que multiplicó las malas decisiones del sector privado hasta convertirlas en una crisis generalizada. No sería descabellado pensar que puede volver a ocurrir, ya que los gobiernos desde entonces se han endeudado mucho más, se han comprometido a futuros rescates y hasta ahora han apoyado tasas de interés sumamente bajas.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 18 de septiembre de 2018.