Lic. en Administración de Empresas. Magister en Economía Aplicada de la UCA. Doctorando en Economía en la UCA.
PANAM POST – En un reciente estudio publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado Mejor gasto para mejores vidas, se refleja el desempeño del gasto público realizado por el Estado y la calidad de este. Una vez más, Argentina da la nota liderando el ranking siendo el país más ineficiente en el gasto público.
Si bien el estudio refleja que en promedio toda la región de América Latina y el Caribe empeoró su situación, el caso de Argentina es el más notable. Según el estudio, en la región mencionada el gasto público aumentó 7 puntos porcentuales durante los últimos 20 años, pero sin observarse un buen desempeño en los resultados esperados en los “beneficios sociales”.
El caso argentino llama particularmente la atención debido a que el incremento del gasto público fue significativo. En el 2003 se encontraba en torno al 30 % del PBI, para crecer hasta aproximadamente el 45%. Sin embargo, Argentina se encuentra estancada desde el 2011. Es decir, el sector público se ha vuelto más ineficiente porque el gasto público crece, pero el PBI per cápita cae.
Es este último punto el que capta el trabajo mencionado por el BID, en donde Argentina lidera en términos de ineficiencia. Tal como puede observarse en el gráfico, los costos de la ineficiencia técnica alcanzan el 7,2 % del PBI en Argentina, superando ampliamente el promedio de la región de 4,4 % del PBI para América Latina y el Caribe. El mejor desempeño se da en Chile, donde la ineficiencia tiene un costo del 1,8 % del PBI.
Ineficiencia técnica
La mayor ineficiencia se observa en las “Filtraciones en Transferencias”. Esto incluye pensiones no contributivas, programas sociales, subsidios a empresas y pensiones contributivas. En cuanto a los otros dos rubros, muestran el malgasto en las compras públicas y en las remuneraciones a empleados públicos.
Desde luego que Argentina se encuentra ahora en una emergencia por la crisis cambiaria, razón por la cual acudió al FMI. En este marco, el Gobierno se ha comprometido a alcanzar un déficit primario cero (este déficit es sin contar el pago de intereses por la deuda). Sin embargo, se debe tener presente que alcanzar el déficit primario cero es una condición necesaria, pero no suficiente para volver a las sendas del crecimiento.
En otras palabras, se debe comprender que en Argentina el problema es estructural. Lo que más necesita corrección es el sector público improductivo y dejar de castigar al sector privado productivo mediante impuestos y retenciones.
Recordemos que cuando el presidente Macri sostiene que quiere transformar a Argentina en país normal, está pensando en los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú y Colombia). Casualmente, dos de estos tres países (Chile y Perú) tienen el menor nivel de ineficiencia. No obstante, se encuentra muy lejos del benchmark elegido, no solo en términos de ineficiencia del gasto público, sino también en su magnitud.
El informe destaca que el total de las ineficiencias regionales se ubica en torno a los USD $220.000 millones, superando el PBI de Perú (USD $190.000 millones) y casi equivalente al PBI de Chile (USD $250.000 millones). Si bien el trabajo posee un enfoque de generar un “gasto inteligente” por parte del Estado, sería óptimo (por lo menos en el caso de Argentina), reducir el gasto público. El gran problema es el tamaño del Estado y luego su ineficiencia.
Si el Gobierno de Cambiemos apunta a tener un desarrollo como los países de la Alianza del Pacífico, lo óptimo es que trabaje en los motores de crecimiento que desarrollaron dichos países. Esto es:
1) El mercado de trabajo,
2) Productividad e
3) Inversión.
Lamentablemente, Argentina posee deficiencias en los tres. El mercado de trabajo es muy ineficiente, principalmente por la elevada presión tributaria que genera que no se desarrollen inversiones. Desde luego, la alta presión tributaria responde al elevado gasto público que posee el país. Los impuestos al trabajo (en porcentaje de las ganancias) son muchísimos más altos en Argentina que en los países a los que quiere parecerse. Adicionalmente, los juicios laborales se han incrementado a una velocidad alarmante.
Por otro lado, la productividad también se encuentra en jaque, los costos logísticos son más elevados en Argentina que en el de sus países vecinos. La burocracia para iniciar nuevos negocios también es altísima en comparación con la Alianza del Pacífico. Los costos de importación también son muchos más elevados y la apertura comercial es muy reducida en Argentina, lo que fomentó aún más su debilidad competitiva. Ni hablar de los pocos tratados de libre comercio que posee, que son solo cinco.
Por último, está claro que en este contexto es muy difícil que lleguen inversiones. En el ranking del Índice de Derechos de Propiedad, Argentina está muy mal. Los índices que miden la competitividad también ubican en malas posiciones a Argentina; su ambiente macroeconómico se ha deteriorado en los últimos años. Con todo, no sorprende que de los casi USD $120.000 millones que ingresaron al país desde que Macri inició su gestión, solo el 5 % (USD $5.897 millones) hayan sido por inversión extranjera directa.
Argentina se encuentra estancada sin poder levantar cabeza aún. El nuevo acuerdo con el FMI busca que el país corrija sus desequilibrios macroeconómicos. Para eso será clave reducir el gasto público, sobre todo, si Este es el más ineficiente de la región.