Por Alberto Benegas Lynch (h) | Un buen número de intelectuales se dejaron seducir por el marxismo que recién abandonaron una vez que comprobaron de primera mano los desastres irreversibles que produce. Hoy se suele renegar de la etiqueta marxista pero se adoptan y suscriben buena parte de sus recetas, lo cual está presente en aulas universitarias, en círculos sindicales, en medios periodísticos, en ámbitos empresarios, en iglesias, en organismos internacionales financiados por gobiernos, en un número nada despreciable de los libros publicados. Incluso los hay quienes se proclaman abiertamente anti-marxistas pero incorporan sus principios.