Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
CRONISTA – Se observa que en reportajes orales y escritos se consulta sobre los modos para lograr determinados resultados. Habitualmente el entrevistado se enreda en ingenierías varias para responder a la requisitoria periodística y a partir de ese momento con repreguntas y opiniones de variado color se entra en un debate que parece no tener salida. Y esto es así porque antes de entrar en el tema de las políticas de transición para arribar a ciertos objetivos se torna indispensable aclarar el sentido y los fundamentos del objetivo mismo, de lo contrario el embrollo es seguro.
Una vez que se ha comprendido y aceptado la meta resulta una cuestión del todo secundaria el modo de encaminarse a ella. Siempre aparecen infinidad de procedimientos para acercarse al objetivo. Las ingenierías son múltiples. Las estrategias y los elementos políticos a tener en cuenta son innumerables.
Y no es que las políticas públicas carezcan de importancia, no se puede ejecutar una idea sin un programa para llevarla a cabo, se trata de evaluar correctamente las prioridades y economizar el tiempo disponible. No es posible poner la carreta delante de los caballos.
Primero debe clarificarse la idea y luego las muy diversas maneras de ejecutarlo con mayores o menores pasos intermedios al contemplar las muy diferentes reacciones y efectos en los plazos medianos y de largo alcance pero no se puede comenzar por el final.
Sin quererlo en no pocos casos se tiende una trampa al pretender discutir modos para lograr algo antes de haber aclarado debidamente las virtudes de ese algo. Lo primero es primero. Nadie entenderá el asunto si se pretenden formular procedimientos antes de saber hacia donde se apunta y la razón de esa dirección.
La idea es el núcleo, el resto se da por añadidura. Una vez comprendida la meta se competirá por diversas propuestas para logar el objetivo, de lo contrario atrasamos el debate. Hace mucha falta la explicación de ideas antes de proponer mecanismos para lograr algo que aun no se comprendió.
Antes de mostrar cómo se hace hay que entender por qué se hace. Una vez que la opinión pública ha entendido la idea será más o menos indiferente a los muchos caminos para llevarla a cabo, el asunto es ponerse en marcha. Ilustremos lo dicho con uno de tantísimos ejemplos.
Se afirma que debe reducirse el gasto público, frente a lo cual se pregunta en qué rubros se procedería en consecuencia.
El entrevistado mantiene que hay que despedir empleados públicos y entra en los detalles más escabrosos de cómo hacerlo, se refiere a la necesidad producir un ajuste cuando en verdad el ajuste es el que implanta el estatismo sobre los bolsillos de todos, especialmente sobre el fruto del trabajo de los más necesitados. De ese modo los interlocutores concluyen que el entrevistado es insensible y derrotista, cuando no explotador. En nuestro país aparentemente se atribuye mayor importancia a los medios que a los fines, así se hace difícil avanzar. Estamos atrasados en el debate de ideas.