Dirigencias manos a la obra ahora 2019

Presidente en Sociedad Rural Rosario

Las dirigencias empresarial, gremial y política nacional conoce cuáles son las falencias del sistema socio-económico de Argentina, y los puntos de acuerdos básicos a los que deberían comprometerse para iniciar un camino de reconstrucción de la decadente situación 2019. Naturalmente lo que a la gente mejorará en el mediano y largo plazo, no es lo que quiere y acepta en el corto, y los responsables del fracaso hoy somos y seguiríamos siendo, la dirigencia que atiende a ganar elecciones o cargos de poder, desatendiendo las correcciones superadoras necesarias para el crecimiento y desarrollo como objetivo esencial.

Pasemos revista a los posibles mayores perjuicios que maniatan y hunden al país.

. Gasto público desorbitado ineficiente y déficit fiscal, ambos insostenibles. La dirigencia que permanentemente se ocupa en casi exclusividad en candidaturas, listas de elecciones y cargos de poder, muchísimos costosos e ineficaces, tiene que primero acordar plan  para bajar el gasto improductivo como política de estado. SÍ SE PUEDE para lo que hay que acordar multidirigencialmente, por ejemplo racionalizar el empleo público, lo que debe encararse sin complejos hoy para su solución en meses, años o lo que se necesite; pero comencemos. La dirigencia somos los irresponsables de mantener prisionera a una sociedad con altos impuestos no productivos para financiarlo. Y que resulta en desinterés e imposibilidad de inversión, no creación de puestos de trabajo útiles, no crecimiento  y su posible mayor recaudación genuina futura. Así de cierto, señores trabajen en esto antes de armar listas, y gastar enormes presupuestos para representaciones, en el sistema que no corrigen y del que se sirven. Me hacen recordar al zorro cuidando el gallinero. Esto sería parte de la reforma del estado y tributaria.

. Reforma laboral que resultará en mayores salarios en el bolsillos de trabajadores, contrariamente a lo que sostiene la dirigencia gremial. Sus elevados costos que se descuentan al trabajador, no le resultan en beneficios proporcionales. Deberán percibirlo ellos, son los dueños, y que decidan su destino. Prueba irrefutable es la pléyade de dirigentes gremiales multimillonarios, con salarios del trabajo cada vez menores y mayor pobreza, aún con puestos estables.

. Política contra la inflación, en gran medida corregible poniéndole el cascabel al gato en puntos anteriores. No más demagogia, ni sólo ingeniería financiera, ni financiamiento a grupos de poder privilegiados, presionantes fuera de la ley, que desestabilizan la institucionalidad y el orden social fructífero de convivencia, crecimiento y desarrollo. Resultan un mal ejemplo discriminatorio, un retroceso de la actividad económica y un aumento de la pobreza, creando una incertidumbre que alimenta el círculo vicioso de la decadencia. El estado y el gobierno en coalición comprometiendo al arco político-económico-gremial, deben gestionar políticas que estimulen la producción y trabajos con agregado de valor, eliminando subsidios y prebendas que no resultan claramente en beneficios a las bases no pudientes. La dirigencia es la responsable de no poder instrumentarlas y lograr resultados que superen este sistema; las bases no lo van a promover, por creencias históricas adherentes a un populismo de tipo sentimental,  y la postración en la que el mismo las ha sumido e imposibilitado de análisis razonables.

. Educación con programas útiles, y cumplirlos, como capital humano futuro para argentinos que los capacite en próximas décadas a desenvolverse como los mejores, si no seremos marginales. El sistema educativo debe buscar excelencia integralmente, con salarios acorde a las altas responsabilidades y resultados exigidos, como también corregir múltiples distorsiones entre ellas el ausentismo  origen de injustos prebendarismos y dispendio de recursos.

. La seguridad y el narcotráfico nos exigen políticas permanentes que nos convoquen a convivir en ambiente institucional y legal atractivos, con garantía de justicia con sentencias firmes en tiempo y forma sin privilegios ni facilidades para el delito de ciudadanos o poderes. Los diversos actores dirigenciales debemos acordar no interferir ante el poder judicial en 0 (cero) ocasión, y hacer funcionar el Consejo de la Magistratura en profundidad según sus objetivos.

Seguramente hay más temas para acordar y reconvertir. Pero es imprescindible y urgente hacerlo en los posibles con seriedad y resultados. Cinco, cuatro, tres, dos firmemente. Éstos o los importantes que se pueda.

La dirigencia tiene que asumir liderar los cambios profundos en los tiempos de renacimiento que debemos emprender. No lo van a hacer sectores de base, por ejemplo con el voto, en su mayoría por no entender su beneficio antes que por no querer o no poder.

La dirigencia empresarial en su mayoría es la que despierta mejores expectativas, tendrá que renunciar a su prebendarismo histórico; adhiero a la visualización optimista que en su mayoría son motor de transformación, y finalmente defenderá que el porvenir con cambios es venturoso antes que el acomodo e indiferencia irresponsable de corta mira y bajo rédito final.

La dirigencia gremial es difícil pueda desligarse de la defensa dogmática de la evidente falsa justicia social, con más de 30% de pobreza. No renunciará a lo que pregonó con éxito y consiguió legalizarlo. Es probable organice resistencias convocando manifestaciones públicas y paros que sostienen su inutilidad contraproducente y agravan la decadencia y pobreza; sólo sirven a mantener su poder político. A 70 años de vigencia, es difícil entender cómo no apareció un liderazgo que les ilustre sobre lo desventajoso que les ha resultado el sistema populista casi siempre presente, y no hayan comprobado que recorrían camino decadente permanente.

La dirigencia política en mismos tiempos atendió fundamentalmente a alcanzar y ejercer el poder, democráticamente o por alianza con fuerzas irrespetuosas de la constitución. No defendió proyectos nítidos y solventes, se ocupó en luchas electorales que en ocasiones mismos actores proponían programas contradictorios en distintas campañas. Aquí también no se entiende que en tantas décadas de imperio populista, no hayan surgido líderes que en lugar de querer captar apoyo y votos de ese sector, no hayan desarrollado una oposición democrática-liberal que lograra  alternativa institucional en el poder. Consecuencias fueron útiles al inútil sistema.

Como conclusión digo que es imprescindible -expresión de José de San Martin- que las dirigencias de la sociedad argentina acepten su alta responsabilidad en la decadencia inconcebible del país. Y se hagan cargo ahora del desafío de su superación. Un camino no excluyente es acordar políticas de estado, ni demasiadas ni única, con compromisos de desarrollarlas con unidad de criterio; algunas de ellas modestamente se han relatado aquí.

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