Doctor en Economia y Doctor en Ciencias de Dirección, miembro de las Academias Nacionales de Ciencias Económicas y de Ciencias.
EL CRONISTA – Con mucha razón ha consignado Milan Kundera que “la persona que pierde su intimidad lo pierde todo”. Hoy observamos que la utilización de los formidables medios de comunicación se utilizan muchas veces para aniquilar a la persona.
Así se observa que algunos consideran que no han hecho nada si no exhiben lo vivido en las redes sociales, son seres vacíos en el sentido apuntado por T. S. Eliot en el libro que lleva por título Los hombres huecos. Son más bien simples megáfonos de la moda.
De más está decir que esto no es para cargar contra los medios de comunicación, del mismo modo que no es para cargar contra el martillo si en lugar de clavar un clavo se lo utiliza para romperle la nuca al vecino.
En la era digital y a pesar de sus extraordinarias contribuciones adelantadas entre otros por Nicholas Negroponte desde MIT en Being Digital, ahora Facebook, la muy popular red social, se encuentra en un serio entredicho por la filtración de datos privados y por posibilitar la aparente falsificación de identidades, lo cual presenta un problema de seguridad para sus millones de usuarios.
Según el diccionario etimológico “privado” proviene del latín privatus que significa en primer término “personal, particular, no público”.
El ser humano consolida su personalidad en la medida en que desarrolla sus potencialidades y la abandona en la medida en que se funde y confunde en los otros, esto es, se despersonaliza. La dignidad de la persona deriva de su libre albedrío, es decir, de su autonomía para regir su destino. Es la base del derecho.
Hoy existe un extremadamente peligroso proyecto del actual gobierno para extender el registro de ADN a todos los habitantes, lo cual vulnera la privacidad al exponer vínculos biológicos, enfermedades, herencias y otras características personales.
La huella dactilar nos dice quien es una persona, mientras que el ADN informa como es. La Declaración Internacional sobre Datos Genéticos Humanos de la Unesco de 2003, a la cual la Argentina adhiere en su carácter de país signatario, protege los datos genéticos.
La primera vez que el tema de la privacidad se trató, fue en 1890 en un ensayo publicado por Samuel D. Warren y Luis Brandeis en la Harvard Law Review titulado “El derecho a la intimidad”. Tal vez la obra que más ha tenido repercusión en los tiempos modernos sobre la materia es La sociedad desnuda de Vance Packard.
Si bien los intrusos pueden provenir de agentes privados (los cuales deben ser debidamente procesados y penados) hoy debe estarse especialmente alerta a los entrometimientos estatales -inauditos atropellos legales- a través de los llamados servicios de inteligencia, las preguntas insolentes de formularios impositivos, la paranoica pretensión de afectar el secreto de las fuentes de información periodística, los procedimientos de espionaje y toda la vasta red impuesta por la política del gran hermano orwelliano como burda falsificación de un andamiaje teóricamente establecido para preservar los derechos de los gobernados.