Subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas en ESEADE.
CONTRA ECONOMÍA – El ajuste es el final inevitable del despilfarro previo.
El dólar vuelve a subir en Argentina y la desazón se generaliza en la ciudadanía. No importa que –en términos reales- el tipo de cambio esté 18% más abajo que en septiembre del año pasado… Cuando los medios ven que el dólar sube más de 40 o 60 centavos en un día, se encienden todas las alarmas.
Por si el dólar fuera poco, se van conociendo otros datos económicos. En el cuarto trimestre de 2018 el PBI cayó 6,2% contra el mismo período del año anterior. Las importaciones se desplomaron 22,9% interanual en febrero, mientras que las ventas en supermercados cayeron 10,5%, de la mano del deterioro del salario real.
¿Cómo se explica tanta malaria económica? ¿Cuándo dejará de caer la economía y se recuperará el consumo?
La pregunta parece no tener respuesta. El pesimismo y el escepticismo sobre el futuro crecen… Pero hay un culpable que es muy evidente. Un ente que, si dejara de “achicar” a la economía nacional, nos permitiría volver a empezar.
¿Quién es ese ente? Obviamente, el Fondo Monetario Internacional.
El malo de la película
Como siempre es más fácil echarle la culpa al de afuera, hoy gran parte de la opinión pública considera que las penurias económicas que atravesamos tienen que ver con el Fondo Monetario. Es que, claro, dado que el FMI es famoso por sugerir “políticas de austeridad”, y dado que la sensación hoy es que no nos queda otra que ser austeros porque la plata no alcanza, la relación no es difícil de establecer.
Una encuesta divulgada en el programa que Alejandro Bercovich conduce en C5N le pone números a esta situación. De acuerdo con su estudio, 58% de la población considera que la llega del FMI es más perjudicial que beneficiosa para la economía del país.
Es decir que la economía estaría mejor sin la intervención del Fondo porque no deberían implementarse “políticas de austeridad”.
¿Es esto así? La respuesta es rotundamente negativa.
Es que, veamos: de acuerdo con los últimos datos conocidos, el Riesgo País de Argentina se ubica en 768 puntos. Es decir que si tuviera que endeudarse con el mercado, el gobierno debería pagar una tasa de aproximadamente 10% anual en dólares (tasa de EEUU + riesgo país).
El FMI, sin embargo, le presta al gobierno al 4% anual.
O sea que quienes piensan que sin FMI no habría austeridad, deberían pensar qué tasa permite mayor gasto, si una del 4% o una del 10%.
Déficit Cero
Obviamente, uno podría argumentar que dichos préstamos baratos llegan como contrapartida de un programa económico que exige que se alcance el famoso déficit cero.
Eso, está claro, obliga o bien a subir los impuestos, o bien a bajar el gasto. Una combinación de ambas es lo que está haciendo el gobierno. Ahora quedarse solo con esta parte del problema es ignorar las alternativas existentes.
Es que tenemos que entender por qué se recurrió al FMI en primer lugar. En 2017 Argentina tuvo un déficit de Cuenta Corriente de USD 32.000 millones. Esto quiere decir que el país consumió USD 32.000 millones más de lo que produjo. Esa diferencia se financió con un ingreso de capitales de aproximadamente el mismo monto.
Ahora bien, ese ingreso de capitales se dirigió casi en su totalidad a financiar el agujero fiscal del gobierno. O sea que el agujero fiscal del gobierno es el principal motivo detrás del exceso de gasto que tiene el país. El gobierno gasta más de lo que ingresa, no hay ahorro interno para cubrir ese bache, y entonces no queda otra vía que financiarlo con crédito externo.
En 2018, la situación era similar. En el primer trimestre ingresaron USD 9.600 millones para financiar el déficit de cuenta corriente. Sin embargo, la situación no se repitió en los siguientes períodos, porque a partir de abril se cortó el chorro de financiamiento externo que estaba llegando a nuestro país.
Para ponerlo en términos bien sencillos, Argentina era una persona que vivía de prestado gastando mucho más de lo que producía hasta que llegó un día en que el financiamiento se terminó.
Cuando eso ocurre, el ajuste (la austeridad) es la consecuencia inevitable.
Efecto amortiguador
Frente a este panorama, el organismo de crédito internacional solo suaviza la situación. Si no fuera por los USD 57.000 millones que le está prestando al gobierno, el ajuste sería increíblemente mayor, manifestándose bien en un mayor recorte del gasto público, una mayor suba de los impuestos, o un nivel mucho más alto del tipo de cambio.
Hacia el futuro, el recorte de gasto deberá ocurrir de todos modos. A corto plazo esto puede tener efectos nocivos, pero a la larga es el único remedio para terminar con las crisis fiscales, que explican las 4 recesiones de los últimos 8 años y un escandaloso nivel de pobreza.