Ha publicado artículos en diarios de Estados Unidos y de América Latina y ha aparecido en las cadenas televisivas.
Es miembro de la Mont Pèlerin Society y del Council on Foreign Relations.
Recibió su BA en Northwestern University y su Maestría en la Escuela de Estudios Internacionales de Johns Hopkins University.
Trabajó en asuntos interamericanos en el Center for Strategic and International Studies y en Caribbean/Latin American Action.
EL COMERCIO PERÚ – CATO – ¿Está Argentina encaminada, otra vez, hacia la hiperinflación y el default?
Este mes el presidente Mauricio Macri, quien fue elegido en el 2015 para revertir el desastre populista que dejó el kirchnerismo, recurrió nuevamente a la receta fracasada del mismo peronismo para encarar una crisis económica que, a su vez, resultó de políticas kirchneristas que Macri no revirtió. Ha implementado controles de precios, subsidios y retenciones a las exportaciones, entre otras medidas.
No le ha funcionado y no funcionarán. Por ejemplo, fijaron los precios para controlar la inflación a pesar de que lo único que hará esa medida es generar escasez. Macri lo sabe, pues antes de ser presidente criticó duramente esa política: “El control de precios es un sistema que no funciona nunca, nunca a lo largo de la historia argentina ni el mundo”. Tenía razón, dado que la inflación es un problema monetario que se resuelve al ajustar las políticas del banco central.
Eso también lo debe saber Macri, como lo saben bien sus asesores económicos, lo cual indica que el presidente está jugando a la política pura en vista de las elecciones este año. Políticamente resulta más fácil regalar plata y prometer precios fijos, antes que hacer los ajustes económicos necesarios. Estos se pueden posponer, pero será a un costo alto pues tarde o temprano se impone la realidad, y mientras más se pospone más costoso será el ajuste.
El problema es que Macri ya lleva demasiado tiempo jugando a la política. Al llegar al poder deshizo varias medidas del gobierno anterior y reintegró el país a la economía internacional. Pero el gradualismo que pronto adoptó impidió reformas de fondo con el argumento de que sería políticamente más viable hacer cambios poco a poco.
No le resultó. Ni siquiera desde el punto de vista político. Logró lo que, hasta recientemente, parecía impensable: las encuestas hoy indican que Cristina Kirchner le lleva una pequeña ventaja a Macri. La economía está en plena recesión, la pobreza ha aumentado a más de 34%, el desempleo a más de 9%, y la deuda pública se estima que sobrepasará el 90% del PBI este año. La inflación anualizada llegó a más de 50%.
Macri hizo poco por reducir el tamaño gigantesco del Estado, que es el problema central de Argentina. El kirchnerismo aumentó el gasto de 23% del PBI a más de 40%, e incrementó el empleo público enormemente. No han cambiado mucho esas cifras a pesar de que estas explican el notable crecimiento del déficit fiscal y la deuda pública. Al recurrir también a la impresión de pesos por el Banco Central, Macri socavó la independencia de esa institución, generó inflación alta y debilitó el peso (perdió más del 50% de su valor en un año).
El gradualismo, que ahora ha sido reemplazado por el kirchnerismo, es lo que ha hecho perder confianza en el país a tal punto que ha resurgido la posibilidad de que termine Argentina otra vez en el default y la hiperinflación. Todo eso, a pesar de recibir el rescate financiero más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI) el año pasado. No ha funcionado, como tampoco funcionó el rescate del FMI para prevenir el último default argentino a principios de este siglo.
Al fin del día, Argentina no necesita al FMI, sino reformar su economía. La mejor sugerencia la hizo Alberto Benegas Lynch (h) el año pasado en una carta abierta a Macri: “Propongo que usted declare de inmediato que se abstiene de presentarse a la reelección y postule a una candidata o candidato de su preferencia, anuncie medidas espectaculares que se han sugerido para revertir la situación al efecto de volver a ganar la confianza de sus compatriotas que creen en las virtudes de la sociedad abierta y oxigene su Gabinete”.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 30 de abril de 2019.