Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago. Rector de la Universidad del CEMA. Miembro de la Academia Nacional de Educación. Consejero Académico de Libertad y Progreso.
CRONISTA – En agosto de 2010, hace poco menos de 10 años, publiqué en este mismo espacio una nota titulada “Volver a empezar”. Hoy, frente al comienzo de un nuevo proceso electoral, sus argumentos resultan tan pertinentes como en ese entonces. Cometer errores es humano, repetirlos es lamentable, tratemos de aprender de nuestra historia.
Veamos los hechos. En 1962, luego de la caída de Arturo Frondizi, el rabino americano Marshall Meyer, quien durante 25 años vivió en nuestro país, salvó incontables vidas durante el proceso militar y fue el único extranjero invitado por Raúl Alfonsín a formar parte de la CONADEP, expresaba que en la Argentina uno aprendía la lección de la responsabilidad individual justamente por su carencia; en la Argentina el otro era siempre el deshonesto, no sabía trabajar, no pagaba impuestos, era materialista. Nos convertimos en una población de otros.
Al fin y al cabo, ¿cuándo asociamos en nuestra vida cotidiana el resultado de nuestras acciones con nuestra propia responsabilidad y no con la del otro? ¿Cuándo admitimos que somos libres de realizarnos tomando los riesgos que deseamos afrontar, accediendo al fruto de nuestras decisiones acertadas y pagando los costos de nuestros propios errores? ¿Cuándo, por ejemplo, aceptamos que nuestros hijos son aplazados porque no estudiaron y no por culpa de la injusta maestra que el azar les ha deparado? O, por supuesto, que nuestra Selección, sin duda alguna la mejor del planeta, ha sido derrotada por su pobre desempeño y no por culpa del árbitro inepto o corrupto, según le resulte más satisfactorio a nuestro imaginario.
¿Quiénes son los otros en términos políticos? El anterior gobierno, sin la menor duda. Todo lo que ha hecho está mal, y la principal tarea de una nueva administración será corregirlo, retrotraerlo a cero y reconstruir la Nación, de una vez y para siempre. Volver a empezar, para esta vez sí salir adelante.
¿No hemos escuchado frases como esta una y otra vez? ¿Tenemos alguna duda de eventualmente volver a escucharla? Cómo no asociarlo a aquel relato de la mitología griega en el cual Sísifo era condenado a subir con una enorme roca a lo alto de una colina y, cuando finalmente lo lograba, la roca volvía a rodar hasta la base, con lo que su destino era repetirlo una y otra vez durante toda la eternidad.
¿Podemos tener tan mala fortuna que nunca un gobierno haya hecho algo bien? Sencillamente es imposible. Esta realidad es costosa y distante de los países del primer mundo, donde un gobierno construye a partir de donde culminó el anterior; diferenciándose de su antecesor, realizando cambios de políticas, a veces profundos, pero no afirmando que absolutamente todo lo realizado está mal.
Esa es la foto de la Argentina. No hace falta acudir a nuestra historia para mortificarnos, sino tan solo contemplar al otro lado de la cordillera. Chile, en este aspecto, hoy en nada difiere de un país del primer mundo y por ello va camino a serlo. ¿Volver a empezar? No, otra vez, por favor.