Editorial
EL ECONOMISTA – Entre 2010 y 2014 Portugal sufrió una de las crisis financieras más importantes de su historia. Es de interés estudiar este caso en particular porque muchos sectores de izquierda lo toman de hito de victoria de como salir de la crisis cuando la realidad fue que no hubo recetas mágicas, sino que se llevó adelante un fuerte ajuste fiscal.
¿Cuál fue la causa de la crisis en Portugal?
La crisis tuvo su origen en un déficit fiscal que desembocó en un desequilibrio generalizado en toda la economía. ¿Afinidad con el caso argentino no? Las expansiones fiscales llevadas a cabo hasta 2010 inflaron una burbuja que estalló en una de las crisis más importantes de Portugal. Habían salido a la luz muchos casos de corrupción en los contratos de obras públicas, con sobreprecios en la compra de bienes y servicios por parte del Estado, contratación de un sinnúmero de consultoras poco eficientes e innecesarias, incremento de los empleados y funcionarios públicos, etcétera.
¿Cómo salieron de la crisis?
A partir de 2015 se comenzó a aplicar un plan de austeridad luego de que el deterioro de las principales variables macroeconómicas: alta tasa de desempleo –rondando casi al 15%–, débil crecimiento de la productividad, déficit presupuestario muy alto, un creciente déficit de la cuenta corriente, etcétera; amenazaran fervientemente la economía que en 2010 cayó en 1,9%. A finales de 2015 Antonio Costa asume como ministro de Economía y lleva adelante un fuerte ajuste fiscal con una serie de reformas estructurales.
En materia fiscal se recortaron los salarios de los empleados públicos en casi 30% y los de los empleados del sector privado en 15%, con congelamiento de salarios y eliminación del aguinaldo. Las horas laborables se elevaron a 40 y se subió la edad jubilatoria. El gasto público pasó de € 86.740 millones en 2015 (48,3% del PIB) a € 83.335 millones (44% del PIB) en 2016: un recorte de casi el 4%. Mientras que los ingresos se redujeron del 44% al 43,1% del PIB. La inversión pública se contrajo desde el 2,3% del PIB en 2015 al 1,5%, su nivel más bajo desde al menos 1995. Como se observa todo el ajuste se realizó por el lado del gasto. Es necesario recordar que para solucionar un problema de déficit fiscal sólo existen dos caminos: incrementar impuestos –como lo hace siempre Argentina– o achicando el gasto, pero sólo el segundo genera un crecimiento económico sostenible en el largo plazo.
Además, en materia laboral se redujo el monto de indemnización por despido de 30 a 20 días por cada año de trabajo, facilitando éstos en casos de “inadaptación” del empleado o “extinción del puesto de trabajo”, se eliminó el mínimo de tres meses por despido, se redujo la cantidad remunerada por las horas extra y se implementaron 150 horas extra a disposición del empleador sin remunerar para que lo pueda utilizar en cualquier época del año, se escindió el subsidio por desempleo y se suprimieron los tres días de vacaciones que le daban a los empleados de recompensa por no haber faltado un solo día. La tasa de desempleo disminuyó a 7% en 2018 (de 8,9%), con las cifras mensuales de desempleo estabilizándose en tasas cercanas al promedio de la Eurozona Como se puede observar de manera evidente, el incremento del empleo fue resultado de una flexibilización laboral y reducción de los salarios.
Por último, se llevó adelante una serie de políticas para atraer inversiones extranjeras como una baja del 20% de impuestos para quienes deciden invertir Portugal y la posibilidad de recibir un visado especial que otorga ventajas tributarias adicionales. También se achicó la burocratización, lo que agilizó los trámites para los negocios. Según el índice elaborado por el Doing Business, que clasifica los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios, Portugal se encuentra en el 34º puesto de los 190 que conforman el ranking.
¿Cómo se encuentra actualmente el país?
Gracias al fuerte ajuste fiscal, Portugal, luego de alcanzar su crecimiento más alto en 2017 (2,7%), logró expandirse 2,3% en 2018. Esta creciente prosperidad se ve impulsada por una ampliación de los puestos de trabajo y la solidez del sector privado económico productivo. La relación deuda pública bruta / PIB se redujo a 120,8% en 2018 (de 125,7% el año anterior), con esto se prevé que esta tendencia a la baja continúe en los próximos años (al 115,1% en 2020), principalmente debido a los superávit primarios del presupuesto y al alto crecimiento económico. El país se encuentra en 2018 en el puesto 41 de los 196 países del ranking de PIB per cápita. Mientras que el Indice de Desarrollo Humano o IDH, que mide la calidad de vida de sus habitantes, indica que los portugueses se encuentran en el puesto 42.