Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Licenciado en Economía por la Universidad Católica Argentina. Es consultor económico y Profesor titular de Economía Aplicada del Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica del Master de Economía y Administración de CEYCE.
INFOBAE – Recuerdo que en las elecciones de 1999, cuando De la Rúa salió electo presidente, voté en blanco porque no me sentía representado por ninguno de los candidatos. No obstante, cuando De la Rúa anticipó cuál iba a ser su gabinete tuve una sensación de optimismo. Es que había gente muy valiosa en ese gabinete que iba a asumir poco tiempo más tarde.
Adalberto Rodríguez Giavarini en Relaciones Exteriores era un lujo. Ricardo López Murphy en Defensa era otro lujo. Juan Llach en Educación me parecía muy atinado. El que claramente tenía una tendencia más alfonsinista era José Luis Machinea. Evidentemente De la Rúa tenía que hacer equilibrio político con un vicepresidente peronista como fue Chacho Álvarez y el alfonsinismo, que siempre tuvo una tendencia socialdemócrata pero muy retrasada en su visión económica.
Si bien la herencia económica que recibía De la Rúa no era nada fácil, claramente no era comparable con la que luego le dejó el kirchnerismo a Macri. El gasto público consolidado de ese momento era del 34% del PBI, el déficit fiscal consolidado era de 4,51% del PBI y la Nación tenía un déficit de 2,1% del PBI.
Lamentablemente, las medidas anunciadas de inicio generaron más complicaciones que soluciones. En vez de atacar el problema fiscal por el lado del gasto, Machinea anunció un impuestazo con Ganancias. Esta decisión fue muy mala porque abortó el leve proceso de reactivación que se venía produciendo desde mediados de 1999.
Recordemos que en enero de ese año, Brasil, nuestro principal socio en el Mercosur, había devaluado su moneda afectando el comercio exterior argentino. Por otro lado, la economía venía de bancarse la crisis del Tequila de 1995, la crisis del sudeste asiático de 1997 y el default ruso de 1998. El mundo no jugaba a favor de Argentina y a De la Rúa le tocó gobernar con una soja promedio de USD 170 la tonelada.
Ese plan de ajustar vía el sector privado no iba a funcionar y efectivamente no funcionó, al punto que en octubre o noviembre de 2000 consiguió un fuerte apoyo del FMI que periodísticamente se llamó el blindaje. Erróneamente creyeron que el endeudamiento era sustituto de las reformas estructurales.
La oportunidad que tuvo De la Rúa de salir airoso fue con Ricardo López Murphy cuando lo nombró ministro de Economía. Su política de reducir el gasto público en unos USD 3.000 millones de ese momento con el 1 a 1 fue atacada por los medios de comunicación y el mismo radicalismo. López Murphy, que había formado un equipo de lujo con Daniel Artana y Manuel Solanet, podría haber cambiado el rumbo de la economía argentina.
Lamentablemente la falta de apoyo político lo forzó a renunciar y el ajuste que luego sufriría la economía argentina fue brutalmente mayor a los USD 3.000 millones que López Murphy quería bajar del gasto público.
Años después, en un cóctel, recuerdo que conversando en un aparte con De la Rúa, me comentaba que en ese momento todo el partido radical le pedía desesperadamente que reemplazara a López Murphy por Cavallo, quien finalmente asumió. Creo que el error que cometió fue considerar que su sola presencia como ministro iba a cambiar las expectativas de los agentes económicos y no iba a ser necesario ajuste alguno del gasto público. Es más: de entrada Cavallo esbozó una salida de la convertibilidad anunciando el factor de empalme, algo que el mercado tomó como una futura devaluación.
La desconfianza ya había ganado a los agentes económicos y cuando se sancionó la ley de intangibilidad de los depósitos se dio el mensaje que, justamente, podían llegar a tocarlos. Depósitos que eran dólares. La corrida financiera fue tal que finalmente se llegó al corralito, medida que generó la reacción de los sectores medios de la población que se veía imposibilitada de retirar su dinero de los bancos.
La salida de De la Rúa en helicóptero quedará grabada para siempre en la historia, pero sus errores económicos fueron aprovechados por propios y adversarios para derrocarlo. Recuerdo que en una entrevista en televisión que le hicieron a la entonces diputada Cristina Fernández de Kirchner, le preguntaron si no había forma de lograr que De la Rúa continuara en el poder. Muy suelta de cuerpo, respondió que la revocatoria popular había sido muy contundente. Es decir, ya anticipaba sus inclinaciones poco afectas a la democracia republicana.
Insisto: De la Rúa cometió muchos errores de política económica, pero, en mi opinión, fue injustamente tratado incluso luego de su mandato porque los que vinieron detrás le hicieron un daño terrible a la economía y a las instituciones. Todavía está fresca en la memoria de muchos argentinos aquella noche en que Rodríguez Saa declaraba el default y la mayoría de los diputados y senadores aplaudían de pie. Luego Duhalde salió de la convertibilidad devaluando el peso, aplicando el corralón, pesificando los depósitos y haciendo cuanta barbaridad económica pueda imaginarse.
No es menor la jugada, a mi juicio poco ética, de Carlos Álvarez, su presidente, que sin haberse demostrado ninguna culpabilidad por el tema de la Banelco, renunció y debilitó aún más el escaso poder de De la Rúa. Recordemos que en 2012 todos los imputados fueron absueltos, fallo que fue confirmado por la Cámara Federal de Casación porque nunca logró probarse tal caso de corrupción
Insisto: no lo voté a De la Rúa, critiqué su política económica en los medios salvo el período en que estuvo López Murphy en el ministerio y considero que no hizo un buen gobierno, pero el grueso de los males que luego vinieron no son su culpa, sino del peronismo que hizo un ajuste salvaje devaluando, generando una llamarada inflacionaria, confiscando los ahorros de la gente, entrando en default y disparando la pobreza al 50%.
A De la Rúa se le pueden adjudicar muchos errores, pero no el descalabro económico que vino después de su gestión que fue mucho peor a la baja del gasto público que quiso hacer en su momento López Murphy. El error más grueso del ex Presidente fue justamente no apoyar a su ministro de Economía. Muy distinta hubiese sido la historia si no hubiera cometido ese error.